Un problema de credibilidad
El Partido Socialista perderá estrepitosamente las elecciones del 20 de noviembre. Pierde gran parte de su base electoral porque millones de ciudadanos dejaron de creer en su capacidad para gobernar el país.
La inminente llegada del PP al poder ilusiona a muchos electores, que lo ven como una salida a la situación de crisis que estamos viviendo.
Cuando se escucha a la gente, se ve que España, como siempre, está dividida en dos: derecha e izquierda. Sin embargo parece que algo empieza a cambiar. La dualidad visceral de antaño parece transformarse en puro maquillaje. El desencanto hace que votantes del PSOE no solo pasen a la abstención, sino que sean capaces de votar al PP, como se verá pronto en Andalucía. Lo mismo puede empezar a suceder en sentido contrario en subsiguientes comicios.
Esto significa que los votantes empiezan a valorar su papeleta como un elemento capaz, no ya de otorgar el poder, sino de desalojar del mismo a quien lo hace mal. O sea, que el PP debe tener cuidado y no revolcarse en el éxito. Es el fracaso del contrario lo que el ciudadano va castigar. Es el fracaso del PSOE lo que le va a dar el poder. El PP no barre al PSOE, es el electorado quien lo expulsa.
Si Rajoy es inteligente, que lo es, y mucho, se dará cuenta de esto y hará una política seria y de profundidad, sin alharacas populistas y se guardará mucho de demostrar gran euforia tras el triunfo. Aunque lo va a tener difícil viendo el tipo de político que lo rodea en el PP. Para frenar esto, puede que dejar la estrategia de comunicación en manos de Gallardón sea una buena idea.
El PP desde el púlpito de su mayoría absoluta, lo mismo que el PSOE desde el charco de la oposición, no deben dejar de mirar al 30 % o más de la población que va a abstenerse. Este porcentaje constituye un número de electores igual al que da la mayoría absoluta al PP y lo forman personas que, con toda seguridad, no son unos vagos que no quieren moverse de casa para ir a emitir su voto. Harían mal PSOE y PP en no hablar de la pérdida de credibilidad de la política, de la bien ganada mala fama de la profesión de político entre los ciudadanos y de los porqués de la alta tasa de abstención.
España necesita recuperarse económicamente y eso pasa por sacrificios de la población, y precisamente por eso, porque el esfuerzo va a ser de los ciudadanos, estos se merecen un reconocimiento en forma de una participación más directa en la elección de candidatos y en la política en general. La ley electoral está obsoleta. Los líderes deben ser valientes y atreverse a liderar. Los puestos en la política se ganan en las urnas, no en una lista abrigada.
1 comentario:
Usted escribe, "El PP desde el púlpito de su mayoría absoluta, lo mismo que el PSOE desde el charco de la oposición, no deben dejar de mirar al 30 % o más de la población que va a abstenerse." Por favor, señor.
Sr. Rajoy es como todos los oligarcas que gobiernan este país, al ganar, no le importara ni un poquito a este grupo. Como a los plutócratas quienes intereses el Sr. Rajoy defenderá, solo les importa la victoria. El grupo 30% que usted menciona, no representa más que una nota al pie del triunfo electoral.
Sus comentarios están llenos de esperanza como si esperase que las rayas de una cebra, sobre todo unas de largo entrenamiento en los instintos básicos de la supervivencia política, como las del inminente líder del país, de alguna manera pueden ser cambiadas por fuerza de la virtud moral que usted aquí expone.
El Sr. Rajoy se comprometerá a algunos cambios, sin embargo, siempre y en la medida de su conveniencia y los expedientes de su partido. El pueblo español se juntara a ellos a quejas, pero confiado a la medida en que una vez más este dispuesto a dejarse engañar. El no permitirse actuar de esta manera por parte del pueblo, también conveniente, significaría que tendría que el pueblo pagar con molestia excesiva en el presente en vez de pasar la cuenta a ciudadanos en algún futuro. La única pega de este bonito arreglo de conveniencia es que por no querer pasar lo duro que es necesario sufrir en el presente, los mismos que hoy esquivan el camino doloroso, dan mas cuerda al brazo con sable que hozara cabezas en un futuro mucho mas cerca de cual se piensa librar.
Luis de Agustin
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