31 marzo, 2014

La abstención se extiende. Francia habla claro

Casi nadie tiene duda de la madurez del electorado francés. A lo largo del tiempo, los franceses vienen demostrando su indudable capacidad para hacer que los políticos se espabilen y trabajen en favor de la sociedad. La suficiencia de los votantes para desalojar de sus puestos a quienes no les sirven adecuadamente es notoria. La derecha y la izquierda tienen claro que cuando no hacen lo correcto les toca dejar el poder. Los franceses cuando votan son pragmáticos, maduros, inflexibles.

Hace relativamente poco tiempo Sarkozy fue víctima de sus promesas incumplidas, de su egocentrismo y de sus ínfulas. Hollande le sustituyó con el mandato claro de trabajar para que Francia mantuviese sus niveles de libertad y de equilibrio social, pero Hollande está fallando. Como Rajoy en España, el presiente francés decidió aplicarse en satisfacer a los mercados, dispuso que la política debía pasar a un segundo plano, y se plegó a lo que Alemania tuviera a bien mandar. Pero los franceses no tragan; tienen claro que lo que se promete hay que cumplirlo, si no, no haberlo prometido.

En las municipales de estos dos últimos fines de semana, Francia, un país donde la participación siempre fue considerada una necesidad para tener legítimamente el poder, decidió no ser cómplice de engaño alguno. Así, casi un 40% de las personas con derecho a voto se quedaron en su casa, y la cifra llegó hasta el 60% entre los jóvenes de menos de 30 años; además, se dio un alto e inusual porcentaje de votos nulos. Los franceses hablaron alto y claro: ante una derecha que les perjudica y una izquierda que hace, más o menos, lo mismo, han dicho que se inhiben, que no otorgan el poder a nadie que no se lo merezca realmente.

De lo que no me cabe ninguna duda es de que los políticos franceses no van a pasar de sus votantes. Las cosas en Francia no son como en la inmadura sociedad española. Aquí, los políticos se pasean tranquilamente por la calle con chulería y sin asumir responsabilidades. En Francia habrá serias consecuencias. De momento, alguien importante dimitirá, o será destituido. Los mandatarios franceses intentarán ganar tiempo de este modo y todos, derecha e izquierda, se pondrán a pensar seriamente en cómo arreglar las cosas, porque la abstención es lo que más les preocupa.

Sostengo desde hace años que el poder de la no participación es mucho mayor de lo que nadie se imagina. En Francia comprobaremos que es así. Los políticos franceses se pondrán las pilas sin duda. Y siguiendo el ejemplo de Francia, en las próximas elecciones europeas, veremos como la distancia entre el pueblo y sus representantes crece a pasos agigantados. Y no dejará de crecer hasta que el electorado perciba que la política vuelve a tomar el mando. O hay política, o no hay votos.

25 marzo, 2014

Y el Ejército se inclinó respetuosamente

El Ejército rindió honores a Suarez. Se lo debía al hombre que fue acosado, insultado y vilipendiado por la panda de chusqueros que constituía la mayor parte de la soldadesca tras la muerte de Franco, militares cuyo único mérito había sido haber participado en el bando vencedor de una guerra ilegítima y fratricida iniciada por ellos.

Aquellos cavernícolas intentaron reducir sin éxito al pueblo yendo contra su presidente y contra sus representantes el 23 F. Afortunadamente se pudo con ellos. Ese día el ejercito del 18 de julio hizo su último acto de cobardía. Los anteriores habían sido fusilar, matar y hacer sufrir a gente durante casi cuatro décadas

Suárez había nombrado ministro de defensa a uno de los pocos militares merecedores de llamarse así en aquella época: Gutiérrez Mellado, y en la milicia empezaron a colarse elementos no fascistoides. Por una vez se consiguió que las manzanas sanas acabaran con las podridas. Y Adolfo Suárez fue el primero que impulsó ese cambio. Luego ya nunca el Ejército volvió a fallar y pasó, para siempre a ser liderado por un, o una, civil. Menos mal que en este asunto todos sus predecesores, los mismos que se negaron a profundizar el entorno democrático, siguieron su directriz. Eso sí que se lo debemos a todos: derechas, izquierdas y nacionalistas.

