No somos dueños de nuestro destino
El camino trazado parece inexorable. El sur de Europa tiene como destino ser eso: el sur. Un lugar de mano de obra es barata y derechos de los trabajadores, y de personas en general disminuidos. El Norte obligó a reducirlos por el bien de todos, especialmente por el de ellos: los países vampiro; estos cuyos bancos invierten dinero en bonos de los vampirizados, que por mor de los mercados tienen que pagar un alto interés por el dinero prestado.
La cuestión es que si en un momento dado los equilibrios se rompen y los países esclavos no pueden pagar su deuda, ni asumir créditos. Cuando estos países lleguen a la extrema pobreza habrá desaparecido el principal mercado de aquellos otros que ponen bienes a disposición. Entonces los vampiros también entrarán en fase recesiva galopante hasta que la pobreza aparezca en ellos, lo mismo que ahora aparece en nosotros.
El bienestar de Europa entera depende del delicado equilibrio norte sur. Uno no es nada sin el otro, y al revés. Sin embargo no llego a entender quién está interesado en romper tal equilibrio. De acuerdo que el sur debe adaptar su política económica hacia un modelo más serio. Pero de ahí a hacer que las personas paguen todos los errores políticos y económicos habidos hasta la fecha, va un abismo.
Nos hipotecan el futuro. No somos dueños de nuestro destino. Pues bien. Puede que fuera mejor buscarnos solos la solución. No se puede olvidar que Bruselas tenía todos los elementos de análisis para ver las cosas antes de que sucedieran. Bruselas es tan culpable de lo que pasó en el Sur como los gobiernos de los países con problemas. Bruselas también debe asumir sus errores y suavizar la transición hacia la normalización económica. Otra cosa es que controle de cerca a la enorme cantidad de asnos que dirige nuestra política económica.
1 comentario:
Los primeros años del siglo XXI Alemania sufrió una fuerte recesión económica provocada porque la occidental tuvo que ayudar a la oriental para igualar niveles de renta. En esos años España estaba en plena burbuja inmobiliaria y los sueldos eran altos. Con ellos compramos productos elaborados en Alemania (electrodomésticos, coches, etc) en gran cuantía, con lo que indirectamente les ayudamos a salir de su crisis económica. Ahora que nos toca a nosotros sufrir, sobre todo por la ineptitud de nuestros tres últimos presidentes de gobierno, Alemania nos da la espalda y solo sabe recetarnos pobreza, tristeza y un futuro tan negro que obliga a nuestros mejores jóvenes a emigrar. A. Sierra.
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