Sostengo desde hace tiempo que, en una visión darwinista de la política en España, el sistema electoral basado en listas elaboradas en las cúpulas de los partidos selecciona positivamente individuos poco adaptados al entorno social real. Esta selección forzada, orientada solo a la lealtad y a la conservación del poder del partido no tiene en cuenta la valía real de los candidatos elegidos y esta es la razón de que los partidos tradicionales cometan tantos errores. Sus aparatos están gripados por tantos años de incompetencia personal y solo unos pocos individuos se salen levemente de la mediocridad enraizada en ellos. Pero no es suficiente.
Cuando uno echa un vistazo a su alrededor a los candidatos de los partidos tradicionales en su pueblo, ciudad o autonomía, en pocos casos puede decir que se siente bien representado. En principio porque las listas, en realidad, no representan a nadie y luego, lo más importante, porque los elegidos son tenidos en realidad por gente lejana, poco accesible y bastante poco fiables, cuando no indeseables, o directamente corruptos. Pocos son los que se salvan de la baja estima, por no decir desprecio, de los ciudadanos en general.
En esta atmósfera enrarecida surge Podemos y en menos de un año, con toda probabilidad, va a situarse en las encuestas a la cabeza de las opciones de voto, o lo que es lo mismo, va a ser alternativa de poder y opción de gobierno. Y uno se pregunta, ¿cómo es posible que una formación sin programa electoral, que solo parece decir vaguedades, y cuya imagen pública en un joven de pelo largo recogido, puede encaramarse a la «pole position» para las siguientes elecciones? Pues es posible, y los partidos tradicionales ayudaron a que ello con su peculiar ceguera respecto a este surgimiento.
Claro que no solo es lo mal que lo hacen los otros, es también lo bien que lo hacen ellos. Podemos no es un movimiento organizado por cuatro pasotas descerebrados. Su núcleo surge en la Universidad, en concreto el las facultades de Ciencias Políticas. Así que su cerebro colectivo está más que bien amueblado y es capaz de montar una estrategia perfectamente orientada a obtener el poder mediante el voto de los electores. Efectivamente, puede que hayan ido a las Europeas con un programa lleno de intenciones infantiles. Pero lo que se les oye decir ahora, ya de manera más pausada, deja entrever que empiezan a tener claras algunas cosas. Por ejemplo, ya no dice su líder que no se vaya a pagar la deuda, sino que la sometería a auditoría, y la que resultara ilegítima se cobraría, pero no con el interés previsto ni en el momento pactado. Tengamos en cuenta que, por ejemplo, los bancos españoles, y otros, estuvieron en un momento dado pidiendo dinero al BCE a un interés del 1% y comprando deuda española al 7 %. ¿Es eso legal? Sí, completamente... ¿Pero es legítimo?
Pues mensajes como esto de los bancos, o como el de que las empresas que ganen dinero en España tendrán que pagar impuestos en España por ese dinero, son los que manda Podemos. Y el electorado los entiende porque son cristalinos, fáciles y evidentes. Es decir, que Podemos, de momento, parte con una extraordinaria ventaja respecto a los otros: se les entiende. Además de esto, y enlazo con el principio de la entrada, la pobreza argumentativa, la falta de capacidad de comunicación, y muchas veces la falta de competencia, de quienes se enfrentan a Podemos en los foros públicos en representación de los otros partidos, lleva a la audiencia a ponerse de la parte del «tipo de la coleta», como despectivamente llaman a Pablo Iglesias.
En las tertulias televisivas, que son las que mueven la política en lugar del Parlamento, Iglesias espera pacientemente a que sus adversarios griten, gesticulen, le insulten y se pongan nerviosísimos, para, en su turno desmontarles sus pobres argumentos con calma y con orden. No, no puede decirse que Iglesias sea una especie de Che Guevara. El líder de Podemos es un tipo bastante educado y preparado, mucho más que sus oponentes, para discutir sobre cualquier asunto que tenga que ver con la política o el estado de las cosas. Está claro que si frente a Iglesias se sentaran personas de peso, capacitadas, educadas y calmadas, capaces de argumentar en lugar de descalificar y gritar, Podemos no sacaría el rédito que saca. Pero es que no los hay, o no se atreven a ir a la pelea.
Es evidente que una encuesta no es un resultado electoral. También lo es que Podemos deberá ir concretando su discurso y preparando un programa de gobierno real y creíble. Pero una cosa está clara: son capaces de hacerlo, y más después de que se vaya depurando su manera de hacer política. Y luego están los otros, los de la «casta», que son tan mediocres que ni fueron capaces de sacudirse el apelativo. Todo hijo de vecino les llama así. Y todo esto les viene simplemente porque su arrogancia y su mirarse al ombligo les impidió ver que detrás del 15M había algo más que chavales radicalizados con gana de gresca. Y ahora ya es demasiado tarde. Esto es química y la reacción comenzó, y es ya imparable. El calor generado es mucho... Solo cabe desear que no sea explosiva. Y no queda mucho para las elecciones generales. Eso si no se convocan en pocos días dada la situación del Gobierno y del partido que lo sustenta.
2 comentarios:
Muy bien todos los pasos que sean liberalizar o eliminar el sistema asfixiante de listas electorales cerradas. Estupendo que el Sr. Iglesias (coleta, no usted) estimule la participación democrática en el país. Pero no nos engañemos con la apariencia liberal del modo que actúa el partido de Pablo Iglesias.
Perfecto que Iglesias anunció el 5 de junio pasado que la primera Asamblea Ciudadana “Si se puede” se reuniría este otoño. Perfecto que habría elecciones abiertas, en que cualquiera podría participar, pero muy importante – con listas cerradas. Estaba bien que no se puso límite en el número de listas que se podían presentar. Pero otra vez, fijémonos de la casta ya partidista de control de que usted se queja, en este caso por el Sr. Iglesias, que el voto fue para el día 12 de ese mismo mes, una semana después.
El resultado fue que se presentaron un total de dos listas, una la de Iglesias. Lo siento, Sr. Iglesias (el de sin coleta) pero tanto la apertura y liberalización de este partido nuevo, no inspira más que sospechas de que este grupo venga a ser diferente a los que intenta ganar, PSOE, PP – o es que se va a esperar menos por un grupo con fundación comunista de la cual siempre se ha basado en control absoluto.
El resultado del voto le dio a Pablo Iglesias 87% del voto. Claro que con listas abiertas y más tiempo, igual solo abriese recibido 67%; pero por lo visto, no se trata de eso.
Luis de Agustin
Entiendo lo que dice, Sr. de Agustín, y lo comparto en gran medida. No es que Podemos vaya a tener mucho de diferente de los otros partidos cuando entre en la rueda del poder. Yo solo lo analizo como fenómeno social y como opción de gobierno a la que se llegó por los pecados cometidos por los partidos grandes y no tan grandes. Si se hubiese avanzado más en democracia (ley electoral) se hubiera evitado la corrupción y los gobernantes serían de más nivel... Fíjese usted que la ministra de sanidad es Ana Mato (Dios nos ampare). Y es solo un ejemplo que tanto en el PP como en el PSOE abunda en demasía.
Gracias por su comentario
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