Los militares le debían esto al presidente Suarez y lo hicieron bien. Se inclinaron respetuosamente al hombre que puso el germen para que las Fuerzas Armadas pasaran de ser una institución temida y repudiada a tal vez la más espetada por los ciudadanos en este momento. Nunca me hubiera creído que pudiera sentir cierto orgullo por ellas, más habiendo pasado, como pasé, el 23 F en la mili entre golpistas y cabestros con estrellas y galones.

El final del toque de Oración con la descarga de los mosquetones fue todo un signo de reconocimiento respeto y honor a un hombre al que algunos no habíamos entendido bien.

24 marzo, 2014

Adolfo Suárez González

Ayer escribí una entrada sobre el, a mi juicio, error de Suárez hijo al precisar en rueda de prensa el tiempo de agonía de su padre. Alguien me indicó que lo hizo para evitar un circo mediático... Pues buena la lió, salió de jefe de pista. En fin, al límite, tuvo suerte y Adolfo Suárez, el presidente Suárez, tuvo el buen gusto de no dejar mal a su vástago. Insisto en que no juzgo a Suárez Illana, pero opino que dio un ejemplo de como no se deben hacer estas cosas, sea quien sea tu padre.

Durante mi juventud critiqué ácidamente al Suárez político. Puede que su famoso puedo prometer y prometo fuese una frase vacía y electoralista para mi en aquel momento. Pensaba que era un tramposo que quería impedir la llegada de fuerzas progresistas al poder. Me equivoqué. Me equivoqué completamente. Suarez era el único que estaba entendiendo qué había que hacer, además de cómo, cuándo dónde y por qué para poner a este país en la línea de salida hacia la democracia plena.

El presidente Suárez entendió que España era un sufrido país constituido por un sufrido pueblo por el que no se había tenido nunca ningún respeto desde el poder. Así, en menos de tres años puso las cosas patas arriba y con un equipo bien escogido de personas competentes y comprometidas organizó los cambios necesarios para poner al servicio de la sociedad las bases para construir el sistema que nos merecíamos. Aunque bien es vedad, en aquel momento yo no lo supe ver, insisto.

Ahora, con el presidente Suárez de cuerpo presente, todo el mundo escribe loas. Sin embargo nadie dio continuidad a su empeño de hacer de España una democracia de verdad. Todos los que le van a honrar, solo estarán allí, como él: de cuerpo presente. Parece increíble, pero en los funerales de Adolfo Suárez se verá en unión a todos los cómplices de haber destruido su idea. La cara de cartón que pondrán es puro teatro. Suárez fue traicionado por todos ellos y por los suyos porque tenía altura de miras y pretendía resarcir al pueblo de sus sufrimientos a lo largo de siglos. Y eso no podía ser, claro. Qué va a ser eso de que la sociedad española avance a su paso. Hasta ahí podíamos llegar.

El PP, PSOE y los nacionalistas, con nocturnidad y premeditación, urdieron un plan para impedir que lo que fue un embrión de democracia que debía crecer, se quedara en feto en estado de hibernación. Adolfo Suárez y su equipo vieron claro. No podían romper con el sistema, tenían miedo. Pero sí podían organizar el entramado de leyes que impidieran la vuelta atrás y que permitieran a generaciones posteriores de políticos mejorarlas: Constitución, Ley electoral, autonomías... Pero no, no lo hicieron. PP, PSOE y los nacionalistas decidieron que la falsa democracia en la que los aparatos de los partidos ponían arbitrariamente a los candidatos era buena. Que era bueno seguir como con Franco, pero sin él. La democracia orgánica era suficiente para el pueblo. El embrión quedaba congelado.

