21 diciembre, 2016

Ich bin ein Berliner

Ich bin ein Berliner. El 26 de junio de 1963, el presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy pronunció en Berlín esta frase en alemán al final de su discurso. El muro acababa de ser levantado. Berlín había sufrido lo indecible durante la Segunda Guerra Mundial y el bloque comunista decidió partir la ciudad en dos y prohibir la salida de la parte oriental. En plena guerra fría Kennedy viajó a Alemania. dio discursos en varias ciudades. Berlín le esperaba. Millones de personas le esperaban. El presidente habló desde al balcón del Ayuntamiento. su discurso en inglés no era entendido por mucha gente. Pero, de algún modo, Kennedy tenía que demostrar su solidaridad con los ciudadanos de Berlín. Entonces dijo: All free men, whenever they may live, are citizens of Berlin, and, therefore, as a free man, I take pride in the words "Ich bin ein Berliner". Todos los hombres libres, dondequiera que ellos vivan, son ciudadanos de Berlín. Y por lo tanto, como hombre libre, yo con orgullo digo estas palabras “Ich bin ein Berliner”. Yo soy un berlinés.

Probablemente, si este hombre no hubiese sido asesinado un año y pico después, el mundo sería diferente. La ausencia de líderes que centren sus esfuerzos en hacer del mundo un lugar más justo para todos hace que las bestias de uno y otro lado intenten por todos los medios mantener una confrontación de la que solo ellos saben el provecho que sacan.

El mundo musulmán está inmerso en un vórtice de violencia gratuita que les impide vivir en paz a ellos mismos y que se proyecta hacia el exterior como si los no musulmanes tuviesen la culpa de lo que a ellos les pasa. Puede que lleven razón al odiar a los americanos, ingleses, franceses, alemanes o españoles así, en abstracto. Pero ninguna de las víctimas causadas en las Torres Gemelas, o en los trenes de Madrid, o en Londres, o en París, o en Niza el pasado julio, también con un camión, como en Berlín, tenían ninguna culpa de que el mundo islámico pase las penurias que pasa, que son muchas.

Es verdad que los gobiernos occidentales, que occidente entero es responsable en gran medida de las carencias del mundo árabe precisamente por la completa ausencia de líderes que gestionen la política con otros objetivos que los puramente económicos. Desde hace más de un siglo los ejércitos inglés, español, francés, americano, alemán, etc., profanaron sus tierras. Y desde hace el mismo tiempo, las políticas occidentales estuvieron orientadas a la extracción de materias que les pertenecían de pleno derecho. Pero eso no tiene por qué desembocar en esta estrategia de terror gratuito e indiscriminado contra occidente.

Los musulmanes tienen un grave problema: están en guerra entre ellos mismos y cada facción piensa que es la que su dios eligió. Todavía no se dieron cuenta de que lo de los dioses no es más que un subterfugio utilizado para someter a la gente inculta, algo de lo que en las sociedades occidentales más avanzadas son perfectamente conscientes, salvo algunas manifestaciones folclóricas en Norteamérica, donde todavía parecen no haberse sacudido las pulgas y piden que Dios, no sé cual, bendiga a todo hijo de vecino. El mundo musulmán lo intentó tímidamente en la Primavera Árabe, pero solo fue un amago de sacudirse las pulgas de la religión, en poco tiempo, la sociedad civil fue desactivada y todo volvió a su cauce.

Está claro que la estrategia de los islamistas es desestabilizar Europa, ese lugar, marcado ahora con una diana para sus suicidas, pero al que, paradójicamente, el pueblo llano, ese que sufre los delirios de caciques y reyezuelos que Kalashnikov en mano proclaman la muerte al infiel, quiere venir a toda costa para simplemente ser libre y poder empezar una nueva vida en paz.

Estoy seguro de que Alemania, el Pueblo Alemán sabrá sobreponerse a este golpe, otro más, pero nada comparado con los ya sufridos y que cincelaron su carácter.  Alemania es un país grande, fuerte y serio y, sin ninguna duda, sabrá dar cumplida respuesta a este ataque sin que ningún musulmán allí residente sufra pérdida alguna de sus derechos. Y para expresar mi solidaridad dejo escrito este pequeño artículo y digo alto y claro: Ich bin ein Berliner.

19 diciembre, 2016

Todo puede empeorar: la democracia española

Uno siempre había pensado que después de la transición las cosas irían, día a día. mejorando en lo que se refiera a calidad democrática. Pero no, no. España es un país donde esto de ceder poder a la gente gusta poco a quienes mandan, sean reyes, dictadores o partidos. Libertades, sí, pero poder... en fin, eso es algo muy serio como para perderlo en favor del pueblo.

Durante la transición se pergeñó todo para que los franquistas pudieran integrarse en el nuevo sistema que iba a venir y para que los, hasta la fecha, clandestinos partidos políticos pudieran optar al poder, antes en manos de un dictador y su camarilla. Para ello, la derecha se organizó también en partidos, como ya lo estaba la izquierda, se legalizaron todos ellos y las derechas y las izquierdas se enfrentaron «democráticamente» en las primeras elecciones generales en 1977, bajo una ley electoral de 1976. Esta ley, preconstitucional es la que, con ligeros retoques, sigue en vigor. Anacrónico, ¿no?

La ley electoral española cede toda la representatividad a los partidos políticos. Ellos, cada uno a su manera, que suele ser el dedo, componen las listas de quienes luego serán teóricamente los representantes del pueblo. Solo que, los electores no saben quien es su representante, lo cual convierte a diputados y senadores en meros títeres a las órdenes de su partido en lugar de al servicio de la gente que teóricamente los elige. España es uno de esos pocos países «adelantados» en los que una persona no puede hablar, si así lo requiere, con su representante. Y esto es así sencillamente porque aquí nadie sabe quién es su representante. Este hecho convierte a la democracia española en un sistema de muy baja calidad.

