A ver si se me entiende. En el debate este de investidura que tuvimos, no se al resto del personal, pero a un servidor le ponía de los nervios ver a buena parte del rebaño de diputados electos estuviese más pendientes de su móvil que de lo que decía quien estaba en la tribuna. O sea, que en este puto país, con estos putos políticos poco, o nada, cuenta la educación: «qué va a decir este, que no es de los míos, además ya contesta el jefe». Aunque, a veces es el propio jefe el que está en esas displicentes prácticas. O sea, les pagamos para que vayan al parlamento a legislar y gastan el tiempo en poner tweets. Debo ser yo, que me estoy quedando antiguo, pero tengo la impresión de que estos chicos no saben lo que cuestan ni la responsabilidad que tienen.
Fuente: El Diario |
Lo malo de ser rey, o reina, es que hay que estar permanentemente guardando las formas y dando ejemplo, lo bueno, que se cobra una pasta, que es un trabajo para toda la vida, que se vive de puta madre, y, como ventaja social adicional, que el chollo pasa a tus hijos, que accederán al oficio sin pasar examen. Así que, por favor, déjense ustedes de hacer gilitonteces y de «compis yoguis» y «comiditas» con presuntos delincuentes, y pónganse a trabajar. No hagan como los diputados y senadores.
Debería haber un examen para la gente que usa las redes sociales, especialmente las de mensajería instantánea (WhatsApp) o las de notificación de estado (Twitter). Resultan altamente peligrosas si no se usan adecuadamente. Sobre todo porque cualquier piernas puede conseguir información sobre ellas. Y es una tontería exigir intimidad en un espacio en el que uno se expone a todos de manera voluntaria. Si no quieres que te lean los mensajes, pasa de los servicios de mensajería, o úsalos lo mínimo. Y si no quieres arrepentirte por piar demasiado, usa Twitter con moderación. «Más vale poco y bueno que mucho y malo»
1 comentario:
De acuerdo, Jesús. Y añado a tu crítica la que merece la pléyade de imbéciles que rinden culto a la mensajería tan instantánea y breve como vacía reproducida en los medios de comunicación tradicionales (prensa, radio y televisión). A ellos no, claro, sino a las manos que los manejan. Me saca de quicio ese estar pasando constantemente en pantalla los mensajes que reciben, tan simplitas como las mentes de quienes los envían, ejemplos de burda manipulación, que ocupan un lugar tan destacado como el del comentario más elaborado. Basta con escribir una mamonada, tener suerte para que te pongan y ¡hala!, directamente a la pantalla, a las ondas o a las páginas. Inaudito, la verdad. Y es que no solo estamos en manos de políticos de bajísimo nivel, sino que los periodistas están aún muy por debajo. Comentario aparte, aunque no más favorable, merecerían los tertulianos, pero mejor dejarlo para otro día.
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