Yo era partidario de la ruptura. La reforma me parecía una patraña: no se puede esta ligeramente embarazada, pensaba... Claro, ahora, desde el sosiego barrunto que tal vez estuviera equivocado, o no, quién sabe. No obstante, seguí la corriente reformista desde posiciones claramente más progresistas pensando que era el camino. Y aquí sí me equivoqué. Poco a poco vi como la gente valiosa se iba de la política y empezaba la llegada de los mediocres que tuvo su momento culminante con la llegada de Aznar primero y de Zapatero después (lo de Rajoy ya no lo menciono). Los partidos con opciones son una fuente inagotable de indignidad y de mendacidad. Nos muestran a todos con rotundidad qué no es democracia. Y mira tú por donde, al final van a ser los mediocres los que van a representar a la sociedad en los funerales de estado. Pero estoy seguro que nosotros, el pueblo, sabremos darle el homenaje que se merece en forma de respeto perpetuo. Mis respetos, señor Presidente. Disfrute de su viaje al infinito.

23 marzo, 2014

Suárez Illana y el pudor

No es mi intención juzgar a este hombre ni lo voy a hacer. Cuando tu padre se muere puedes llegar a hacer cosas que, una vez pasadas y vistas en perspectiva, tal vez te hagan avergonzarte de ti mismo, en el pecado se lleva la penitencia. Respeto el dolor de este hombre; respeto la pena de la familia. Una persona querida parece empezar a decir adiós. Pero el adiós puede ser largo, o muy largo, y hay ciertas cosas con las que es mejor no jugar a las predicciones. El momento de la muerte es una de ellas.

Todos los que tenemos cierta edad y hemos perdido a nuestro padre hemos pasado por ese momento. El dolor es el mismo porque el dolor no sabe de política. Da igual que tu padre haya sido presidente del gobierno o peón caminero. Con tu padre te abandonan la mitad de tus genes y ello te causa una enorme aflicción, más cuando lo ves como se apaga lentamente y con gran sufrimiento. Yo, como muchos, perdí a mi padre y no comuniqué a nadie la inminencia de su muerte porque eso pertenece a lo de uno, a la intimidad, al susurro, al llanto escondido. Hay un código de pudor no escrito en estos casos que, a mi entender Suárez Illana incumplió.

No juzgo al hijo de Adolfo Suárez, es decir no valoro como buena o mala su intervención. Pero creo que su estado de ánimo le jugó una mala pasada y le nubló la mente. Tomó la decisión de airear una agonía y probablemente no midió sus consecuencias. ¿Qué consecuencias? Fácil... Suárez lleva más de diez años sin aparecer en público y su hijo abre las ventanas de par en par justamente en el momento en que debía ser más recatado.

Adolfo Suárez puede que sea el único político español vivo que cuenta con el favor de toda la población. Todos, tanto los que pensaban como él como los que no lo hacían, saben que se le debe mucho. Por eso, por su trayectoria, por respeto, por dignidad y por pudor habría merecido una agonía sin micrófonos ni partes médicos. ¿Difícil? Ya. Es inevitable la presión mediática. Pero, ante esto basta el socorrido la familia desea la máxima discreción en estos momentos, gracias. La prensa estaría en la calle esperando noticias; el pueblo español estaría expectante y entristecido. Pero no hay nada que desmitifique más a una persona que una agonía retransmitida como un acontecimiento mediático. ¿Alguien se acuerda de Franco? Pues eso. Suárez se hubiera merecido otra cosa.

Mis respetos a la familia.

20 marzo, 2014

Telecinco. Gracias, gracias...

Mi agradecimiento a Telecinco por su labor. El esfuerzo por convertirnos en una sociedad diferente, más acorde con estos tiempos es de resaltar. Cada día esta cadena hace que nuestra vida sea un poco más luminosa. Sus espacios de debate filosófico, que suele presentar un señor de gafas regordete, son un ejemplo a seguir por el resto de televisiones que nos aburren con documentales y toda clase de monsergas sin interés.

La discusión sobre lo más profundo del ser humano que, en las sobremesas, tiene lugar en el plató de Telecinco es el paradigma del debate profundo y educado. Y, si bien no está exento de cierta vehemencia en ocasiones, esta no es más que fruto de las convicciones morales y éticas de los contertulios y de sus ínclitos invitados, a los que exprimen al máximo para mostrar a nuestra lerda sociedad lo más íntimo del pensamiento de una "persona humana" entregada a sus convicciones filosóficas.

