Pagar impuestos es algo que a los españoles les causa alergia. Así, dicho en general. En España solo pagan religiosamente sus impuestos aquellos a los que su dinero les llega por alguna vía controlada, principalmente una nómina, o aquellos que sin tener un medio de escaparse (pequeños empresarios autónomos) no les queda otra que darle a Hacienda lo que les demanda. Pero, incluso estos, lo hacen, lo hacemos, a la fuerza. No tenemos la conciencia de que nuestros impuestos son los que permiten al país funcionar. Pero además es que no nos apetece ser los paganos de toda la fiesta mientras otros, pudientes ellos (grandes empresarios, políticos, futbolistas y hasta los presentadores-cantantes) se llevan la pasta fuera para evadirse de sus obligaciones fiscales.
Uno de los grandes problemas de España es que deja de recaudarse cada año una gran cantidad de dinero solo por la menor presión fiscal que hay aquí respecto a la media europea (UE 27) y por el fraude de IVA, algo en el que parece que somos maestros. Esto representa unos 80.000 millones, dos Bankias y anexos, cada año. Es decir, que los que pagamos, todavía pagamos poco respecto a otros, y además cometemos fraude cuando le decimos al fontanero que sin IVA lo de la cañería. Pero, claro. Habrá que preguntarse cuánto dinero se recaudaría si se hicieran aflorar todas las cuentas opacas y todo el dinero oculto que personas físicas y empresas mantienen esas cuevas de Alí Babá llamadas paraísos fiscales. La cantidad sería estratosférica, inimaginable. Debe tenerse en cuenta que en estos pozos sin fondo descansa una cantidad equivalente al 25% del PIB mundial.
España seria un país rico, de hecho es un país rico, si se controlase la delincuencia económica, así, en genérico. Supongamos que metiéramos en un saco todo lo que se pagó de más en los últimos años por adjudicaciones fraudulentas a empresas desde la administración (el PP esto lo hace como nadie); y todo lo que se malversó de dinero proveniente de Europa (de esto el PSOE y los sindicatos saben mucho: fondos mineros, ERES, fondos de formación); y todo lo que caciques políticos y tesoreros se metieron en el bolsillo en forma de mordidas... Nadie puede aproximar una cifra para esto, pero con toda seguridad, nuestra deuda pública sería muy inferior al 100% del PIB, que es lo que debemos ahora al mundo exterior.
A toda la vergüenza anterior, Imaginemos que todos estos años se hubiesen recaudado los impuestos sin fraude de IVA, ni de IRPF; y que, además, tuviéramos la presión fiscal situada en la media europea. Pero, por qué no, sigamos soñando y añadamos en todos estos años de crisis los impuestos que corresponderían a los dineros que los evasores tienen en Panamá, Suiza, Bahamas, Andorra, Jersey, Delaware, Islas Caimán, etc... ¿Cuánto sería esto? Nadie lo puede imaginar. Pero, con toda seguridad, disfrutaríamos de una situación financiera envidiable.
Quienes evaden impuestos, todos, por poco que sea lo que se evade son gente que merecería severos castigos. No debería haber piedad para ellos. Hacienda no la tiene para el pequeño contribuyente. Pero debería aplicarse también en el gran fraude. Pero, claro, cómo vas a apretar a alguien que luego te va a acoger en su consejo de administración, o que come contigo en esos restaurantes donde una comida cuesta lo que una familia gasta en un mes en nutrirse. Aquí tan culpable es el que se lleva las manzanas como el que está al cuidado del huerto.
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