Es tal la fatiga que siento que me apetece mandar el blog al carajo. Es tan aburrido el entorno que es difícil escribir sobre nada interesante. Tan solo sujetos monocordes: corrupción, política de baja estofa, robo descarado, indignidad personal... Todo vibra en el mismo plano y todo es tan continuo que uno llega a pensar que es que las cosas tienen que ser realmente así. Por eso me pregunto si merece la pena perder tiempo en escribir. Tengo la sensación de que el imbécil soy yo en lugar de toda esa manada de "golfos apandadores".
Si uno echa un vistazo a los periódicos de cualquier signo, de una manera u otra aparece el mismo relato, disfrazado de cura o de monja, según la pata de la que cojee el medio, pero el cuento siempre es el mismo: políticos procesados; ex banqueros (por llamarlos de alguna forma) a los que la justicia enjuicia lentamente, muy lentamente; ladrones descarados, de estos a decenas; ex presidentes que se creen semidioses, gurús o qué se yo que; empresarios chorizos que quebraron empresas para enriquecerse; clubes de fútbol que deben lo que no está escrito a hacienda y Seguridad Social... Para qué escribir si nadie toma medidas.
"Entra en política", me dicen amigos de tertulia... ¿En política? Dónde. ¿En el PSOE que están a puñaladas para ver quién aguanta viviendo del cuento cuando lleguen tiempos peores? ¿En el mundo de ensueño de los pijos del PP, que todavía piensan que Aznar levantó el país en lugar de poner la primera piedra para echarlo abajo? ¿En UPyD o IU, que como buitres están a ver si pescan votos para ser como los grandes? Me gustará ver como estos dos dejan de hablar de la ley electoral cuando esta les favorezca en las próximas elecciones, cómodamente instalados en las poltronas de sus bien establecidos grupos parlamentarios. "No", respondo siempre: "Yo soy normal. En política no interesa gente normal, ¿no veis a Revilla, que ya se lo quitaron de en medio y terminará sin voz de clamar en el desierto?".
En fin que puede que sea una sensación pasajera y reanude mañana las entradas con nuevo brío. Pero el desánimo y la fatiga están haciendo mella en mis ganas de luchar por una sociedad seria, ocupada sobre todo en desarrollarse por el camino del progreso continuado... En fin, por hoy lo dejo. A ver mañana.
6 comentarios:
Chaval, tú me lees el pensamiento
Hay tantas cosas desagradables en las noticias que no nos daría la vida para escribir sobre ellas, lo peor es que nos podamos llegar a acostumbrar...
Me ha gustado lo que "en política no interesa gente normal". Te lanzo la gran duda: ¿cómo se cambia el modelo, si desde fuera no nos dejan y desde dentro es casi imposible?
Ánimo y sigue escribiendo, de lo contrario, ganarán ellos.
Saludos
Me temo que ya han ganado, Luis. La única esperanza es que alguien, desde dentro empiece a estar disconforme y lo manifieste sin miedo (estilo Revilla)... Hay Revillas en el PP y en el PSOE, y también en UPyD e IU, pero no salen a la luz porque dentro de un partido solo se oyen las voces de los que tienen el poder. Es increíble que una democracia sea gestionada por organizaciones de corte fascistoide.
Pero la sociedad civil no olvida. Nunca perdonará tanta inmundicia. La decepción se manifestará en forma de abstención muy alta en los llamamientos electorales; pero a ellos no les importa mientras puedan seguir parasitando a la sociedad.
Va a ser complicado de arreglar.
No debe dejar de escribir. A algunos nos sirve para reflexionar y mejorar con lo que manifiesta. Todo lo estropeó lo "políticamente correcto". A. Sierra.
Si "entra en política" se arriesga a dejar de ser "gente normal". Le prefiero deleitándome mediante su blog sin que llegue el desánimo. En muchas ocasiones resulta ser muy divertido. No me prive de sus comentarios por favor. A. Sierra.
Bueno, a mi me sirve un poco de terapia leer tus opiniones, casi siempre las comparto y ya conoces eso de las teorías que dicen lo importante de saber que no se está solo. Así que ánimo.
Defines, muy a mi gusto, el arco parlamentario. Es penoso, como también lo es ver cómo se trabaja para evitar que la gente sea crítica. Saludos. Luis
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