Hay que decir, por otra parte que en España las libertades básicas sí están garantizadas. Todas menos la de presentarse a unas elecciones. Aquí una persona no puede ser elegida para representar a una circunscripción sencillamente porque aquí no hay circunscripciones uninomiales, es decir, ganadas por una persona, a una o a dos vueltas, sino que la circunscripción es la provincia y se elige a una lista. Y esa lista, y aquí está el problema, se prepara en cada partido internamente. O sea, que los electores, no pintan nada, y nada pueden exigir a los diputados, porque estos deben su cargo exclusivamente al partido. Curiosamente las actas de diputado son personales, es decir, el partido te coloca, pero no puede quitarte, pasas al grupo mixto... Qué rarezas, ¿no?

La ley electoral española fue encargada a un equipo para que las cosas sucedieran de una determinada manera: concentración de poder, bipartidismo, diferente validez de los sufragios según sean de áreas despobladas o ciudades, concentrados o dispersos... Una puñetera chapuza, vamos.

Durante años me he quejado de esto. Pero si ya éramos pocos, parió la abuela. Ahora los partidos parecen sufrir una involución hacia posiciones cada vez menos democráticas. Ciudadanos acaba de colocar en sus normas que la disidencia se pena con la expulsión; Podemos quiere un congreso controlado en el que se vote un totum revolutum de personas e ideas, en un intento de la dirección de desactivar otras iniciativas; el PSOE, tras el golpe de mano contra Sánchez, intenta llegar a la elección automática de Díaz por ausencia de otros candidatos.

Visto lo cual, al desánimo que genera en algunos espíritus democráticos el hecho de que no se haya avanzado nada en cuarenta años, se une ahora la depresión que genera el saber que los partidos, que deberían encabezar el avance hacia una democracia cada día más plena, son ahora tan inmovilistas como la era el partido único en la época franquista. Menos mal que el PP por lo menos no engaña a nadie: no son democráticos, les va muy bien así, y no se esconden ni se avergüenzan. Bueno, para esto último, para avergonzarse, hay que tener vergüenza, y el PP tiene una completa carencia de ella.

12 diciembre, 2016

Qué fácil es robar

En un hospital de Castellón, según difunde la SER, mediante el viejo y sencillo truco de las facturas falsas. En aproximadamente diez años, fueron derivados a bolsillos ajenos más de 30 millones de euros. Lo cual, en sí mismo no es nada extraño en un país donde en esto de llevarse dinero público al bolsillo, el que no corre vuela. Tampoco es extraño que todo esto haya sido en época del PP, un partido corrupto, lleno de ladrones y al que 8 millones de electores siguen sostienen sin sentirse por ello cómplices.

Está claro que el PP, en esto de robar directamente, al más puro estilo de la mafia, se lleva la palma. Pero esto no exime al resto. El PSOE lo hace de otra manera; la trampa de los ERE en Andalucía es cojonuda también, o los múltiples pesebres en los que amigos, los más de ellos inútiles, rumian y vaguean a costa del contribuyente. Y los nuevos de Podemos y de Ciudadanos, en fin..., es cuestión de darles tiempo, cuestión de que toquen poder y se sienten a gusto ejerciéndolo. Los primeros síntomas ya hace tiempo que les aparecieron.

Pero la cuestión aquí no es quién roba más y mejor, sino lo fácil que es hacerlo, o lo fácil que parece desde fuera. Se llama por teléfono a un gerente de cualquier empresa interesado en ganarse una pasta y en ceder un porcentaje interesante. Se le pide que facture algo, lo que sea, un belén, por ejemplo como en el caso de Castellón. Este manda una receta de 90.000 euros, que se le paga cristianamente con dinero de nadie, es decir, el nuestro, el de los gilipollas que pagamos impuestos; y para cerrar el círculo, el empresario en cuestión nos hace llegar la correspondiente comisión. Sencillo, ¿no?

Cuando se tiene mayoría en las instituciones y la oposición es poco creíble, como pasaba en Valencia la cosa es sencilla. Y no digamos en las «institucionitas» esas que no valen para nada y la oposición es como si no existiera. Me refiero a las diputaciones. El único problema era mantener cerradas las bocas de los conmilitones, los cuales, lógicamente querrán también una parte del pastel. Este escenario me hace pensar que en este país se debió robar infinitamente más de lo que ni el más pesimista sospecha. Las facturas por «trabajos varios» del hospital este no son más que la punta del iceberg.

Los que tocan poder disponen de capacidades insospechadas para poder hacer este tipo de cosas irregulares. Nadie controla, o se calla, los conceptos de las facturas pagadas ni los pagos ni los destinatarios de los mismos ni las firmas ni los recibís. En la ciudad en la que vivo, hace poco tiempo el Ayuntamiento emitió pagos falsos a charangas inexistentes desde la concejalía de Festejos. Pagos falsos y firmas falsificadas de receptores de los mismos. «Pecata minuta» comparado con los robos millonarios del PP valenciano, pero una muestra del descontrol de las administraciones y de lo fácil que es cometer irregularidades para tapar la incompetencia, como en este caso local, o para meterse pasta gansa en el bolsillo, como usualmente el PP hace.


