Aunque pueda parecer una broma, en realidad no lo es tanto. Hablo de una hipotética negociación política para dar solución al problema catalán.
No; que nadie tema. Esta entrada no va de buscar culpables de el esperpento que vivimos con consultas absurdas, declaraciones de independencia ridículas, manipulaciones de masas bovinas de uno y otro lado... No; ni tan siquiera va esto de valorar las también ridículas órdenes de prisión cautelar a políticos o las cobardes huidas o las salvajes cargas policiales del 1-O. Y no va de eso, porque todo ello es artificioso y no se centra en la raíz del problema.
Está claro que hace unos pocos años el sentimiento independentista catalán era mucho menor que ahora. Pero estaba ahí. La decisión de Rajoy de contrarrestarlo judiciadizándolo no hizo más que acrecentarlo. Rajoy es una máquina de hacer independentistas. Rajoy consiguió que el problema fuera de mayor dimensión, pero no deja de ser el mismo problema de siempre. Y los problemas en política se resuelven mediante la palabra y la negociación. Y cuanto más tarde se inicie, más difícil se hace.
Y ahora llega la gran pregunta: ¿negociar qué? Bueno, pues, por ejemplo un cambio legal para que un territorio pueda hacer una consulta sobre su futuro a sus habitantes. ¿Por qué no? Claro que, una consulta solo cabe si la papeleta va con una pregunta clara de respuesta binaria. Y para que fuera válida de verdad tendría que darse una participación mínima, clara; y que para ser vinculante, la mayoría favorable a la secesión debe ser rotunda, no un exiguo 51% con una participación del 60%, que equivaldría a un apoyo real y en votos del 30,6% del censo. No sé; se me ocurre: participación mínima 80%, voto favorable a la independencia 65%. Esto garantiza un 52% del censo favorable.
Y esa sería una parte de la negociación. Pero después están las garantías de las mayorías y de las minorías. ¿Qué pasaría si, como realmente ocurre, el área metropolitana de Barcelona dice NO a la secesión y SÍ a seguir formando parte de España? Es de suponer que los independentistas, que piden un respeto por el derecho a decidir, no pondrían trabas a que una parte de lo que ellos consideran su territorio hiciera uso de ese mismo derecho, más después de contados los votos. Habría pues que garantizar esto también.
Estos días se hacen bromas con la hipotética república de Tabarnia. Pero esta aparente tontería inocente, es una carga de profundidad contra los principios básicos del independentismo. La idea, además, parece sacada de La Ley de Claridad canadiense. Canadá fue siempre puesto como ejemplo por los catalanistas, sin darse cuenta de que Canadá está hasta el gorro de consultas en Quebec y lo que hizo fue una ley, aceptada por ambas partes, en la que se establecen los criterios para que una parte del territorio pueda independizarse. No solo Quebec.
Algo que no entiendo, y por lo que no pasaré jamás es por que pueda llegar a otorgarse el derecho a consultar sobre su hipotética independencia a Cataluña y que ese mismo derecho no se extienda a todas las autonomías. Ya tuvimos que tragar por dos niveles autonómicos. Así que, de eso nada. Los Asturianos, por ejemplo, no tienen por qué tener menos derechos que vascos, gallegos, catalanes o andaluces. Es de cajón de pino. ¿O no? Pues ¡hala!, a preparar una ley de Claridad española.
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