Telecinco también nos muestra en ocasiones como se debe hacer un debate político. Los todólogos de plantilla, los mejores, analizan la realidad del país con tal ímpetu que deben ser cortados cada poco para que recuperen resuello. Cada tertuliano es fiel defensor de sus ideales y el escenario es un verdadero circo romano repleto de gladiadores luchando a muerte. Y como la cadena no quiere accidentes cardíacos, cada poco nos regala unos minutos eternos de consejos publicitarios para hacernos más fácil la vida.

Hasta los niños ven Telecinco. Hasta los niños son educados por esta magnífica televisión. Los niños cantan y son felices con La Voz, versión infantil, más de medio millón cada vez. Nos tienen a la gente menuda despierta hasta la una y media de la madrugada para que se acostumbre, y el día de mañana pueda estar hasta la madrugada preparando exámenes. Hasta la sensibilidad les fomentan homenajeando a la pobre niña que un día concursó y que una terrible enfermedad se la llevó.

Gracias, Telecinco. La sociedad española nunca será contigo lo suficientemente agradecida.

04 marzo, 2014

Formación de los trabajadores: el gran fracaso

A partidos políticos, sindicatos y empresarios se les llena la boca cuando hablan de formación. Babean de orgullo y felicidad cuando exponen las estadísticas. Presumen del número de actos formativos emprendidos y del número de asistentes; del dinero invertido y de lo bueno que es para todos que la gente se forme... Los trabajadores formados desarrollan mejor su cometido, es verdad. Pero, ¿es adecuada la formación que se da a las necesidades de las empresas y de los propios trabajadores?

Mucho me temo que la respuesta a la pregunta anterior sea un contundente NO. La formación que se da, en la mayor parte de los casos, ni es adecuada ni está bien orientada. Y el problema está en que la mayoría de los actos formativos están en manos de empresarios y sindicatos. Estos agentes sociales reciben un dinero para impartir formación y esta acaba siendo cualquier cosa, cuando se imparte, que hay veces, ni se da. Eso sí, el dinero se cobra.

El Estado invirtió en formación en los últimos 30 años miles de millones de euros. El objetivo era elevar el nivel general de la mano de obra en España. Pero el mismo Estado no supo controlar ni cómo se gestionaban los fondos puestos en manos de los agentes sociales ni ejerció una evaluación de los resultados obtenidos. Durante estos 30 años todo ese dinero fue gastado casi para nada. De hecho seguimos siendo uno de los países con mano de obra peor formada y menos cualificada de Europa.

Hay una parte de la formación que sí está bien, y es la específica para el puesto de trabajo que se da en las empresas. Por ejemplo, si un operario tiene que aprender el manejo de una máquina, se le pone al lado de otro operario experto para que le traspase la competencia. No sé si eso está subvencionado, creo que no. Pero está claro que ese es el camino: la formación interna y específica.

Se emplearon miles de millones en impartir formación durante el desempleo. ¿Para qué? ¿Es que el INEM sabe en que se va a emplear de nuevo el parado? ¿De qué le sirve a un albañil recibir formación en informática si su futuro nuevo trabajo puede estar en una carpintería, por ejemplo? La formación inespecífica es una gran pérdida de tiempo y dinero, más cuando el receptor va obligado y carece de motivación.

Por lo que se está viendo, el asunto de la formación es simplemente un chollo para sindicatos, especialmente, y para empresarios. La cantidad de dinero que manejan es incalculable. Este dinero es de todos y se está malgastando, cuando no robando directamente. Lo que está pasando con la formación en España denota que somos un país tremendamente rico que puede tirar el dinero tranquilamente. Aquí no necesitamos ni reformas laborales ni de la Seguridad social ni de la Administración. Este país tendría superávit si se eliminara de un plumazo el Estado del Descontrol, que es lo que siempre tuvimos en España... Claro que unos cuantos dejarían de meterse un buen dinero público en sus bolsillos particulares.