28 noviembre, 2016

Dictador y cobarde son sinónimos

La muerte de Fidel Castro no me produce sensación interior alguna. No albergo sentimientos para este tipo de gente. Los dictadores son unos cobardes, siempre lo fueron: Hitler, Mussolini, Stalin, Franco. No se libró ninguno de mi juicio. Un juicio que tal vez muchos no compartan, pero yo no puedo evitarlo, me lo dicen las vísceras y, tras mucho darle vueltas, también me lo dice la razón.

Los dictadores como Fidel Castro, como Franco, como todos, toman el poder mediante algún tipo de golpe de mano, sea militar o civil, sangriento o no violento, pero con el resultado de contraponerse al poder previamente establecido y dominar a su pueblo, lo que implica obligarle a hacer lo que, al menos una parte de él, no quiere hacer.

Es verdad que el golpe de Fidel tenía algo de justo, si lo comparamos por ejemplo con el de Franco. Cuba era un casino por el que pululaban putas, putos y turistas, casi todos estadounidenses que iban allí a dar salida a sus bajos instintos, a gastarse la pasta y a ser complacidos por los cubanitos. Fidel los echó de allí a patadas y devolvió la dignidad, según decían sus partidarios, al pueblo cubano. Pero, claro, eso solo lo decían sus partidarios, porque los que no lo eran tenían dificultades para expresarse, muchos de ellos porque, muertos, no podían hacerlo.

Fidel dio muchas cosas al pueblo. Pero decía mi abuelo, que lo había vivido, que Franco nos había dado la seguridad social y la indemnización por despido de cuarenta y cinco días. Es verdad que Fidel hizo de Cuba un lugar en el que la sanidad y la educación son excelentes, comparados con los países de su entorno; y que mantuvo la moral de una nación bloqueada. De acuerdo que el golpe de Castro no trajo un millón de muertos en una guerra y casi otro después por las represalias, como el de Franco. Pero en lo que se parecen uno y otro personaje, y los antes mentados, es en su cobardía.

Los dictadores son unos cobardes porque tienen en su mano todos los mecanismos del poder y los utilizan solo para mantenerse en él. Ninguno tiene el valor de, una vez puestas las cosas en un punto que, más o menos ellos deseaban, dar entrada a todas las sensibilidades y convocar unas elecciones libres. Todo lo más, convocan «consultas» con preguntas capciosas a las que, normalmente el pueblo consultado responde como a ellos les interesa. Fidel nunca dio la oportunidad a los cubanos de expresarse libremente, por eso era un cobarde. Por eso su muerte no me causó pena, o al menos no más de la que me pudiera causar la de cualquier anciano desconocido. Tenía noventa años y había tenido una vida mucho mejor de la que le había dado a su pueblo. Otra similitud con Franco.

Reconozco que Fidel Castro no me caía demasiado mal, no como Franco, al que siempre odié con todas mis fuerzas. Pero, lo mismo uno que otro, eran sobre todo cobardes, y con la cobardía de los poderosos nunca pude.

23 noviembre, 2016

Hipocresía y descortesía

En la política, prácticamente en todas partes, la hipocresía es norma. Ser hipócrita es casi consustancial a ser político, en especial cuando eres mediocre o malo, como es el caso tantos de los políticos españoles en ejercicio. La manifestación de «dolor» por la muerte de Rita Barberá escenificada hoy por las diputados del PP, por todo el PP en general, es un ejemplo palmario de fingimiento, de doblez, de hipocresía.

Hasta ayer, la senadora fallecida no estaba en el partido, ni era esperada. Había sido expulsada para que su presencia no obstaculizara los anhelos electorales de sol candidatos. Barberá era reconocida popularmente como corrupta y había sido incluso llamada ante el Supremo para preguntarle sobre algunos asuntillos; nada serio en comparación con lo que tanto ella como casi todo el PP parecía manejar en Valencia y en casi todo el país. La antes alcaldesa no había sido cazada, ni lo será ya. Y aunque a este que suscribe le fastidie, porque la finada no le caía nada bien, en este país todo el mundo es inocente hasta que no se demuestra su culpabilidad en sede judicial.

Por lo tanto, papelón del PP en su intento de glosa de la otrora todopoderosa Rita. Sus mojigatos compañeros se deshicieron en elogios y todos estaban deseosos de hablar de ella, de la mártir a causa de la presión mediática, llegó a decir un ministro, de bastantes pocas luces, parece. si yo tuviera que decir que le dolía a esta presunta corrupta señora, era precisamente el abandono por parte de sus ex compañeros.

Dicho ya quedó lo de la hipocresía. Vayamos ahora a lo de la descortesía. Aquí Unidos Podemos se lleva el premio. Se organizaron con rapidez para ausentarse cuando la presidenta pidió un minuto de silencio por la difunta Barberá, parlamentaria en ejercicio, como siempre se hizo cuando ocurrió algún deceso de algún compañero de escaño del Congreso o del Senado. Es importante reseñar que en ejercicio, porque alguien de UP señaló que por Labordeta no se había hecho tal minuto.

Fue Labordeta un ejemplo de político ni hipócrita ni descortés, o sea, un ejemplo de político sincero, franco, cortés, afable y educado. No hay nadie en ningún partido en este país que le llegue al Sr. Labordeta a los talones. Por ello, ningún piernas de Podemos debería siquiera referirse a él para intentar justificar después del acto de descortesía de haber salido del pleno por un simple minuto de silencio, que aunque fuera de alguien que por su trayectoria no se lo merecía, a un muerto, una muerta en este caso, siempre se le debe un poco de respeto. El Sr. Labordeta, con toda seguridad, se habría quedado en el hemiciclo. Era una persona educada.

Por otro lado, la reprobable, Rita Barberá nunca fue condenada por nada y ganó limpiamente sus cargos con mayorías que ya quisieran para sí muchos de los hipócritas y de los descorteses. Vaya mi respeto por ella, a pesar de aborrecerla.

