El virus del ébola ataca de nuevo. Esta vez, además parece que el brote es serio, hasta el punto de desencadenar la alarma de la OMS, que decretó el estado de emergencia de salud pública internacional. El virus se expande ya tan rápido que los medios de control para impedirlo son prácticamente inoperantes. Esto quiere decir que, aunque nadie se atreva a escribirlo, que las probabilidades de que el brote de el salto al «mundo civilizado» son más altas cada día que pasa.
Se sabe que el reservorio natural de este filovirus es un murciélago comedor de fruta. Pero de los murciélagos pasa a otros animales: monos, antílopes y, lo más importante, a cerdos. Y los humanos comemos de todo. La infección se produce por el consumo de carne cruda de animales infectados, pero no solo de este modo. La manipulación de cadáveres de estos animales, o el proceso de sacrificio y despiece, pueden infectar fácilmente a quienes las realizan y, estos, a su vez contagiar a las personas de su entorno.
Se dice en todas partes que el contagio no es fácil, que no se transmite por el aire, como la gripe, que se necesita un contacto más íntimo con el enfermo y que son los fluidos corporales de este los que hacen de vector del germen. Sin embargo la gente se saluda, se besa, se abraza, se aparea y se toca, o sea, intercambia fluidos, por lo que la expansión es imparable. Solo es cuestión de tiempo que alguien llegue infectado en algún vuelo procedente de un país con la epidemia activa. Es tontería controlarle la temperatura a la gente. Alguien perfectamente normal y sin síntoma alguno, puede estar incubando la enfermedad. El periodo de incubación puede ser muy corto, o llegar a tres semanas, por lo que un infectado puede infiltrarse en cualquier país en cualquier momento.
La cuestión es que el Ébola, como el SIDA, en su momento, inicia su camino en el inframundo, en África y, con toda seguridad llegará a todas partes. La miseria tiene la culpa de que la incultura y el hambre obliguen a la población a vivir de un modo que facilite el salto hasta las personas de estas infecciones, que en condiciones normales solo afectan a animales. Y siempre es en África, ese continente que, quién sabe por qué, interesa mantener en estado de pobreza extrema.
Bien, este es el precio. Ellos, los ultrapobres, pagan primero las consecuencias y las sufren en hospitales sin medios gestionados por nuestra caridad. Los muertos ya superan el millar. Pero, al final, la epidemia romperá las barreras y causará un problema de salud a nivel mundial. Y si no es de esta será de la siguiente. Porque esto de los contagios es una simple cuestión estadística: cuanta más gente haya infectada, mayores son las posibilidades de transmitir el microorganismo. Así que o nos tomamos en serio lo de respetar y desarrollar a toda África y dejar de una vez de atacar la dignidad de sus habitantes, o las cosas solo irán a peor.
1 comentario:
Bueno, alguna empresa farmacéutica americana saldrá beneficiada. Ya nadie recuerda el Tamiflu para la gripe?
Saludos
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