27 abril, 2014

La atención selectiva

A veces ma pregunto quién dirige la atención de la prensa, de los medios de comunicación en general, hacia un determinado asunto. Hoy he repasado las portadas de los principales diarios digitales y he visto referencias principalmente a las elecciones europeas, a asuntos económicos, al fútbol y poca cosa más. Es decir a ningún tema de importancia real, como por ejemplo lo que está pasando en Sudan del Sur.

En África se producen constantemente episodios violentos, genocidios, asesinatos, violaciones, ataques a los derechos humanos... África es el mismísimo infierno para los seres humanos que allí habitan: SIDA, hambre, muerte, ablaciones, imposiciones religiosas, más hambre, pobreza extrema: un auténtico averno que ni el mismísimo Dante podría haber descrito. En África multitudes enormes deambulan en busca de un lugar donde refugiarse de asesinos que, desde su completa carencia moral y cultural, no tienen reparos en disparar a quemarropa o degollar a hombre, mujer, anciano o niño que se le ponga por delante.

En África cualquiera puede ser un asesino. Se le da un fusil automático y munición, se le señala al enemigo a eliminar, se le da cualquier razón, étnica o religiosa normalmente, y voilà: un chico que nunca fue a la escuela y que solo se alimentó de papas de harina y hambre de segundo plato se convierte en una máquina de matar a sus semejantes. Eso es lo que está pasando en Sudan del Sur, un país que tiene tres años de vida, y todo un historial de guerras. Pero la prensa internacional se preocupa de otros asuntos que le producen mayores beneficios.

Uno puede comprender que la comunicación sea principalmente un negocio, pero no encuentro argumentos plausibles para que se deje de cubrir esta noticia como se debería. En los próximos meses, si las cosas no cambian, millones de personas pueden morir aquí de hambre. Sin embargo, este asunto no está en las primeras páginas. Sencillamente no interesa. África tiene que seguir así: se necesita un infierno en alguna parte para que unos pocos, en otra, vivan en un perpetuo paraíso de opulencia.

Es posible que sea yo quien esté equivocado cuando pienso en el homo sapiens como la especie a la que pertenecemos todos los machos y las hembras de todos los colores de lo que llamamos humanidad. Ser más o menos oscuro de piel no nos hace especies ni subespecies distintas. A lo mejor es que erróneamente yo pienso que todos somos iguales y la muerte de un niño es siempre una pena en Berlín, El Cairo o Dakar. Pero de lo que no me cabe ninguna duda es que esta situación de desequilibrio tan extremo va a llevar al mundo al colapso y los responsables serán todos los que tienen interés en que África esté en perpetuas tinieblas.

Los medios de comunicación son también responsables de lo que pasa en África. Al final van allí tan solo a por la foto impactante y a cubrir la noticia cuando estalla un conflicto. Pero en África los conflictos son permanentes... Y esto a la prensa también le interesa. Los medios también quieren que África siga siendo el infierno. Sí, es verdad. Acabo de matar al mensajero.

24 abril, 2014

Hasta la justicia huele a podrido

Qué pena de país. Qué asco genera a veces el proceder de las instituciones y de los poderes del estado. Qué horrible sensación de impotencia, de indignación: qué nausea. Ya estábamos enterados de que la política en general está aquejada de una enfermedad degenerativa sin remedio conocido o de que los partidos mafia entregados al poder económico quieren que todo continúe igual para seguir viviendo la vida muelle a costa de desangrar a la sociedad. Pero no sabíamos, o no queríamos saber, que la Justicia estuviera también al servicio de los mismos señores. Yo al menos no lo quería creer, pero parece que sí, que hay estamentos judiciales tan podridos o más que la política.

Está en la calle, y lo dice hoy el Fiscal General del Estado, muy preocupado él, que la justicia no es percibida como igual para todos. La calle, la maldita calle, la gente cree que la justicia es injusta. Que se aplican penas enormes a hechos livianos y penas livianas a hechos terribles; que unos hacen paseíllo y otros llegan en coche oficial, que a unos les juzgan con inusitada rapidez y a otros les prescriben los delitos a fuerza de recursos y más recursos... En fin, que la gente tiene razón: la Justicia es una mierda pinchada en un palo, y encima maloliente.

Eso es lo que piensa la gente al ver que Garzón fue juzgado y expulsado por meterse donde no debía con la Gürtel, lo mismo que Silva por hacer lo propio con Blesa. Es lo que la gente pensará todavía con más razón cuando empiece a digerir la noticia recién salida de la cocina de los juzgados madrileños: el hombre disfrazado de cura que entró en casa de Bárcenas condenado a 22 años. Sí, sí,  22 años por darles un susto a la mujer de Bárcenas, a su hijo y a una empleada... Bueno,pensándolo bien, había el agravante de ir disfrazado de cura. Además, con que cumpla 18 saldrá sin problemas.

