Esperanza Aguirre está perdida de los nervios. Desde que empezó la campaña, y antes, lleva atacando a Manuela Carmena en todos los frentes, menos en el que debe, que es el ámbito político. Aguirre se centra en lo personal, intenta hacer relevantes informaciones de la empresa de arquitectura del marido de Carmena, en concurso de acreedores; intenta descalificarla a ella al acusarla de haber llegado a juez por la puerta de atrás del cuarto turno en lugar de por oposición... Para Esperanza vale todo, no hay límites, aunque las anteriores acusaciones sean completamente falsas.
Esperanza Aguirre está acostumbrada a la pelea política barriobajera. Es una especialista en el juego sucio, en el golpe bajo. Además cuando se juega con ella en este terreno, encaja como nadie. Lo que no se sabe muy bien es si su capacidad de tragarse ganchos al bajo vientre viene de su especial fortaleza o de su absoluta insensibilidad al dolor propio a ajeno, algo típico de quienes se creen semidioses por encima de los comunes mortales, y también de aquellos que poco más que serrín tienen en la cavidad craneana.
El hecho de que Manuela Carmena no entre al trapo está haciendo que Esperanza Aguirre, fiel a si misma, persevere en meter la pata con más fuerza cada vez. Aguirre no pierde oportunidad de hacer declaraciones que descalifiquen a su rival. Sus actos públicos están solo orientados a esto y a su populismo barato. Intenta que Carmena pierda la paciencia. Esta, con toda tranquilidad, insiste en que ella no va a descalificar a nadie y, para más inri, da explicaciones de todo tipo y con total apertura sobre aquello de que la acusan. Carmena no se pone nerviosa y esto pone a Aguirre más de los nervios si cabe.
Cualquier candidato podría sacar miles de cosas a Esperanza Aguirre, desde urdir el tamayazo hasta proteger bajo su ala a corruptos de alto copete, eso sí, sin darse cuenta de ello. También podría atacar al muy noble marido de Aguirre para hacer aún más daño. Pero Manuela Carmena no dice una palabra. Manuela Carmena deja que Aguirre patalee y se hunda cada día un poco más en el fango. Carmena sabe que juega en un equipo inferior, pero también sabe que, los votantes toman siempre nota y que a Aguirre todo lo que no sea ganar por goleada no le vale, pues corre el riesgo de perder al control del partido en Madrid.
Al final el pueblo hablará y decidirá lo que sea menester. Pero algo se está poniendo claro para los electores y es qué es cada persona. Aguirre es tan solo una condesa consorte chillona y maleducada..., aún así puede ganar. Manuela Carmena, por contra, puede perder, pero siempre será considerada como una señora. Ser una señora es imposible para Esperanza Aguirre porque la humildad es principal cualidad de quien lo es, y ella no sabe lo que es esto.
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