Sobre las 13:00 horas, en una terraza, solazando con una cerveza fresca mientras ojeo el periódico. Centro mi atención en dos amigos, supongo, que toman un vino plácidamente sentados. Hablan, o mejor..., despotrican, sobre política. Yo, a cubierto tras la caña y la prensa, escucho atentamente. Nada más divertido que poner la oreja para capturar el estado de opinión sobre país.
Los llamaré X e Y porque no los conozco, no son de la ciudad. Avilés recibe muchas visitas de forasteros atraídos por sus encantos variados y sus terrazas, cuando no llueve, son siempre una fuente de información impagable para quien quiera escuchar con atención desde el silencio anónimo.
X, más corpulento y con unas gafas de sol un tanto pijas es el que saca el tema electoral...
—¿Qué vas a hacer en las europeas?
Y, más menudo, le mira un tanto sorprendido y se rasca la cabeza un rato, dubitativo. Pero al fin contesta.
—Nada, quedarme en casa, qué voy a hacer.
—Ostras, ir a votar.
—¿Votar? Por qué y a quién.
X le mira un tanto sorprendido, como si no se esperase una pregunta como respuesta.
—Coño, votar. Votar a alguien, a Rajoy, por ejemplo, que parece que está haciendo arrancar esto otra vez.
—Qué va. Ni de coña —responde X como un resorte—, ¿a Rajoy? Pero si Rajoy ni se presenta. Además qué hizo para merecer el voto. ¿Salvar bancos que previamente habían saqueado los suyos mismos, los de la oposición, donde mandan, y hasta los sindicatos? Mira, te voy a decir lo que hubiera hecho yo: hubiera pedido el dinero a Europa en la cantidad justa para devolver los depósitos y lo invertido en preferentes, que fue una estafa, y dejaría caer las entidades. O sea, que lo pagaran los accionistas y los directivos. Ya verías como así...
—Pero qué dices —le corta X espantado—, el Estado tiene una responsabilidad.
—Ya verías como así —continúa Y— se lo miraban mucho a la hora de hacer el canelo con el dinero. Y el Estado no tiene más responsabilidad que la contraída con los ciudadanos. Un Banco es una empresa. O es que el Estado le reflota el negocio a un autónomo que le fue mal. El Estado lo que tiene que hacer es garantizar los depósitos y la gobernanza de los bancos. Pero si quiebran es cosa de ellos.
—Caray, Y, la verdad es que visto así, casi que voy a tener que darte parte de razón. Pero no ir a votar me parece muy fuerte.
—Pues no pienso dar un voto a quienes nos metieron en todo este lío. De los partidos grandes no me fío, de los pequeños tampoco; tienen todos el mismo objetivo: obtener poder. Ninguno pone al ciudadano por delante. No. Definitivamente, no. Qué les den morcilla. Yo no quiero ser cómplice de atracos ni estafas. Y qué es Europa, qué hicieron por nosotros en esta crisis. Trasladar al ciudadano las obligaciones contraídas por los nuestros mal gestionadas cajas con los banqueros alemanes, holandeses, etc. Qué les den por el mismísimo. Yo no tengo por qué pagar las deudas de chorizos y vividores.
—Joder, ¿sabes que yo también me lo voy a pensar? Tío, me haces sentirme casi culpable... ¡Oiga, por favor, otros dos riojas...
Me quedé pensando un rato. Me había sorprendido la opinión encendida, pero centrada, de aquel tipo. Si se analizan sus argumentos, casi que es como para echarse a temblar. Y lo de sentirse cómplice, tiene bastante razón... Yo tampoco quiero sentirme cómplice de esta orgía de extorsión y robo a los ciudadanos. Nunca lo había pensado así.
1 comentario:
¿Cómplice?, jamás
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