11 noviembre, 2016

Falta de estímulos

El estímulo lo es todo en la vida. Sin estímulos no hay acción, nada funciona, nada progresa. El amor, el sexo, las artes, las relaciones de amistad. Todo requiere el necesario estímulo. En política, la reacción de los electores depende de los estímulos que reciban. Unos necesitan más, y otros necesitan menos, como en el sexo. Hay quien se excita con una pequeña caricia y quien requiere aportaciones casi preciosistas para que su libido se despierte.

Cuando en un país como los EE.UU. hay elecciones presidenciales la calidad y la cantidad de estímulos enviados por los candidatos son determinantes, no ya para el voto favorable, sino para la participación en las mismas. En este enorme país, en el que hay tantos ricos, tantos intelectuales, tantos snob y tanta gente culta y de clase media bien consolidada, también hay la otra cara de la moneda: pobres, personas que tienen que trabajar muy duro para obtener salarios míseros, gente poco culta y a la que la cultura le importa un rábano, creacionistas, racistas...Y luego están las minorías más desfavorecidas: negros, hispanos, chinos, árabes, refugiados de mil sitios, con y sin ciudadanía americana, aunque estos no cuentan. Y todos ellos requieren distintos tipos y grados de estímulos para votar.

Donald Trump jugó bien sus bazas. Supo enviar los estímulos necesarios a la gente adecuada. A los más conservadores les habló hasta de un muro en la frontera sur, a los temerosos de la expulsión de musulmanes, a los obreros de las zonas desindustrializadas de industrialización y a los ultrapatriotas de volver a hacer a América grande. Envió los impulsos perfectamente dosificados y con puntería certera. Así, todos ellos, desde el creacionista ultrarreligioso hasta el currante blasfemo pasando por el hispano con papeles o por el negro acomodado, todos fueron a votar. Trump envió mensajes populistas porque, inteligentemente, se dio cuenta, como todos los populistas que cuando las cosas van mal, a la gente hay que decirle lo que quiere oír, aunque sea imposible de cumplir.

Hillary debería haberse dado cuenta de que los mensajes populistas iban a movilizar a todo el electorado conservador. La gente de derechas, da igual que sean pobres que ricos que blancos que negros va a votar porque no es crítica. Esto lo sabía bien la candidata, pero menospreció a aquellos que sin ser conservadores tenían serios problemas, como era la gente del otrora demócrata cinturón industrial alrededor de los grandes lagos, estados casi siempre demócratas. Hilary perdió Pensilvania, Ohio, Michigan y Wisconsin. Se dejó aquí 59 delegados que le hubieran dado la presidencia. Se equivocó. No supo darles esperanza a los votantes, y sin la activación adecuada, muchos cayeron en las redes populistas.

Hillary también menospreció al votante demócrata más acomodado, o con menos problemas. Pensó equivocadamente que su voto era seguro, pero estos votantes no encontraron razones para acudir a las urnas. Hillary ya no gustaba mucho al elector demócrata medio: demasiado quemada durante demasiados años; una candidata sobreexpuesta. Su equipo no supo movilizar a este electorado. Si lo hubiera hecho, tal vez se hubiera evitado el desastre.

Algunos analistas culparon a quienes se abstuvieron de que Trump hubiese ganado. A mi juicio esto es equivocado. El elector no tiene por qué ir a votar si no hay razones para hacerlo y es labor de los candidatos estimularlo adecuadamente para obtener la deseada respuesta. Como en el sexo. Ni más, ni menos.




06 noviembre, 2016

Tomarás la justicia por tu mano

La historia a que me refiero ocurrió en México, un país un tanto desintegrado en esto de la delincuencia, a la que no hay gobierno que le mata mano de verdad. Los casos de Ciudad Juarez, millares de mujeres muertas; las ejecuciones masivas y sanguinarias de los narcos, decapitados, mutilados; los cuarenta y tantos estudiantes muertos no se sabe por qué. La vida de la gente no vale nada en México, al parecer. Sin embargo allí vive gente normal con su trabajo, con su vida que, sin ser ajena a todo esto, tira hacia delante.

En México, a tenor de las noticias que saltan cada poco tiempo, puede pasar casi cualquier cosa. En esta ocasión me llamó la atención un caso curioso de un «justiciero» casi de película, como aquella en la que Charles Bronson se cargaba a todos los malos que se le ponían delante solo por el mero hecho de ser eso: malos. Pues este hombre, el mexicano al que me refiero, iba en un autobús que se dirigía al DF de madrugada, alrededor de las 6 de la mañana, cuando, en una parada entraron cuatro tipos que resultaron ser atracadores.

Uno de los bandidos apuntó al conductor mientras los otros atracaban a los pasajeros a punta de navaja y de amenazas. Les quitaban todo lo que podía tener valor y lo metían en sus mochilas. Cuando acabaron el trabajo, el jefe, indicó al conductor que se preparase para parar. Los cuatro ladrones se dirigieron a la puerta para bajar. En ese momento, uno de los pasajeros, desde la parte trasera del bus, nuestro hombre, se levantó, sacó una pistola y, con frialdad, le pegó un tiro al jefe, que cayó fulminado desangrándose. Los otros, aterrorizados, consiguieron abrir la puerta y salir huyendo saltando apelotonados por encima del cuerpo del cabecilla.

