Se me ocurren otros calificativos, además de viscoso, para describir el submundo del fútbol: amorfo, amoral, inanimado... Ninguno de ellos positivo. Esta viscosidad empieza ya cuando se observa a los padres de chiquillos que juegan en el equipo de la escuela. Algunos de ellos se comportan como verdaderos zoquetes sin cerebro. El mundo del fútbol está repleto de zoquetes sin cerebro, empezando por dirigentes federativos y de clubes y terminando por todos aquellos aficionados a los que no les importa nada con tal de que su equipo gane, o que su equipo enemigo pierda.
Naturalmente hay una gran mayoría de aficionados normales, como la hay de políticos no corrompidos por el sistema. Sin embargo, ambos, con su permisividad, apuntalan una manera de hacer que sobrepasa todas las barreras de la irracionalidad. No es de recibo no borrarse de socio de un club que mantiene y alienta elementos ultra, no se sabe con qué fin, capaces de hacer cualquier tipo de salvajada en nombre de su equipo.
Es el segundo muerto que se produce alrededor del estadio del Atleti. Según parece la hinchada ultra todavía grita consignas y soflamas vanagloriándose del apuñalamiento hace años de un hincha vasco, en este caso de la Real. Los dirigentes del Atleti oyen los cánticos y saben perfectamente que la forofada ultra tiene peligro y que, a veces, la violencia es excesiva y ¡zas! Alguien muere, como sucedió la mañana del pasado domingo: esta vez un ultra del Depor que habían tirado al río.
A pesar de todo el partido se jugó, lo que define la catadura moral de los dirigentes de ambos clubes. Un muerto en el depósito y ellos en el palco. No tuvieron el valor de anunciar por megafonía que el partido no se jugaría. Se dijo que no fue encontrado el responsable federativo que debía tomar la decisión. Que me perdonen, pero si el presidente de un equipo decide que sus chicos no salen al campo, se acabó la historia. No lo hicieron y eso se llama cobardía, insensibilidad y connivencia, o de cualquier otra manera más fuerte.
Otra cosa que me alucina es que a los partidos se les ponga una nota de riesgo y que ello determine un mayor o menor dispositivo policial. Es decir, que es la policía quien tiene que poner orden entre hinchadas proclives al enfrentamiento. Bien, eso está bien. Pero, ¿quién paga el dispositivo ese, los clubes o el contribuyente? Me disculparan si me pongo insensible y digo que si no lo pagan los clubes no debería ponerse ni un efectivo de más que lo estrictamente necesario para una aglomeración normal.
Está claro que la solución la tienen los clubes: algunos no tienen ultras porque sencillamente no los alimentan. De cualquier manera, otra solución es la de hacer leyes contundentes. Me pregunto si habría ultras si, el Manzanares, después de los altercados del domingo en los alrededores, fuera clausurado, por ejemplo por dos años. A mi entender sería una medicina muy efectiva. En Inglaterra se endurecieron las leyes e ir al fútbol es una actividad lúdica, apasionada, pero sin peligro. Pero claro, esto es España.
4 comentarios:
Sabía que los ultras del Deportivo de la Coruña y del Atlético de Madrid se habían citado con unas semanas de antelación a través de wahs't app en el lugar del altercado y a una hora determinada. Pero lo que me dejó perplejo es cuando un aficionado normal al fútbol comentó en televisión española que en realidad la reyerta se preparó no por rivalidad deportiva sino por ideología política, ya que el Frente Atlético (Ultras del Atlético de Madrid) son de extrema derecha mientras que los Riazor Blues (Ultras del Deportivo de la Coruña) lo son de extrema izquierda. Además, se la tenían jurada los unos a los otros por antiguas rencillas ocurridas en otros partidos de estos dos equipos. Es decir, nada de lo que sucedió tuvo que ver con el fútbol sino por una ideología política extremista. ¡Aún no salgo de mi asombro! A. Sierra.
Desde luego, la cosa tuvo que ver con la "política". El problema está en que el fútbol, los clubes, dan cabida a estos grupos, incluso les ceden espacios para que guarden sus cosas. Los clubes, en mi opinión son los únicos responsables. Por ello, entiendo que si un estadio se cerrara una temporada o dos cuando pasan cosas de estas, sencillamente dejarían de pasar. Se que es un tanto drástico, pero a veces no queda otra. Solo se entiende con este tipo de medidas, En Inglaterra lo resolvieron.
Me parece que su solución para eliminar que se repita otro caso como el que delinea usted aquí, es como decir que si alguien muere en una demostración política que se convierte violenta, se deben de cerrar las urnas durante un ciclo electoral. Es como decir que la solución para evitar muertes en las carreteras por borrachos, es legislar una tolerancia de alcohol en el cuerpo de cero al tomar el volante – o espera, esa ley ya existe. Es como intentar eliminar muertes por causa dicha, cerrando las autopistas por un determinado tiempo y así no matan más los groguis en el volante. Es como. . . bueno, creo que me explico.
Luis de Agustin
Bien, Sr. De Agustín. Admito que es una solución drástica. Pero, verá. Son los clubes quienes mantienen y animan a estos grupos violentos, luego son los clubes quienes deben pagar por los desperfectos. El fútbol es un mundo sórdido gestionado por gente que solo entiende lo que le afecta al bolsillo... De moral o ética, ni les hable.
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