Sí. Intolerable es la palabra más adecuada al insulto general que los partidos lanzan a los electores. Estos son tenidos por una masa de imbéciles que solo sirven para emitir votos tantas veces como sea necesario. A ningún partido le importan nada las urgencias de los ciudadanos, ni el paro, ni las leyes aberrantes que el PP colocó desde su mayoría absoluta.
La mediocridad de todos los partidos resultó ya clara en el momento en que el resultado de las elecciones arroja una victoria de un horriblemente gestionado y completamente corrupto PP. Ninguna formación fue capaz de ilusionar a los votantes. Por la izquierda, del PSOE, nadie se fía, y a IU se le niega el pan y la sal por sus propios errores; por el centro, Ciudadanos no ejecutó al PP, coqueteó con el elector más retrógrado intentando pescar en caladero equivocado; y por ni la izquierda ni la derecha ni el centro, Podemos, al más puro estilo Stalinista, por no decir otro en el extremo contrario, manipuló mediante la soflama fácil y la propaganda.
Prefirieron jugar a ganar en lugar de jugar a no perder. Se pusieron a ellos mismos en el centro del objetivo, creían que tenían posibilidades individualmente, y cometieron un grave error. Un error de bulto, porque la estrategia correcta debería haber sido eliminar al PP, desintegrarlo para que con los años, este país llegara a tener una derecha seria, a la europea, en lugar de un partido como el PP, en el que el mando está en las manos puñado de franquistas disfrazados de demócratas. No lo hicieron por miedo a no sé qué cosa, y el PP les ganó las elecciones.
Desde el 20 de diciembre hasta ahora, se ve qué es cada cual. El PP, en su sitio, hierático, son el
rocoso Movimiento Nacional al que sostienen siete millones de electores que no saben que están huérfanos, pero que su voto vale lo mismo que los otros. El PSOE lastrado por sus luchas intestinas para ver qué culo se sienta en qué sillón y maneja el Partido, y también por la insolencia de sus líderes en Andalucía y en Asturias al presentarse como adalides de la honestidad en dos comunidades repletas de corruptos en sus filas. Ciudadanos en el papel de confraternizar, pero solo con el PSOE, con el PP no, que les puede costar apoyos si se juntan a corruptos convictos. Y Podemos, a destruir, a poner condiciones tan absurdas y estúpidas como el derecho a decidir mediante consultas no vinculantes.
Bien, veamos. Si se le pregunta a un español medio, normal, ni de izquierdas ni de derechas ni de centro, a un simple elector que sobrevive aquí, diría:
- Hay un montón de leyes que modificar y no hay justificación para no hacerlo. La cuestión de si se derogan completamente, o no, es secundaria. De momento hay que cambiar lo que estorba. No hace falta hacer propaganda con lo de derogar. A este elector le basta con que al la reforma laboral del PP, por ejemplo, se le cambien los artículos que dañan a los trabajadores y parados: contratos, indemnizaciones, facilidad de despido.
- Hay que redistribuir los impuestos y subírselos fuertemente a los que más tienen. Si es posible atenuarlos a la clase media, mejor. No deben pagar siempre los mismos.
- Cientos de miles, o millones de personas paradas sin subsidio. Y mayores de 50 años con pocas posibilidades de encontrar nada que les permita llegar a la jubilación con dignidad. La contratación de esa gente debe ser fuertemente favorecida.
- Hay millones de personas que por no tener trabajo o disfrutar de uno eventual que le reporta un salario incluso inferior al mínimo no pueden ni comer dignamente, ni pagar su casa o la calefacción.
- Hay millones de personas que se fueron al extranjero porque en este país, el suyo, los gobernantes son incapaces de generar las políticas adecuadas para que a su vez se genere actividad. De no estar fuera serían parados.
Atacando estos problemas de verdad podría hacerse algo. Sin embargo, los partidos nos insultan, nos dicen que es imposible un pacto porque, claro, un referéndum es imprescindible, o si está Podemos yo no estoy, o si está Ciudadanos, yo tampoco. Pamplinas. Aquí lo que se quiere es estar en el carro y tener sillones y cargos para cobrar a fin de mes y tener poder. Y todos, todos absolutamente quieren lo mismo. Por eso sostengo que nos insultan de manera intolerable... Los muy miserables.
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