Cuando la tasa de natalidad es menor que la de mortalidad en un país, algo grave pasa. En España se da este caso, según los últimos datos del INE. El último año las muertes superaron a los nacimientos en más de 32.000 personas.
Lo que esto quiere decir es que, de seguir esta tendencia, el estado de bienestar, ya precario, será completamente insostenible. Y para remediar el problema solo hay dos soluciones: fomentar la natalidad, fomentar la entrada de población extranjera (inmigración), o ambas a la vez.
Claro que en España esto es prácticamente imposible por razón de que el alto paro estructural hace inviable la generación empleo suficiente y, por consiguiente, de dinero para, mediante tasas o impuestos mantener de nuestro actual sistema: pensiones, sanidad, protección social, etc. en el futuro.
Dicen en el PP que la crisis está quedando atrás. Puede que sea cierto en el mundo financiero, pero en el mundo real, la gente que trabaja, aunque es mayor en número, no hace muchas más horas que en los peores momentos de la crisis. O sea, el empleo es más precario, de peor calidad y peor pagado. Esto es bueno para el capital, pero malo para el trabajador. Pero, como los impuestos sobre el capital y sobre los beneficios empresariales son menos fuertes que sobre las rentas del trabajo, pues la recaudación no es la que debería ser en un estado equilibrado.
La cuestión es que la natalidad decrece porque nadie en su sano juicio se permite tener hijos en una situación laboral precaria y en un país donde la protección a la mujer respecto a la maternidad es lamentable. Todos conocemos casos en los que mujeres tienen serias dificultades para conservar su puesto de trabajo si se quedan embarazadas.
Este gobierno y otros anteriores tuvieron en la mano articular leyes decentes para la maternidad y para la dignificación de las relaciones laborales. Pero no lo han hecho. El PP ha conseguido con la precarización del empleo que España emprender una senda hacia el abismo.
En un futuro no muy lejano los empresarios tendrán dificultades, porque basar el beneficio en el empobrecimiento de la mano de obra es insano. La cualificada huirá y la no cualificada no dará una pedalada de más por la empresa. O sea, lo lógico. Y como las parejas no tendrán hijos, pues las pensiones tendrán que bajar y bajar. Así que, no va a haber problema. Los jubilados se morirán de hambre, en la calle no jugarán los chiquillos y en el PP estarán encantados. ¿No es estupendo?
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