Ganar a cualquier precio
Sostengo continuamente en este blog que lo que realmente les importa a los políticos es el poder: conseguirlo o perpetuarse, y para ello son capaces de hacer cualquier cosa sin importar el precio que tenga. Lo que importa es el resultado. Esto tiene una segunda derivada: los ciudadanos, de los que se nutren en votos y en dinero a través de los impuestos, les importamos un bledo.
El Partido Popular, o Rajoy, no lo sé, ha tomado la decisión de no publicar los presupuestos generales hasta el 30 de marzo. Una vez pasadas las autonómicas de Andalucía y Asturias, saldrá la guía económica del estado español. El problema es que el retraso en dos meses de este trámite ha generado una serie de dudas en el exterior sobre la capacidad de recuperación de nuestra economía; dudas que tienen un coste enorme: nuestra prima de riesgo se ha disparado otra vez y los especuladores piden más por prestarnos dinero. Esto no representa más que algunos miles de millones, poca cosa.
La decisión tomada, a pesar de conocer las consecuencias, califica a Rajoy y a su gobierno directamente como unos irresponsables ante los ciudadanos. Y esto sí es una irresponsabilidad, palabra desgastada en el lenguaje de la casta política para calificar cualquier cosa contraria a sus intereses y favorable a los del adversario. Es la misma irresponsabilidad que la de un padre que juega a las tragaperras el dinero para que sus hijos estudien, por ejemplo.
Lo malo de todo esto es que, estoy completamente seguro de que si en el mismo caso estuviese el PSOE, o cualquier otro partido que se dice honrado, o de izquierdas, o del ciudadano, o cualquier otra estupidez, haría exactamente lo mismo. Lo importante es el poder, el precio es secundario. El día que Rajoy, Rubalcaba, Cayo Lara, Rosa Díez y todos los demás a coro en el Congreso juren ante La Constitución cambiar de estrategia, puede que les crea. Entre tanto continuaré en mi posición.
Hace unos días aquí en Asturias, oía a una señora hablar con otra de política simple. "Yo no voy a votar", le decía: "A quién, si son todos iguales", aseveraba. La otra le respondía: "Es verdad". Y eso es lo malo, que es verdad, que la gente los tiene en el punto de mira. Ahora solo falta que les abandonen a su suerte en las urnas y que los colegios queden desiertos, a ver si de una vez empiezan a trabajar para nosotros, El Pueblo.
2 comentarios:
En esta edición, el autor señala acertadamente "Sostengo continuamente en este blog que lo que realmente les importa a los políticos es el poder..." Nada podría estar más cerca a la verdad. Por merito de los actos de los agentes políticos citados en el artículo, es cierto. Es cierto por medio de la observación de las acciones infinitesimales de hoy en día, y es cierto atravez de toda la historia que uno desee repasar. Es cierto en todo sistema de gobierno y gobernación, y es así porque es la política, y por su naturaleza, los hombres y mujeres atraídos por la política, están motivados por la emoción, de alguna forma palpable, por el poder. A lo mas, sus razones para buscar o mantener por sí mismos el poder, lo admitible es que buscan hacer el bien, servir la humanidad, la justicia, el progreso, y no, perseguir su propia vanidad. Pero lo más probable, es que la búsqueda de estos rangos impresionantes, natural en el ser humano, lo clava uno que bien conoce su atractivo, Henry Kissinger: "El poder es el sumo afrodisíaco."
Y también desde el mismo diplomático: "El puesto oficial alto, enseña la toma de decisiones, no de sustancia. Consume el capital intelectual, no lo crea. La mayoría de los funcionarios de alto cargo dejan su puesto con las percepciones y puntos de vista con el que entraron. Aprenden a tomar decisiones, no qué decisiones tomar." Las decisiones que van a tomar siempre estarán basadas, si Kissinger razona ciertamente, en su primera observación aquí citada.
Si esto es entonces la naturaleza de la bestia política, abstenerse de votar o, mucho peor, evadir la acción política, de poco serviría para plasmar el ejercicio de la dominación y el poder político por aquellos que les sirve esto en sus entrañas, sino, simplemente les seria más fácil de disfrutarla. De hecho, es difícil encontrar pruebas de cambio en carácter o comportamiento en políticos por el hecho de un pueblo en números altos abstenerse de enfrentar a esos divinamente heridos por el flechazo de perseguir poder sobre los demás.
Luis de Agustin
Gracias por su comentario, con el que estoy plenamente de acuerdo.
Efectivamente quien se siente llamado por la política debe, en teoría, poseer una fuerte vocación de servicio a la sociedad de la que forma parte. Sin embargo, tengo fuertes dudas respecto a si en la actualidad este es la motivación de los políticos, de bajísimo nivel, que se presentan ante los ciudadanos en España.
Mis dudas no están en la esencia de la política, sino en la honestidad de las personas para consigo mismas. Estas personas, insisto, en España, desean el poder para instalarse en el y vivir del mismo durante todo el tiempo que puedan.
El paradigma de cualquier partido político en mi país es que aquello que da votos es bueno per se. Y yo discrepo profundamente. De ahí mi negativa a participar en algo que no considero ni política ni democracia.
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