El Ejército rindió honores a Suarez. Se lo debía al hombre que fue acosado, insultado y vilipendiado por la panda de chusqueros que constituía la mayor parte de la soldadesca tras la muerte de Franco, militares cuyo único mérito había sido haber participado en el bando vencedor de una guerra ilegítima y fratricida iniciada por ellos.
Aquellos cavernícolas intentaron reducir sin éxito al pueblo yendo contra su presidente y contra sus representantes el 23 F. Afortunadamente se pudo con ellos. Ese día el ejercito del 18 de julio hizo su último acto de cobardía. Los anteriores habían sido fusilar, matar y hacer sufrir a gente durante casi cuatro décadas
Suárez había nombrado ministro de defensa a uno de los pocos militares merecedores de llamarse así en aquella época: Gutiérrez Mellado, y en la milicia empezaron a colarse elementos no fascistoides. Por una vez se consiguió que las manzanas sanas acabaran con las podridas. Y Adolfo Suárez fue el primero que impulsó ese cambio. Luego ya nunca el Ejército volvió a fallar y pasó, para siempre a ser liderado por un, o una, civil. Menos mal que en este asunto todos sus predecesores, los mismos que se negaron a profundizar el entorno democrático, siguieron su directriz. Eso sí que se lo debemos a todos: derechas, izquierdas y nacionalistas.
Los militares le debían esto al presidente Suarez y lo hicieron bien. Se inclinaron respetuosamente al hombre que puso el germen para que las Fuerzas Armadas pasaran de ser una institución temida y repudiada a tal vez la más espetada por los ciudadanos en este momento. Nunca me hubiera creído que pudiera sentir cierto orgullo por ellas, más habiendo pasado, como pasé, el 23 F en la mili entre golpistas y cabestros con estrellas y galones.
El final del toque de Oración con la descarga de los mosquetones fue todo un signo de reconocimiento respeto y honor a un hombre al que algunos no habíamos entendido bien.
3 comentarios:
Rigió honores, ¿eh?. Ya sabes a quién vas. Por lo demás, de acuerdo
Gracias, 007. Corregido
Las actitudes humanas que marcan, giran, y tropiezan el futuro de los mismos, ocurren siempre en el margen.
Que en paz descanse el señor Suarez y que quede clavada en la memoria de todo joven que pueda dejar un momento WhatsApp, la imagen de verdadero coraje demostrado dentro del Congreso español el 23 de febrero de 1981 por este hombre.
La memoria de ese comportamiento tal vez tenga algo que ver con el honor demostrado por el ejército del país.
Luis de Agustin
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