Sin embargo el ejecutor, con rapidez, pero con seguridad, saltó por encima del caco caído, apuntó con su arma a los que escapaban y disparó otras tres veces..., e hizo blanco. El resultado cuatro cadáveres de cuatro bandoleros que ya nunca iban a volver al trabajo, ni a casa. El juicio había terminado. El juicio sin juez, sin jurado y sin partes acusadoras ni defensoras. El ejecutor se dirigió a sus ajusticiados, les cogió las mochilas con el fruto del atraco, se las devolvió al pasaje, se bajó del autobús, y se perdió en la oscuridad.

No escribo esto por contar una historia más  menos manida y ya tratada hasta por el cine más cutre, sino porque los testigos, cuando fueron interrogados, ninguno de ellos describió al autor de las muertes. Todos declararon «visión defectuosa»: la oscuridad, el estrés, en fin, esas cosas.

Por lo que cuento esta historia, que se puede encontrar en Google con pelos y señales, es porque no estoy seguro de no hacer lo mismo si yo viviese en México, donde los crímenes sin esclarecer son abrumadoramente mayoritarios, y la policía es un nido de corrupción, como la justicia. Más aún, en un caso similar, no puedo asegurar como actuaría, incluso aquí, en España, que sin ser México, de corrupción y de justicia lenta y poco ejemplarizante vamos bien servidos. Creo que colaboraría con la policía, pero no podría asegurarlo después de que mi vida hubiera estado en peligro...¿No es un buen tema de debate?

24 octubre, 2016

Huérfanos

Los partidos de izquierdas (me gusta poco incluir a Podemos en la izquierda, pero, sea) nos han dejado huérfanos a todos los que habiendo estado por años en la abstención habíamos decidido salir de ella para votar a cualquier opción desde Ciudadanos hasta IU con el único objetivo de que llegara a dignificarse la vida política en nuestro país. Una vida política hecha jirones por la corrupción del PP y, menos, del PSOE en Andalucía en especial.

Los partidos de izquierdas (mira que me cuesta meter el peronismo en la izquierda, pero vale) se han equivocado de plano, vistas las cosas ahora en perspectiva. Sus decisiones desde el 20 D pasado, en que Rajoy ganó con 120 diputados han sido todas, sino malas, muy malas. Más aún, pésimas. Es fácil de entender si uno deja a un lado sus preferencias por este o por aquel y solo mira los datos y los resultados.

Primer error: no haber dejado gobernar a Rajoy con 120 diputados. El PSOE no necesitaba contar con nadie para tomar esa decisión. Bueno, con nadie que no fuera la federación andaluza, dispuesta siempre a hacerle la vida imposible a Sánchez. No obstante, de haberlo hecho, el PP habría tenido que gobernar con unos presupuestos trampa aprobados con prisa por si gobernaba otro. El PP se habría desgastado, se habrían derogado leyes en el Parlamento y, si se daba la necesidad se organizaba una moción de censura que largase a Rajoy y a su equipo de La Moncloa.

Segundo error: haber vetado a Podemos para intentar un gobierno. Este achacable a Susana Díaz en exclusiva. Un asunto de odio personal hacia su homóloga andaluza en Podemos, que la acusa siempre (y es verdad) de no haber dado un palo al agua que no fuera en al partido, algo que a esta faraona de patio de colegio le sabe a cuerno quemado. Este enconamiento de esta mujer contra Podemos arrastró a todo el partido y se perdió la oportunidad de, al menos intentarlo. Bueno esto y su odio a Pedro Sánchez, a quien no quería ver de presidente de ninguna de las maneras. Susana Díaz es un peligro basa sus decisiones en el rencor.

Tercer error: Pablo Iglesias se erige en vicepresidente plenipotenciario. Un detalle no menor destinado a dejar claro que la parte pablista de los peronistas no quería nada con el PSOE, a pesar de con la boca decir que tendía la mano. No se puede pretender tener más poder del que le daban sus 70 diputados, 20 menos que el PSOE.

Cuarto error: no aceptar un gobierno PSOE - Ciudadanos. Podemos deja claro de este modo que quiere terceras elecciones porque cree que puede superar al PSOE y ratifica así que no quiere nada con el PSOE, que no sea su exterminio completo. Queda claro, no obstante que era difícil de admitir para alguien de izquierdas un gobierno con Ciudadanos, que representa al centro, y eso de centro, en este país se interpreta como derecha. Sin embargo haber aceptado habría significado la salida del PP de Moncloa, algo que dejó perplejo a esa parte del electorado a la que trato de, si se me permite, representar. Siempre habíamos pensado que el gran objetivo era descabalgar a Rajoy.

Quinto error: Unidos Podemos. IU era una izquierda minoritaria, pero más o menos seria. Podemos e IU creían en sobrepasar al PSOE, gran objetivo personal de Iglesias. sin embargo, un millón largo de votos se les quedaron en casa. Es sintomático y dice mucho de la talla política de Iglesias y de Garzón, que todavía no hayan asumido con toda claridad su fracaso completo al fomentar tan peregrina idea.

Sexto error: dar palos de ciego tras las segundas elecciones. El PSOE debía haber reaccionado rápidamente y negociado la abstención a cambio de modificaciones de leyes y presupuestos. Pero hizo un comité federal que decidió unánimemente el NO a Rajoy. Lo raro es que también se decía no a terceras elecciones, lo cual hacía pensar hasta a los más tontos que había un plan para hacer un gobierno alternativo PSOE Podemos Cs, pensábamos algunos o PSOE, Podemos y nacionalistas, pensaban otros. Pero no, nada de eso. El comité solo buscaba una situación absurda de doble NO (elecciones y Rajoy) que permitiera un golpe de mano contra un Sánchez sin capacidad de operación y traicionado por los suyos (en los suyos no se incluyen los militantes).

