Autonomías y gasto
Por razones ya conocidas, España atraviesa una crisis por partida doble. Por un lado el problema financiero internacional causado por la basura esparcida por los usureros estadounidenses y adquirida en grandes cantidades por los codiciosos europeos. Por otro lado la particularidad española de no disponer de un tejido productivo adaptado a su población.
La crisis financiera se arreglará, es cuestión de tiempo que las cosas se reequilibren. La crisis del empleo en España tiene ya una solución a más largo plazo, pues para ello han de crearse puestos de trabajo en sectores productivos, y la construcción no es un sector productivo, y además está agotada.
Los subsiguientes gobiernos tienen que resolver este problema, pero también tienen que contener y reducir el gasto para poder tener unas cuentas saneadas. Uno de los gastos principales del estado es el mantenimiento del estado autonómico. Las autonomías son 17, y eso hace que exista un coste adicional para mantener todo el aparato necesario que conllevan 17 sanidades, 17 haciendas, 17 qué sé yo que cosas más.
Los españoles hemos decidido hace muchos años en referendum que nuestro estado sería un estado autonómico. Nada que decir. Debe mantenerse, a no ser que en otro referendum se decida otra cosa. Pero lo que tal vez haya que definir con precisión es qué significa autonomía, porque lo que es estúpido es duplicar administraciones en un tiempo en que los servicios, gracias a la informática, pueden estar centralizados y ser así mucho más eficaces y simples.
Claro que, si se le mete mano a esto, nos vamos a encontrar con que, en realidad, tenemos un exceso de personal funcionario de difícil gestión, pues estos no pueden ir al paro, ni la administración puede hacer regulación de empleo.
Bonito problema para Rajoy: hacer un estado más barato y a la vez más eficaz. Fácil de decir, pero a ver quien le pone el cascabel al gato y se lo explica a los virreyes autonómicos.
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