10 marzo, 2016

La invasión de los desposeídos

Los bárbaros del norte acabaron con el Imperio Romano por invasiones sucesivas. Roma resistió, pero al final cedió, por las malas, pero cedió. Europa sufre ahora una invasión, solo que esta es la de los desposeídos; no solo ya la de los refugiados, sino la de los hambrientos o la de los que sencillamente buscan un mundo mejor para ellos y para sus hijos, en especial para estos. Vienen aquí por las buenas, buscan solo protección contra los jinetes del Apocalipsis que galopan por sus países de origen. Y Europa se resiste como se resistió Roma. Cierra fronteras para que no pasen.

Además, los burócratas elegidos por los diferentes pueblos de la UE diseñan un marco legal, o lo intentan, para impedir la entrada de toda esta gente y dejarlos en Turquía en campos ad hoc, como si Turquía fuese un lugar idílico. Desde luego, el marco será legal, pero no moral. Mientras los chupatintas hablan, cientos de miles de personas vagan en los espacios interfronterizos o están en campos improvisados en pleno invierno; miles de niños entre ellos que pasan hambre, frío y están enfermos. No nos importa ni nos avergüenza llevar a los nuestros al pediatra cuando tosen un par de veces. ¿Es esta la Europa que queríamos? Pues sorprendentemente diría que sí. Al menos es la que parecen querer muchos europeos, y españoles: aquí ya tenemos bastante con lo nuestro, así que, nada de inmigrantes, dicen. Esto tan simple es lo que piensa una parte muy importante de la población, en particular la de inclinación derechosa, pero también alguna izquierdosa.


Estaría bien, antes de emitir juicios o de decir estupideces sobre los que intentan llegar, ponerse a pensar en qué haría uno si este país, el nuestro, estuviera en guerra, o fuera pasto del hambre, o no hubiera oportunidades, y la probabilidad de morir a cualquier edad (ya no hablamos de llegar a viejo) estuviese severamente aumentada por la falta de la mínima estructura sanitaria; y si, además, supiera que en el sur, al otro lado del estrecho, la vida es fácil, y si trabajas, hasta tienes derecho a una pensión; y también que hay médicos y comida abundante... Seguro que muchos de esos que son favorables al cierre de fronteras se tirarían al agua con lo puesto y con su familia en una balsa de playa de esas de goma. Pues a todos estos, al llegar allí, deberían tirarlos al agua otra vez.

Por lo que parece, ningún país se va a plantar y a decir no cuando se tenga que decidir definitivamente. Ni mi admirada Francia, parece. Malditos sean todos.

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