Hay banderas que ofenden. A mi, personalmente, mi propia bandera cuando es utilizada por un tipo o una tipa de extrema derecha para marcar tendencia. Me molesta todo tipo de exhibición, pero en especial la de aquello de lo que uno se apropia sin ser realmente suyo, como la bandera.
Solo hay una explicación a este hurto de un símbolo de todos, y es el abandono por parte del otro lado del espectro político de un símbolo que, no entiendo por qué, se negó a aceptar como propio desde la transición. Todo había quedado pactado y todos estuvieron de acuerdo en avanzar hacia la democracia en un sistema de monarquía parlamentaria, autonómico y con una bandera común. Pero no hubo nada que hacer. La izquierda prefirió envolverse en las enseñas autonómicas o en la nacional tricolor de la república a pesar de lo acordado.
La consecuencia es que ahora que vienen mal dadas y se pide unidad, la derecha, incluso la más moderada, a las órdenes de la más extrema, se coloca la bandera y apela a que los únicos que garantizan la unidad de España son ellos. Y de esta manera, aprovechan también para decir que el cachondeo de un gobierno de coalición socialcomunista y la falta de autoridad y de gónadas hizo que murieran víctimas de la covid 19 decenas de miles de españoles. Con ellos esto no habría pasado... Bien, nunca lo sabremos.
Es verdad que el gobierno actuó de manera caótica en muchos casos, en demasiados. Pero es verdad también que la derecha utilizó sin rubor todo lo que estaba a su alcance para hacerlo caer sin importarle las consecuencias en vidas que eso pudiera traer. La Comunidad de Madrid ocultó muertes, falseó datos y, ahora sabemos que no disponía de PCR para cumplir las condiciones de pasar a fase 1, y a pesar del riesgo no le importó a una presidenta que, aparte de simple, debe tener a tipos como Bolsonaro en su modelo de imitación político. Claro que, Madrid tiene a quien se merece, pero, incluso así, nadie tiene derecho a poner en peligro más vidas de las que ya se pusieron por la desastrosa gestión de la información previa por parte de los servicios de la Comunidad y de Sanidad, que ahí la cosa se reparte.
Sin embargo, Madrid está repleta de mascarillas, eso sí, de diseño, con la banderita. Y es algo imparable, porque la extrema derecha tomó la calle y convenció a mucha gente de que el gobierno actuaba en contra de la Comunidad. Y el Gobierno no contrarrestó esto desde el principio, por ejemplo, saliendo todos desde el primer día con mascarilla con la bandera. ¿Qué pasa, que le iban a salir granos a Iglesias? Yo creo que no, pero lo peor es que ni se les ocurrió, y, de este modo dejaron que el fervor patriótico, que tanto necesitábamos para obedecer sin pestañear, pasara a manos de quienes primero querían confinamiento total pero ahora quieren desconfinamiento absoluto. Absurdo, sí, pero con el objetivo cumplido: confianza socavada y pérdida de miedo a la desobediencia.
Lo malo de esto, e insisto en responsabilizar sobre todo al Gobierno, empezando por un Pablo Iglesias que se salta la cuarentena para hacer nada en una rueda de prensa y dar gasolina al adversario y siguiendo por un Ministro de Sanidad pusilánime que, ni teniendo todo el poder supo imponer una manera de contar y dar datos a todas las autonomías por igual; lo malo de esto es que si hay un rebrote, entonces sí que vamos a estar desprotegidos.
Así que, a los ciudadanos decentes solo nos queda, como siempre, fastidiarnos y aguantar. aunque, también podemos rebelarnos y organizar alguna protesta pacífica con nuestras humildes mascarillas quirúrgicas, mandar un mensaje a tanto farsante. Yo propongo pintar con rotulador una banderita de España a la altura de la boca para que se vea que estamos en silencio, estupefactos, asombrados ante tanta incompetencia, ignorancia y abandono. Y que detrás de cada bandera pintada de manera infantil hay una voz, y lo más importante, un voto. Es la bandera silenciosa de la decepción nacional. Y aunque sea el único en hacerlo, lo haré, y, al lado de la bandera pondré también DECEPCIÓN, en negro, de luto.
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