24 julio, 2011

Matanza en Noruega

Los hechos ocurridos en la isla noruega de Ultoya hacen pensar que en la sociedad occidental está ocurriendo algo incontrolable y, como puede apreciarse, tremendamente peligroso.

Que lo ocurrido no haya sido obra de un grupo terrorista desactiva los medios de vigilancia, calibrados para detectar movimientos organizados. Un grupo organizado deja pistas y los equipos policiales están especializados en detectarlas. Pero, ¿cómo se detecta que un tipo se está preparando para entrar, por ejemplo, en una discoteca con un arma y empezar a cargarse a gente? Es completamente imposible.

 La sociedad está indefensa ante este tipo de ataques. Cualquiera tiene el derecho a acceder al permiso de armas, aunque sean para caza (matan igual) y la solución no es impedirlo. También casi cualquiera puede adquirir los conocimientos básicos de química para convertir abono nitrogenado en material explosivo, y los abonos se venden en cualquier sitio.

De acuerdo que hacerse con varias toneladas de abono para fabricar una bomba es más difícil, pero, es evidente que puede hacerse. También de acuerdo en que adquirir armas automáticas no es sencillo, pero también pueden conseguirse. Alguien lo hizo y acabó con casi 100 personas. El problema no está ahí, sino en el hecho de empiece a haber cada día un mayor número de individuos dispuestos a cargarse a unos cuantos congéneres por quién sabe qué ideales estúpidos. Poco importa que sean 100 ó 5 los muertos. Lo que importa es la predisposición de las personas a realizar actos de este tipo y lo fácil que puede resultar.

Cuando pasan este tipo de cosas en sociedades avanzadas nos echamos las manos a la cabeza. Cómo puede ser qué en Noruega, ... con lo bien que viven, nos decimos. Entonces comenzamos a divagar que si neonazis, que si fundamentalistas cristianos que si yo qué sé que cosas, olvidándonos de que los nazis, los ultracristianos y todas estas gaitas son grupos organizados y, por lo tanto controlables.

Yo creo que la respuesta es bastante evidente. La ausencia de educación en valores sociales y cívicos y el incremento de población solitaria elevan el nivel de riesgo. Por otra parte, los movimientos de corte nacionalista (y en España tenemos algo de eso) predican las esencias de una minoría (élite) y siempre terminan por ser xenófobos, especialmente cuando los extranjeros dejan de ser útiles. En este caldo de cultivo el sentimiento de raza, de odio al forastero o la invocación a un dios verdadero toman cuerpo rápidamente.

En Europa hay áreas menos avanzadas que Escandinavia, pero, de no hacer algo, es solo una cuestión de tiempo que el fenómeno vaya extendiéndose hacia el sur. Tiempo al tiempo.

Mientras tanto nuestros cerebros en política educativa están preocupados de si hay que enseñar la geografía autonómica o si los maestros tienen que explicarse en gallego, catalán o vasco. Aquí tienen un reto: cómo hacer que el sistema genere individuos normales y no inadaptados.

1 comentario:

SEXtima planta dijo...

Bueno, no es que te reste razón en el hecho de que es alucinante que haya gente así, pero sí que no estoy nada de acuerdo en que esto sea un fallo del sistema que impide que "genere individuos normales y no inadaptados", porque desde luego y afortunadamente este tipo de personas inadaptadas lo están por algún problema neurológico o cognitivo y representan una excepción a la regla.