La Unión Europea está expectante. Cabe la posibilidad de que hoy no haya acuerdo en el parlamento griego y se convoquen elecciones. Los «mercados» ya tienen temblores; manifiestan el miedo con descensos de sus índices. Pero por qué. Por qué un pequeño país que representa solo el 1,5% de la economía europea puede aterrorizar de ese modo al sector financiero europeo, y por extensión mundial.
Grecia es una economía pequeña, su PIB tiene un valor aproximado de un 20% del de España y de un 6% del de Alemania. Pero el PIB griego tiene desequilibrios: demasiado peso del sector servicios respecto al sector industrial. Grecia produce poco, y esto la llevó, y la lleva, a una difícil ecuación para sostener el estado de bienestar, o lo que les queda de él. Grecia debe el 170% de su PIB, o lo que es lo mismo: cada griego tiene una deuda acumulada de unos 30.000 €.
Cuando se miran los datos en frío, resulta sorprendente que hace unos 20 años, la deuda por habitante en Grecia era de 8.000 €. Qué puede haber pasado. Pues debe ser cosa de brujas, o de algún poder oscuro, porque algo parecido pasó en España: nuestra deuda por habitante pasó de ser de unos 7.000 € en 1995 a los 20.000 € de hoy... Sí, sí, usted que lee este blog. Qué sepa que debe veinte mil eurazos. A que no tenía ni idea. Y, no solo somos los de la cola, no... En la parte de arriba de la tabla es parecido: cada alemán debía hace 20 años 12.500 € y ahora debe 25.000; cada francés debía 10.000 y debe 30.000. Vamos, que, por alguna razón desconocida, toda Europa empezó hace 20 años una orgía de pedir prestado para gastar en no se sabe qué que nos trajo hasta el desastre actual.
Si miramos todo esto con el microscopio de la lógica, el griego multiplicó por 4 su deuda, el español y el francés por 3 y el alemán por 2. Pero, claro, el alemán puede asumirlo, y pagará, porque tiene una economía con un fuerte sector productivo e industrial; el francés, casi como el alemán, aunque con más problemas; el español, por contra, tendrá serias dificultades porque no tiene una economía productiva como la alemana, más cuando en los últimos años se despreció la industria en favor de la construcción; y el griego..., el griego, directamente no podrá pagar. Grecia no pagará porque lo que gasta para mantenerse viva es más que los bienes y servicios que es capaz de producir. Y esto mismo pasa en España, menos, pero pasa.
A la Troika, y compañía, le aterroriza que haya un riesgo respecto al pago de la deuda porque de este modo se les acabaría el beneficio de la parte de los intereses. Lo que deben Grecia genera pingues intereses a los prestamistas. Y si Grecia declara ilegítima una parte de su deuda, alguien dejaría de percibir beneficios por rascarse la barriga (léase bancos y especuladores que obtenían dinero a bajo interés para meterlo en deuda de países en dificultades). Por eso tiemblan los mercados. Porque si en Grecia gana las elecciones algún partido «radical» puede declarar como ilegítima una parte de la deuda, además con toda la razón. Y esto, claro, causa terror..., el mismo terror que causaba el fuego griego en las guerras en la antigüedad.
Los intentos de Bruselas para que se reduzca el gasto en Grecia son vanos. Aún estos días se pedía que se bajasen las pensiones y que se subiese el IVA. Una gilipollez teniendo en cuenta que eso generaría una reducción inmediata del consumo y, lógicamente de la recaudación. Así que los cerebros económicos del Eurogrupo van a tener que pensar en otra cosa, y si no lo hacen, los griegos, sencillamente no pagarán porque no tienen con qué. Grecia es un epítome de cómo la política equivocada puede llevar a un pueblo a una situación de desesperación.
Y lo peor es que una decisión griega en estos términos podría tener el mismo efecto que el fuego griego, que ardía con más fuerza cuando se intentaba apagar con agua, ardía incluso debajo del agua. El fuego griego hundió flotas enteras. Y si se produce un efecto contagio y se empieza a declarar ilegítima la deuda emitida en términos de usura, la flota de los prestamistas puede quedar hundida, quemada, barrida, cuando España, Portugal, Italia, etc., decidan hacer lo mismo para reajustar y sanear sus economías. El mundo entonces se moverá de otro modo, porque ya nadie querrá prestar dinero al dejar de ser un negocio fácil y lucrativo.
Vaya con el fuego griego...
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