¿Qué hemos hecho para llegar a esto?
Nuestro país está llamado a ser el último de la clase en Europa. Seremos los últimos en equilibrar nuestras cuentas, por tanto los últimos en empezar a crecer; también seremos los últimos en empleabilidad, o los primeros en paro, que es lo mismo; y también seremos, casi seguro los más endeudados con relación a nuestro PIB, que decrece y decrece.
Me pregunté muchas veces qué hemos hecho y las mismas veces me di la misma respuesta: los líderes políticos no supieron llevarnos hacia un camino de actividad sólida, bien cimentada en la investigación y en la tecnología para poder coexistir (ya no digo competir) en un mundo donde el nivel de exigencia a bienes, productos y servicios es cada día mayor.
Echar la culpa a los políticos es fácil. Yo no albergo duda alguna de que la tuvieron casi toda. Pero tengo la impresión de que hay una pequeña parte de responsabilidad en todos y cada uno de los habitantes de este país, tan amigos todos de criticar mucho y hacer poco. La falta de iniciativa para decir alto y claro que las cosas se hacían mal es únicamente culpa de cada uno de nosotros. A los españoles nos puede nuestro maniqueismo: Izquierda o derecha, Madrid o Barça, religioso o ateo, blanco o negro...
De esta manera, los votantes menos dogmáticos de la izquierda desprecian a los de la derecha. E incapaces de reconocer la enorme equivocación que se estaba cometiendo, se limitaron a esperar a las siguientes elecciones para pasar, avergonzados, a la abstención, donde continúan. Los votantes de la derecha, casi todos dogmáticos, desprecian a la izquierda. Y como la leal infantería, ni siquiera pasan a la abstención cuando los suyos la cagan, untan la mierda en panecillos y preparan sabrosos canapés que se comen entre alusiones a la herencia recibida y al recuerdo de Aznar y lo bien que dejó el país. Los pobres, en su ignorancia y fidelidad perruna no saben ver que la diferencia entre Aznar y Zapatero fue ninguna, en lo referente a sistema productivo.
Hay, sin duda, una parte de culpa de todo esto en nosotros, el pueblo. Los españoles carecemos del arranque necesario para organizarnos y ponerles las peras al cuarto a los partidos si lo que están haciendo no es bueno para nuestro futuro. Nos ponemos una venda en los ojos y consumimos de la despensa sin importarnos si quedan alimentos. Nada importa si cuando pasemos hambre le podemos echar la culpa a nuestro adversario. Este círculo infernal es la causa de nuestros males. Es como si estuviésemos genéticamente predispuestos a confiar ciegamente tras unas elecciones. No nos damos cuenta que los ciudadanos tenemos la obligación de ser beligerantes en la petición de responsabilidades. Les hemos puesto ahí, pero, coño, les pagamos nosotros y no les exigimos nada.
Seremos los últimos de Europa en levantar la cabeza porque, a pesar de que todos nosotros sabemos cómo estamos, seguimos sin exigir a los políticos que trabajen para nosotros. Hemos entrado como incautos al trapo de la independencia de Cataluña. Ya tenemos alguien a quien sacudir, a quien criticar, a quien escupir... Ya estamos contentos y tranquilos. No importa que el hambre se esté ya asomando a muchos hogares, que la depresión empiece a hacer mella en muchas personas, que la angustia y los suicidios se empiecen a instalar en el día a día. Con tener algo de que hablar (Cataluña, el PSOE, el PP, el Madrid, El Barça... ) nos basta.
Hasta que lleguemos al suelo en este salto en el vacío sin paracaídas. A ver quien nos recompone... Claro que siempre está Dios. Olvidaba decir que en España siempre tenemos a Dios para sacarnos del apuro... Seremos memos.
1 comentario:
Ya tienes razón. Demasiada.
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