Cuando uno mira hacia atrás y ve a etarras con decenas de asesinatos que salieron en 20 años, o a ladrones y corruptos que no cumplen pena alguna, o a indultados por el gobierno que solo estuvieron de paso un corto tiempo en el trullo, uno piensa que quieren reírse de nosotros, de toda la sociedad que les mantiene, que les legitima en cierto modo, a políticos y a jueces y que, sobre todo, les soporta. Porque, que a un chiflado que da un susto se le juzgue y condene en 6 meses se hace bastante insoportable para quienes pensamos, demasiados ya, que todo esto es una farsa, un mal sueño que tenemos la maldita suerte de vivir. Lo dicho: qué asco.

21 abril, 2014

Formación, educación y apatía

Está claro que España necesita formación. La formación debe alcanzar a todos los estamentos del tejido político, social y laboral. No solo los niños deben ser mejor educados, eso es evidente y lo dejan claro los informes PISA; también los adultos deben ser repulidos, reciclados, repasados y reprogramados; y dentro de estos, políticos, empresarios, sindicalistas, jueces, reyes y consortes deben serlo especialmente para que, de una vez por todas, comprendan que lo que están haciendo, y me refiero a todo lo que hacen, no es nada, absolutamente nada que beneficie a la sociedad, al pueblo, al país.

Los últimos escándalos de los cursos de formación dejan desnudo a todo el mundo. Toda la cadena de decisión está pringada. Los empresarios en Madrid cobraron el dinero de las malditas subvenciones sin aportar nada a cambio; lo mismo que los empresarios y sindicatos en Andalucía: organizaron cursos sin asistencia pero, en un ejercicio digno de la España más chusca, encontraron firmas de trabajadores o parados que los justificaron. Sí los parados y los trabajadores también están enmerdados por esto.

La fuerza laboral española carece de formación adecuada y adaptada. La masa laboral proveniente de la construcción y de empresas que soltaron lastre humano es, en un 80% mano de obra no cualificada. Sí; conviene mirarse al espejo. La mayor parte de los trabajadores españoles tienen poca o ninguna formación acorde con las necesidades del mercado laboral, cada día más exigentes. Pero lo peor es que tampoco parecen estar locos por formarse para encontrar un trabajo. No veo yo a gente en las oficinas de empleo ni delante de las sedes sindicales exigiendo formación. Me cuesta trabajo escribirlo, pero creo firmemente que muchos trabajadores pasan absolutamente de formarse. Su objetivo es aguantar la crisis y, cuando escampe, volver a ser peones.

Lo mismo que los adolescentes son en cierto modo culpables de sus carencias culturales los trabajadores lo son de sus carencias formativas. No se puede echar la culpa de todo al sistema educativo o al formativo. Los padres, desde las asociaciones deben exigir mejor educación y participar en ella: es cosa de los padres la educación básica de jóvenes que no dicen ni buenos días cuando entran en un sitio o se comportan en la calle como auténticos cafres. Los trabajadores, como personas adultas deben presionar para que se les forme adecuadamente. No sé de que manera, pero no puede ser a través de unos sindicatos metidos en el estiércol hasta la garganta. Sin embargo deben hacerlo, y con contundencia.

Si no salen, si no salimos por cuenta propia de la apatía, este país nunca dejará el pozo en el que está metido. Un pozo en el que viven de las subvenciones y del dinero de todos agentes de todo tipo: políticos, jueces, sindicalistas, organizaciones empresariales, funcionarios de todo cuño, pensionistas y parados con derecho a prestación. La cuestión es cuánto puede durar esto sin hacer crack. Es el pueblo, son los trabajadores en paro y en activo quienes deben empezar a presionar señalando con el dedo y acusando a los causantes de que esto no avance, o sea: políticos, sindicatos y empresarios. Así de sencillo.

11 abril, 2014

Desvergüenza

Hoy son noticia, en especial en los medios no afines al Gobierno, los contenidos de la declaración, la enésima, de Bárcenas ante el juez Ruz. Estos medios intentan, con poco éxito, resaltar e infiltrar en la sociedad la idea de que el PP es un nido de ladrones que durante años y años sacaron dinero de mordidas a cambio de favores derivados de las decisiones políticas, en especial de las que tenían que ver con la obra pública y la calificación de terrenos.

El PP es un partido básicamente corrupto porque la célula cancerosa de la dirección nacional, especializada en flirtear con el dinero negro y las comisiones, hizo metástasis y el mal aparece en todas las sedes, en todas las agrupaciones... El PP está corrupto en todas partes y hasta en mi pueblo tienen, casi seguro, caja B de la que se nutren los caciques locales. Y sin embargo el PP entusiasma; tienen ochocientos mil militantes y un suelo electoral sólido y fiel que les mantiene. El porqué habrá que preguntárselo a esos votantes que son capaces de ir como ovejas estúpidas a respaldar a verdaderos saqueadores.

