El objetivo central, la misión, de Podemos es ser alternativa de poder sin importar cómo. Y su estrategia es particularmente negativa para la izquierda porque lo que pretende es desactivarla, y suplantarla para quedarse solo, o en ventaja, en el escenario electoral para enfrentarse al PP. Así, liquidar a IU es el primer paso para el objetivo mayor: acabar con el PSOE. La jugada es perfecta; con un solo disparo se mata a un pájaro y se deja al otro alicortado. Y la lucha en las urnas ya no va a ser entre izquierda y derecha, sino entre derecha y una especie de alien ideológico que se tragó a una parte de la izquierda.
Podemos absorbe a IU, auspiciado por Anguita, y después de que Garzón convocase una consulta interna que se saldó con más de un 80% de apoyos. Sin embargo, los organizadores restan importancia al hecho de que la participación haya sido alarmantemente baja, apenas un 28%. Esta baja participación será utilizada de puertas adentro en su contra. Al final ese más de un 80% solo representa a un 30% de las bases, Garzón tendrá que intentar convencer a sus correligionarios de que los que no acudieron a la llamada también respaldan la decisión de dejarse fagocitar por Podemos. Un asunto difícil de pasar por el filtro de sus mayores, más cuando aún no se sabe en qué términos se firmará la subordinación.
Algunas voces autorizadas en IU, como Llamazares, son contrarias a dejarse devorar. Por eso, si, a pesar de todo, el proceso sigue adelante, Garzón será el único responsable de la muerte de un proyecto político cuyo único problema fue ser víctima del voto útil, en la izquierda centrado en el PSOE, y de una injusta ley electoral, que niega a IU el número de escaños que por sufragios obtenidos deberían corresponderle. Y es este hecho el que desencadena el proceso de captura de Podemos: la ambición. Los votos de IU sumados a los suyos pondrían al PSOE en una inaceptable tercera plaza, lo que desencadenaría un proceso de implosión en las filas socialistas, plagadas de familias e intereses particulares, federales, grupales y personales. El PSOE es la pieza que Podemos quiere cobrar.
Sin embargo la aversión de Podemos hacia el PSOE le puede salir cara electoralmente. Primero porque no se sabe como van a reaccionar los votantes socialistas actualmente instalados en la abstención; segundo porque, viendo el resultado, de la consulta en IU, parece plausible pensar que una parte del voto tenido por seguro no lo sea tanto y se vaya al PSOE, o a otra parte; y tercero, y más importante, porque, adivinando que Podemos, un partido radical y soportado parcialmente por simpatizantes con el independentismo (derecho a decidir), pueda ser el enemigo a batir, los electores del PP, muchos en la abstención por lo de la corrupción, salgan en tromba a salvar a los suyos. Aunque esto es solo un análisis. No tiene por qué darse aí
Qué pasará, nadie lo sabe. A la vista de la situación, no parece que los votantes ocultos del PSOE vayan a sacar la cabeza, avergonzados con su partido por todos los asuntos turbios en los que estuvo y está metido y por las guerras internas en clave de intereses de cada familia. Tampoco es seguro que los resultados de Podemos más IU sean igual a la suma de los potenciales votos de estos partidos. Lo que sí es más que plausible es que, entre el aumento de la abstención y la llamada a rebato ante la posibilidad de que Podemos sea el enemigo a batir, el PP, un partido que habría podido estar en la oposición su los acuerdos se hubieran logrado en estos últimos meses, muy fácilmente se encontrará con unos resultados mucho mejores de los que esperaba. Y todo gracias a esa ojeriza incomprensible de Podemos hacia el PSOE. En fin... Veremos.
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