Ciudadanos sin representación
El 45 % del electorado en Asturias, y casi el
38% en Andalucía, decidió no acudir a la cita para elegir su representación
autonómica. Estos niveles de abstención dejan ver el desencanto de la sociedad
con la gestión de sus representantes y ponen en primera línea el problema de la
confianza en la clase política.
No conviene hacer análisis simplistas sobre
las causas de la alta abstención. Hubo quien intentó explicarla con el peregrino
argumento de que la noche anterior se había cambiado la hora. Los partidos
deben reflexionar sosegadamente al respecto, pero no deben caer en el error de
buscar la causa en factores externos. La autocrítica es lo más conveniente en
este caso.
El electorado español es fiel, como puede
verse por la repetición de resultados en las dos comunidades. En Asturias el
fenómeno de Foro se mantuvo en niveles similares a los de hace un año y en
Andalucía la tan cacareada mayoría absoluta del PP no se materializó como
esperaban en Génova, a pesar del desgaste evidente del PSOE. Pero lo más serio
de los resultados es que alrededor 40 % de las personas con derecho a voto no
están representadas.
Quienes nos abstenemos lo hacemos por causas
diferentes. Algunos están sencillamente desencantados: da igual quien gobierne,
todos lo hacen mal; otros están cabreados: la corrupción y la mala gestión de
los gobernantes les parece intolerable; y otros pensamos que el sistema está
algo obsoleto y que no se puede votar con una ley electoral a todas luces
injusta y arcaica.
Estos comicios fueron solo un test. No quiero
imaginar lo que podrían ser unas generales dentro de tres años sin haber salido
de la crisis y sin una oposición que genere expectativas. La fidelidad del voto
del PP empezará a resquebrajarse y muchos, hoy fieles, pasarán a la abstención,
con lo cual, suma y sigue.
¿Tendrá que ocurrir algo semejante para que
los grandes partidos se den cuenta de que hay que hacer algo? O se pondrán de
acuerdo para garantizar buen gobierno, honestidad en la gestión y una ley
electoral que permita una representación en el parlamento más acorde con la
realidad de la sociedad española. El tiempo lo dirá.
1 comentario:
Lo que normalmente ocurre en caso del asco ciudadano que usted identifica, suele ser algo muy conveniente para la clase política, y tal vez es la consecuencia de la abstención que peor puede ocurrir. Ello seria el acuerdo o la aceptación entre los partidos políticos principales, de no criticarse el uno al otro, y de esa manera poder seguir disfrutando su correspondiente raja de la tarta sin tener que dejar ir de la bandeja - menos que para chuparse los dedos.
Su impresión que la abstención en masa (la mitad de los votantes no votar, no es muy significativo no siendo que votasen en blanco) es táctica adecuada para impresionar a los políticos, puede que le falte evidencia histórica. La protesta que si se puede comprobar repetidamente, es la de acción ciudadana. La ironía de su táctica es que resulta en lo opuesto a lo de bajo del caudillismo, en el que todos votan pero sus votos no tienen la menor importancia.
Luis de Agustin
Publicar un comentario