Cuando uno mira los papeles del Bárcenas este, se queda estupefacto. En el año 1990, el insigne Aznar, el ínclito Cascos y unos cuantos secuaces se metían en el bolsillo, aparte de su sueldo, que ya era considerable, 500.000 pesetas en concepto de gastos de representación. En el año 1990 ganar 100.000 pesetas era ya un salario medio decente. Pero estos golfos apandadores ganaban 10 veces más como mínimo. Claro que, esto no se sabía en aquellos años. En aquel momento el PSOE estaba inmerso en su chapuza particular de financiación y el PP se ocupaba de que se hablara de ello. Me imagino las risotadas en el sanedrín pepero: "estos rojos incautos no saben ni robar".

Bueno, pues que se anden con ojo en el PP porque el electorado de derechas, aunque menos despierto, tonto del todo no es y está tomando buena nota de todas estas trampas. La mayor parte de los ochocientos mil militantes se darán cuenta de que son unos imbéciles por no sacar tajada como los que se arriman a la cúpula o van en las listas. Vamos, que la gente del PP, sin dejar de ser de derechas, va a ir dejando de ser mema y de ir con el voto en la boca a entregarlo cuando sean llamados.

La gente progresista ya se dio cuenta de que, con el sistema electoral actual, la clase política no es más que una clase extractiva de recursos monetarios y absolutamente improductiva. Los electores más conservadores lo están empezando a ver y responderán, lo mismo que los primeros, con la abstención. Las elecciones europeas, apuesto algo a que serán un desastre de participación. Y si nadie hace nada con la ley electoral, aunque sea solo un proyecto de cambio hacia un sistema más parecido al mayoritario, en el que los electos respondan ante los electores en lugar de ante su partido, la abstención masiva empezará a notarse también el municipales y generales. Tiempo al tiempo.


05 abril, 2014

Linchamientos en Argentina

Cuando el grado e pobreza y e desigualdad sobrepasa ciertos límites las reacciones de la población, normalmente pacífica, pueden volverse imprevisibles y extremadamente violentas. En Argentina estos límites se sobrepasaron y la gente reacciona de manera brutal.  Un chico murió apaleado por unas 50 personas por intentar quitarle el bolso a una mujer. Una simpleza lleva a una reacción exagerada. En Rosario, donde murió el chico, se dieron varios casos. En este enlace pueden verse 10 segundos paralizantes.

Según el diario clarín, el problema se extiende por el país. La reacción del gobierno, de la oposición de la Iglesia, que siempre se mete en estas cosas, y de toda la sociedad civil hipócrita es una "enérgica condena". En este país nuestro llevamos oyendo lo de enérgica condena a los actos de terrorismo: el problema persistió durante 50 años y aún no ha terminado del todo. Las condenas, por muy enérgicas que sean, no arreglan las cosas. Son las acciones, las decisiones, las normas, las leyes y las políticas las que las resuelven de verdad.

Claro que Argentina es un poco como España. Rebaños enteros de políticos que hablan y hablan sin hacer, encantados de conocerse y viviendo estupendamente con un jugoso salario. Para qué van a trabajar si les pagan igual. Qué las cosas sigan así y que no se muevan. "Virgencita de mi vida que me quede como estoy". Es por lo tanto normal que una población llena de necesidades, abandonada y desprotegida se termine por levantar contra la delincuencia. ¿Y quién paga? Pues el pobre "pringao" que da un tirón. Pero ellos condenan, condenan enérgicamente.

Cuando se sobrepasan los límites de lo que una sociedad puede soportar también se sobrepasan las reacciones. Y no es una cuestión de condenas, es una cuestión de hacer cosas concretas que solo se pueden hacer desde la política. Primero con acciones de choque y en paralelo leyes y normas que favorezcan la igualdad social y que reduzcan seriamente la pobreza en todos los sentidos. Esa es la solución y eso es lo que no va a hacerse porque el propio gobierno y la propia oposición están interesados en que nada cambie.

El caso de Argentina es como para echarse a temblar. Un país repleto de materias primas que es saqueado permanentemente por sus mandatarios; que se levanta y se arruina casi cada década y que permanentemente cae en los mismos errores. Los argentinos, me consta, adoran a su país y se avergüenzan de sus políticos, salvo los salvapatrias peronistas y algún exaltado más. Lo más valioso de Argentina está en el exilio mientras los que allí se quedan son vampirizados. Argentina no llora por Evita, valiente gilipollez. Argentina llora de dolor y de vergüenza por no saber sacudirse esa plaga de garrapatas que lleva más de un siglo chupándole la sangre.