Los juicios previos tienen peligro, mucho peligro.
Rodrigo Lanza Huidobro, a la sazón nieto de un fascista recalcitrante, aunque eso es puramente circunstancial, fue acusado por la policía de dejar tetraplégico de una «pedrada» a un guardia urbano de Barcelona en un desalojo de un local de okupas. Al parecer, la familia movió sus contactos de alto nivel en Chile para intentar salvar a Rodrigo de un más que probable largo tiempo en prisión, aunque no consiguió librarlo de una condena de seis años.
Por otra parte el movimiento okupa es algo que despierta simpatías en mucha gente. Yo no rechazo algunas de sus actuaciones, pero esto es otro asunto. En aquel caso los jóvenes ocupaban un local municipal y se les desalojó durante una fiesta y hubo unos cuantos detenidos. Algo que no gustó nada a la esfera de Podemos que, en aquel momento, abrazaba todo lo que sonara a alternativo, como el movimiento okupa.
Para echar más leña al fuego, una película, «Ciutat morta» pone en entredicho la actuación policial y judicial en aquel caso. Acusa la policía (guardia urbana) de torturar indiscriminadamente a los jóvenes acusados, y a dos más que no tenían nada que ver, uno de ellos, una chica, acabó suicidándose tras salir de la cárcel. Según se explica en la película, el guardia quedó tetraplégico porque le cayó una maceta. El documental fue ampliamente difundido y participó en numerosos festivales y obtuvo varios premios.
La policía (guardia urbana) salía muy malparada. Todo coincidía en el tiempo con algunos casos escabrosos entre agentes. Así que, los acusados, entre los que estaba Rodrigo, salieron en el famoso documental como víctimas propiciatorias. Las redes sociales echaron humo. Hubo tweets favorables de todo hijo de vecino interesado en lo alternativo. Ada Colau seguro que estará lamentando ahora haber dejado correr sus dedos por el teclado.
Ahora, sin embargo, todo el mundo guarda silencio. Rodrigo salió de prisión tras cumplir su condena y se fue a vivir a Zaragoza. Hace unos días se encontró con un falangista que llevaba tirantes con los colores de la bandera de España. Lo llamó facha y, cuando el hombre salía del local, le dio dos golpes en la cabeza con un objeto contundente que le ocasionaron la muerte cerebral primero y la muerte después.
Todos sabemos que la policía tiene cosas que ocultar y que, en muchas ocasiones se extralimita, lo cual es absolutamente inadmisible. Pero, en el otro lado, entre los activistas, pulula también gente que, como puede verse, tiene bastante peligro. Ahora, insisto, todo el mundo guarda silencio y los políticos que apoyaron a los jóvenes detenidos, ahora en campaña electoral, no contestan a preguntas sobre el particular.
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