Omito la vergüenza del Comité Federal del PSOE de este domingo pasado porque no vale la pena. Pero tengo la sensación de que la corrupción terminó por triunfar en este país. España estará gobernada por el partido más corrupto de la historia de Europa con el apoyo de el PSOE de Andalucía, corrupto él también hasta el tuétano, arropado por palmeros también corruptos por complicidad.

Por esto nos sentimos huérfanos. Y la orfandad es un sentimiento difícil de soportar, y que no se olvida. A la primera oportunidad nosotros, desde la inclusa de la abstención, nos tomaremos algún día nuestro desquite, porque no tenemos nadie, desde el centro hasta la izquierda extrema a quien valga la pena votar, según se desprende de un análisis frío de los hechos. Solo un aldabonazo de alguien como Borrell en el PSOE, o la ruptura de este y la aparición de un partido socialdemócrata con Borrell al frente nos haría volver, y aquí estamos esperando. Aunque esto no es más que un sueño casi erótico.

13 octubre, 2016

Si en política existiera la dignidad...

Si en política existiera la dignidad en el sentido del decoro en los actos, en los comportamientos, este país ya habría resuelto muchos de sus problemas endémicos. Sin embargo no ha sido así. A las malas cualidades de la sociedad española, esas que todos conocemos: la pereza, la envidia, el «al enemigo ni agua», la poca afición a hacer las cosas como debe ser, y otras tantas, se suma ahora el gravísimo problema de que quienes están en política, quienes se supone que tienen que hacer que las cosas mejoren, son en gran medida indignos, indecorosos, lascivos, en lo referente a esa relación casi pornográfica con el poder, y despreocupados respecto a lo que se supone es su objetivo: mejorar la existencia de sus representados.

Pero la dignidad no existe en política, y no existe porque, a pesar de haber montones de personas honestas que la ejercen, estas no se plantan, no ejercen la desobediencia activa ante las consignas de sus mayores en las organizaciones. La lucha por el poder en ellos se hace evidente hasta en niveles locales. Hay verdaderas puñaladas por tomar el control del aparato, por pequeño que sea. Y nadie dice nada, ni cargos electos ni militantes, nadie, o al menos no se oye ruido alguno que no sea el de los cuchillos entrechocándose.

Cualquier español con una mínima capacidad de análisis sabe que el paradigma de lo que no debe ser un partido es el PP. La corrupción está en él como la suciedad en una pocilga descuidada. Tan solo se echa colonia para tapar el hedor, pero no se hace nada por eliminarla de raíz. ¿Y que dice la militancia, o los mismos votantes? Nada. La militancia es mansa, y los votantes, en una actitud muy española, solo por no votar a otro son capaces de desayunarse cada día con una montaña de mierda, como escarabajos peloteros. Naturalmente están en su derecho, pero no está de más recordárselo.

Dicho lo anterior, cualquiera que esté en política sabe que el PP es una organización cuasi mafiosa. Pues bien. Tras las primeras elecciones de diciembre de 2016, hubo una oportunidad, bien de dejarlo gobernar en minoría vergonzante con su presupuesto, para plantearle después una moción de censura y expulsarlo (esta oportunidad la tuvo el PSOE y todo el mundo podría entenderlo), o bien descabalgarlo de Moncloa después de el acuerdo PSOE - Cs (esta la tuvo Podemos). Pero en todos los casos se pensó para adentro: el PSOE quería gobernar, aunque a Sánchez se le prohibía hacerlo con Podemos, y Iglesias vio en su no al pacto anterior la oportunidad de destruir al PSOE, que era su verdadero objetivo.

La indignidad en la política hizo que el PP se recompusiese y se reforzase en las elecciones del 26 J. Y ahora vamos a ser testigos de una indignidad mayor aún. El PSOE va a facilitar el gobierno del PP, y lo va a hacer tras un golpe de mano indecente. Lo va a hacer a pesar de que en el juicio de la Gürtel se están sabiendo cosas que harían vomitar a un forense. Lo va a hacer en contra del criterio de sus militantes, que huyen en masa de ese nido de víboras. Lo mismo que Ciudadanos, que va a facilitar un gobierno ya de antemano corrupto. ¿Cómo Rivera puede caer tan bajo tras declararse paladín de la limpieza? ¿Qué le están ofreciendo? Porque lo del PSOE es claro, al PSOE le ofrecen la cuota de poder que permite seguir engordando los ya gordos culos de sus elefantes oficialistas.

No es digno, y a la vista de los testimonios de Correa y compañía, menos, abstenerse ni votar sí a la continuidad del PP. Ni el PSOE ni Ciudadanos, pero en especial el PSOE, pueden permitirse tal inmoralidad. Es igual ir a terceras elecciones, a cuartas o a quintas, mientras Rajoy sea candidato al menos. Si lo ponen los electores y gana por mayoría suficiente, nada que decir, allá ellos con su voto. Pero los partidos deben conservar su integridad. De no ser así, algún día nadie creerá en ellos, y a día de hoy ya somos muchos.

05 octubre, 2016

Digan Enthaltungen

Enthaltungen es una bonita palabra alemana que nuestros amigos socialistas pueden utilizar para no tener que pronunciar la que no quieren: abstención. El ínclito presidente de la gestora que dirige el partido podría decir: «Por el bien de España, nuestra posición ante un nuevo intento de investidura de Mariano Rajoy será una enthaltungen que facilite la formación de un gobierno». De esta manera no tendrían que pronunciar la palabra abstención, que no les gusta nada. Fíjate tú, como se va a decir abstención, menudo palabro. Te pueden largar incluso una rima de mal gusto tus adversarios: «¿Qué vais a hacer en la investidura?». «¿En la investidura...? Abstención». «Ah, pues tócame un c--´n». «Y estaría muy horrible, ¿no?». Queda mucho mejor «¿Qué haréis en la investidura...? Enthaltungen». «Y eso qué es». «Hombre, pues eso..., Enthaltungen. ¿No es cool?» «Ah, sí, sí es cool».

