En la política, prácticamente en todas partes, la hipocresía es norma. Ser hipócrita es casi consustancial a ser político, en especial cuando eres mediocre o malo, como es el caso tantos de los políticos españoles en ejercicio. La manifestación de «dolor» por la muerte de Rita Barberá escenificada hoy por las diputados del PP, por todo el PP en general, es un ejemplo palmario de fingimiento, de doblez, de hipocresía.
Hasta ayer, la senadora fallecida no estaba en el partido, ni era esperada. Había sido expulsada para que su presencia no obstaculizara los anhelos electorales de sol candidatos. Barberá era reconocida popularmente como corrupta y había sido incluso llamada ante el Supremo para preguntarle sobre algunos asuntillos; nada serio en comparación con lo que tanto ella como casi todo el PP parecía manejar en Valencia y en casi todo el país. La antes alcaldesa no había sido cazada, ni lo será ya. Y aunque a este que suscribe le fastidie, porque la finada no le caía nada bien, en este país todo el mundo es inocente hasta que no se demuestra su culpabilidad en sede judicial.
Por lo tanto, papelón del PP en su intento de glosa de la otrora todopoderosa Rita. Sus mojigatos compañeros se deshicieron en elogios y todos estaban deseosos de hablar de ella, de la mártir a causa de la presión mediática, llegó a decir un ministro, de bastantes pocas luces, parece. si yo tuviera que decir que le dolía a esta presunta corrupta señora, era precisamente el abandono por parte de sus ex compañeros.
Dicho ya quedó lo de la hipocresía. Vayamos ahora a lo de la descortesía. Aquí Unidos Podemos se lleva el premio. Se organizaron con rapidez para ausentarse cuando la presidenta pidió un minuto de silencio por la difunta Barberá, parlamentaria en ejercicio, como siempre se hizo cuando ocurrió algún deceso de algún compañero de escaño del Congreso o del Senado. Es importante reseñar que en ejercicio, porque alguien de UP señaló que por Labordeta no se había hecho tal minuto.
Fue Labordeta un ejemplo de político ni hipócrita ni descortés, o sea, un ejemplo de político sincero, franco, cortés, afable y educado. No hay nadie en ningún partido en este país que le llegue al Sr. Labordeta a los talones. Por ello, ningún piernas de Podemos debería siquiera referirse a él para intentar justificar después del acto de descortesía de haber salido del pleno por un simple minuto de silencio, que aunque fuera de alguien que por su trayectoria no se lo merecía, a un muerto, una muerta en este caso, siempre se le debe un poco de respeto. El Sr. Labordeta, con toda seguridad, se habría quedado en el hemiciclo. Era una persona educada.
Por otro lado, la reprobable, Rita Barberá nunca fue condenada por nada y ganó limpiamente sus cargos con mayorías que ya quisieran para sí muchos de los hipócritas y de los descorteses. Vaya mi respeto por ella, a pesar de aborrecerla.
1 comentario:
Toda la razón, mi querido profesor. Nunca me gustó esta señora, y no soy un tipo ni correcto ni educado, pero yo hubiera guardado el minuto de silencio
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