Por qué tanta prisa. Los ciudadanos normales tenemos sospechas. Los ciudadanos normales, cuando un partido político nos dice que va a impulsar algo que nos «beneficia» nos ponemos de inmediato a la defensiva. Y es que ya estamos escaldados. Estamos seguros de que no nos va a beneficiar. Sabemos positivamente que un cambio en una ley para que todo sea más democrático, traerá consigo una pérdida de libertad, o de capacidad de lo que sea para el electorado. Y que solo va a ser bueno para sus fines.
Claro que esto no debería ser así; que los partidos deberían ser la fuerza impulsora que hiciera que la sociedad fuese cada día un poco mejor, un poco más justa y un poco más solidaria. Pero la experiencia nos dice que ellos actúan motivados exclusivamente por su propio beneficio: obtener o mantener el poder. No importa cómo. Engañar, subvertir, acusar, falsear, destruir... Cualquier cosa vale con tal de mantener el poder.
Nuestra ley electoral es mala o muy mala. Eso es evidente. Es una ley que favorece la mediocridad. Basta echar una ojeada a la mayor parte de los diputados y senadores. La ley electoral debe ser cambiada. El sistema de listas es bochornoso. En una lista puede ir desde un imputado hasta un amigo que necesite trabajo, o cualquiera que necesite ser aforado. Vamos, que es una vergüenza. Para el parlamento nacional o autonómico el único sistema posible es la elección directa a una o dos vueltas, como tienen los países que de verdad son una democracia. Lo demás es todo un apaño.
Sin embargo, en el caso de las municipales, lo que se vota es a un equipo de gobierno. Luego un sistema de listas, de equipos, es razonable. También es razonable un sistema de doble vuelta estilo francés para no fragmentar demasiado los gobiernos de los ayuntamientos y evitar que se produzcan pactos interesados. Pero en este momento, este menda no se cree nada que venga del PP con el sello de beneficioso. ¿Por qué ahora y no antes? ¿Por qué a unos meses de las elecciones? ¿De qué tienen miedo? Por qué nos toman por imbéciles.
Dejemos pasar unos días, leamos la letra pequeña de la propuesta y lo sabremos. Pero, con toda seguridad, hay gato encerrado. Y de beneficio para los ciudadanos, nada. Así que, virgencita, virgencita, que me quede como estoy.
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