Es como si el PSOE se hubiese pasado al pijerío. Ya empezaron con Zapatero, que no decía crisis, que era otro palabro y que no quedaba bien en el vocabulario de un presidente. No dicen abstención porque no suena bien. Lo suyo es explicar a la militancia, y al pueblo estúpido en general, que se quitó a Sánchez porque había que facilitar la gobernabilidad de España mediante una Enthaltungen. El objetivo del motín andaluz, un alzamiento en toda regla secundado por las baronías afines, no era en realidad echar a Sánchez, sino quitarle el mando para llegar a una Enthaltungen, que es lo que necesitaba España, según decían los golpistas.

La trama contra Sánchez que tejió la gran estratega Susana y sus generales, más allá y más acá de Despeñaperros, se antoja ahora bastante burda e infantil. Se nota a las claras que solo querían el poder del partido. Que a ellos, lo de la democracia interna les importa un bledo, lo diga, o no, la Constitución. Sánchez era un estorbo para continuar con el mando oligárquico y hereditario (una cosa parecida al PP) y había que quitarlo del medio.

Pero, héteme aquí que la conspiradora no demostró mucha inteligencia; ni la conspiradora ni quienes la aconsejaban. No contaban con Rajoy, político corrupto y poco inteligente, pero no tonto. Sánchez tenía una posición clara: NO. Ahora quitaron a Sánchez para abstenerse, perdón para sich enthalten (abstenerse). Y, claro, Rajoy, que de tonto no tiene nada más que la cara, dice que si se quieren abstener que hay que pagar un peaje; que abstención sí, pero con garantías de estabilidad, presupuestarias, etc... Vamos, que quiere un gobierno para cuatro años.

Qué capacidad estratégica la de la tropa andaluza y resto de conspiradores. Ahora resulta que se encuentran en una situación mucho más delicada que con Sánchez, cuya posición: que Rajoy buscase sus apoyos sin contar con el PSOE, era clara para todo el mundo. Ahora resulta que al dar ese paso, Susana la lista, deja al PSOE a merced del PP, que sabe que si hay otras elecciones, no solo conseguirá mejorar, sino que dejará a los socialistas en cuadro. Si hay terceras elecciones tendrán en el PSOE que hacer una campaña exprés, y a ver donde encuentran alguien que quiera ir en cabeza sabiendo cuál es el peligro: resultados catastróficos para ellos, mayoría absoluta para el PP con Ciudadanos, y un tren de mercancías que les pasa por encima (Podemos) en votos y en escaños.

Un buen golpe de estado este del PSOE: represión contra el oponente, desaparición de la democracia y un electorado huérfano con la abstención como único refugio. Buen tándem Susana Díaz y Pablo Iglesias (el joven). Sin darse cuenta, entre los dos la liaron parda, reforzaron al PP, pudiendo haberlo quitado, se cargaron al PSOE, cuya única posibilidad era Sánchez. Ahora ya manda ella, la gran Susana. A ver que hace si el PP fuerza elecciones. Supongo que nada... Ella es parecida d Rajoy, deja que se quemen los demás. Sánchez, al menos era valiente. No sería, seguro, el líder ideal, pero tenía valor, y algo de honor, que es algo casi imposible de encontrar en el actual PSOE.


30 septiembre, 2016

Mendacidad, indignidad, bochorno

El hábito o costumbre de mentir (mendacidad) se extiende como una mancha de crudo en el agua en toda la política española, por lo tanto también en el PSOE. El Partido Socialista está fracturado por una simple cuestión de mantenerse en los cargos (indignidad), o trepar más alto. En ningún caso nada de lo que se hace es «por el bien de España». Que por el bien de España no debe gobernar Rajoy, de un lado y que por el bien de España no debe haber terceras eleciones por otro, no son más que mentiras que insultan la inteligencia colectiva de un electorado (abochornado) que, ya dos veces, dijo alto y claro cuál era su intención.

Esa suerte de golpe de mano ejecutado por quienes se autodenominan sector crítico, con los estatutos en la mano, no es más que «una chapuza digna de un sargento chusquero»; Josep Borrell lo explica con toda claridad en una entrevista concedida a la SER que nadie, interesado en la situación en el PSOE, debería perderse. Lo que debe decidir el partido es cuándo será el congreso extraordinario y qué se va a hacer respecto a la formación de gobierno en España. Así de simple. Y, de momento, el único que habló claro fue Sánchez: «No es no». Algo que, además hizo por mandato del Comité Federal.

Ls cspitana de los críticos, y el archienemigo de Sánchez, Madina, intentan por medios no estatutarios descabalgar a Pedro Sánchez. Pero, al final, no les va a quedar otra que respetar los estatutos vigentes, en los que ni se contempla que el Secretario General tenga que dejar el cargo por dimisión de más de la mitad de su ejecutiva, ni que cuando esto ocurra se forme una comisión gestora. Susana y su gente demuestran un precario conocimiento de las leyes de gobierno interno, algo que Josep Borrell domina a la perfección. Por eso, insisto en la conveniencia de escuchar íntegra su entrevista.

