Esta mañana , mientras paseaba a mi perra, me encontré con un par de personas que cumplían con la misma obligación. No sé si son los perros, que tranquilizan a sus propietarios, pero, mientras nuestros compañeros corrían y jugaban, casi sin quererlo, empezamos a hablar sobre la situación política. Sorprendentemente, en un tono normal, pacífico, sin toma de posiciones, en un tono crítico más bien, es verdad, pero razonable teniendo en cuenta que resultó que los tres teníamos pensamientos diversos. Sí, el poder perruno para sosegar es innegable.
Uno de mis interlocutores, votante de derechas, según explicó, decía que se le había pasado por la cabeza votar a Podemos, pero que ahora, con lo que se sabía de ellos, iba a dar marcha atrás. Buscaba a quién dar su voto. Confesó estar cerca del PP y también que había mucha gente en estado de orfandad electoral en su entorno. Gente sencillamente de derechas, pero no de extrema derecha como lo es en realidad la facción dominante de los populares: Rajoy, Cospedal y compañía. Pues este hombre, que había descartado a Podemos hablaba de la opción de Ciudadanos como la más adaptada a las personas de cualquier ideología que les gustase el espacio del Centro político.
El otro tenía claro que iba a votar a UPyD, a pesar de todos los dimes y diretes que hay sobre su lideresa. Lo tenía claro. Según él, la izquierda (se refería al PSOE) estaba embarrada en un robo sin precedentes con lo de los cursos de formación en Andalucía y los fondos mineros en Asturias. Y la derecha sentada encima de un pozo negro de asuntos mafiosos de mordidas y comisiones en todo el territorio nacional que le asqueaban todavía más. Definitivamente no solo no le hacía gracia el resultado de la gestión de los grandes partidos donde gobernaban sino que decía que los sacaría de sus asientos a patadas en el culo a todos... No aclaró a quién pondría. Se bloqueó cuando se lo pregunté.
Los tres coincidíamos en que la aparición de Podemos había sido causada por la incompetencia absoluta de los grandes partidos (IU incluida) para leer la realidad; por la vocación de estos de agencia de colocación: donde gobiernan infiltran cargos, asesores y pajilleros de todo tipo que suman muchos cientos de miles en todo el Estado; y por su inmovilismo: no han cambiado ni una coma para hacer evolucionar las leyes principales, y menos aún la electoral, con el único objetivo de seguir comiendo en un pesebre que les procuramos el resto de los ciudadanos.
Yo me confesé abstencionista militante, principalmente por el sistema de listas que selecciona lo peor de cada casa. Pero no por ello un despreocupado de la política. Les reconocí que mi sitio ideológico estaba en el entorno del PSOE, mas bien en el del espectro de Tierno, pero que no podía meter en una urna una papeleta con una lista hecha sin ningún criterio diferente a la conveniencia personal o de partido, que democracia no era solo la posibilidad de votar. Y sobre la situación actual les explicaba que a mi sí que me parecía bien que Podemos sacase muchos escaños si era la voluntad de un pueblo indignado y decepcionado con quienes les llevan sacando la sangre cuarenta años.
Probablemente, Podemos no solo no ganará las elecciones sino que sacará a lo mejor la mitad de los votos que le asignan las encuestas adía de hoy. Es igual. Va a entrar con fuerza suficiente en los parlamentos para poder arbitrar y hablar con contundencia. Podemos va a representar una guindilla en el culo para tanto imbécil aplaudidor profesional desde el escaño. Puede que los parlamentos se conviertan en circos. Pero será la voluntad del pueblo. También, probablemente, Ciudadanos llegue a tener muchos escaños y estos si que son una opción que puede perdurar. Podemos, si no se hacen rápido partido se diluirá en tanta asamblea para todo. Pero lo que es innegable es que estamos ante un tiempo nuevo, ante una nueva forma de hacer y de entender la política en la que el elector está por delante del partido. Tiempo era.
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