Quiera o no quiera el sector crítico, Sanchez seguirá como Secretario General, eso sí, en funciones, y pilotará el camino hasta el congreso extraordinario. Y quiera o no quiera el sector crítico, Susana Díaz, de viva voz, tendrá que decir qué quiere hacer respecto al futuro gobierno de España. Porque, de momento, salvo Fernández Vara, nadie habló en el PSOE, al menos nadie de gran relevancia, como Díaz o Madina, de facilitar el gobierno de Rajoy, lo cual es un acto de cobardía, más, cuando se intenta apartar del poder orgánico a Sánchez por negarse a facilitar un gobierno del PP. Las únicas voces que se oyeron fueron para decir que no a un gobierno apoyado en Podemos e independentistas. O sea, no a todo lo que intenta Sánchez, pero sí a nada.

Cuánto echo de menos en el PSOE, en la política en general, a alguien con la clarividencia de Borrell, que, por cierto, también sufrió en propia carne las puñaladas de los necios del aparato socialista.


27 septiembre, 2016

Sánchez decide pelear

Los resultados del PSOE en las últimas autonómicas no son culpa de su secretario general. Ni tampoco lo son los malos resultados obtenidos en todas las elecciones desde que hace un par de años Pedro Sánchez está al frente del partido. Desde luego que, como todos y cada uno de los dirigentes, de los militantes, de los simpatizantes, él tiene una parte de responsabilidad. Pero la causa de los deprimentes resultados no es otra cosa que el alejamiento de todo el PSOE de su electorado. Un alejamiento que viene ya desde antes de Zapatero.

Hubo con Zapatero un cierto acercamiento, más del elector al partido que del partido al elector. Más por causa del intento de mentira urdido por al PP tras el 11M que por una ilusión por una nueva forma de gobernar. «No nos falles», gritaban a la puerta de Ferraz los jóvenes después de la victoria de Zapatero. Pero falló; falló estrepitosamente. En lugar de hacer lo necesario para preparar a este país para una crisis que se veía venir, inició, a instancias del partido, una huida hacia delante con el único fin de no perder votos, un camino que llegó al paroxismo al negar una crisis que ya todo el mundo sentía en la nuca. Todo el mundo menos él y los dirigentes del PSOE, que querían seguir en sus baronías, secretarías y sinecuras sin importarles otra cosa.

Y el PSOE sigue siendo así en sus órganos locales, federales y centrales, un partido plagado de trepas y advenedizos. Se aceptó a regañadientes dar la palabra a los militantes para nombrar al Secretario General, y apareció un tipo, Sánchez, que sabiendo que aquello iba a ser de aquella manera se recorrió el país de punta a punta recabando apoyos entre las bases. Pedro Sánchez no le debe su cargo a nadie, lo que lo convertía en un tipo peligroso para el «aparato» federal y central que tenían otro concepto de como había que llegar a liderar el partido. Un concepto del que Andalucía es un claro exponente: una mujer sin oficio ni beneficio, cuyo único mérito es haber estado siempre en el partido y que en su vida dio un palo al agua que no fuera dentro de la organización para trepar es quien lidera la federación. Y este es el modelo que quiere el sector «crítico». Ni más, ni menos.

El intento de culpar a Sánchez y pedirle responsabilidades por los malos resultados es nada más que una muestra de la incapacidad de un partido para hacer autocrítica y de la necesidad que tienen algunos dentro del mismo de que nada cambie, de que cada uno conserve su feudo o su cargo, del que vive. Se elimina a Sánchez, se vuelve a la unión, se calman las aguas internas y malo será que no se mejoren los resultados aunque sea algo. No importa quién ni cómo gobierne, en la oposición se está estupendamente, y a lo mejor un día suena la flauta y los electores que ahora dan su voto a Podemos, o se abstienen, por alguna carambola del destino o por errores de los chicos de Iglesias, vuelven a votar socialista.

Sánchez ha hecho bien en hacer que el personal se retrate en un congreso y en no aceptar ser culpable de la negativa de la gente a votar a un PSOE con mil voces y en el que el líder está sometido a constante crítica por parte de sus compañeros. Tiene toda la razón: si alguien tiene un proyecto mejor, que salga y lo explique, primero, que vaya a primarias para la secretaría general, y luego en un congreso. Y si el Comité Federal no quiere que se haga un congreso, porque no le convenga a Susana y a unos cuantos más, tendrán que votarlo con claridad en el comité. Y aún así, si el Comité Federal decide no ir a un Congreso, Sánchez no dimitirá. Siempre le queda la consulta a la militancia, que fue quien le puso, a ver si quieren que siga, o que lo deje. El PSOE es de sus afiliados y militantes, no de unas cuantas docenas de bonvivants. Esos son los poderes de Pedro Sánchez. A ver quién da más.

Así que tendrán que ser otros, sí la jugada le sale al amigo Pedro, quienes resuelvan lo de impedir las terceras elecciones. Para este país es mucho más importante tener un partido socialdemócrata renovado, limpio y con un proyecto alternativo que evitar otra convocatoria. Me pregunto qué pasaría con el PSOE si se va a elecciones tras un congreso que hubiera puesto en su sitio a tanto golfo que se dice socialista. A lo mejor, milagrosamente, los votos regresan para quedarse. Quién sabe.

25 septiembre, 2016

Alubias de colores

Me llama la atención el editorial del diario El País en el día de hoy, 25 de septiembre, domingo electoral en Galicia y País Vasco. En él se llama al voto a «todos» y se indica lo «importante que sería que las urnas se llenaran de votos». Sin embargo no dice por qué. Un periódico con entidad, serio e influyente, como debería ser El País debería cuidarse de explicar y argumentar lo que propone. Y debería hacerlo porque, del otro lado alguien podría llamar a la abstención masiva sin argumentar por qué, y esto sería considerado como una salida de tono. No por llamar a la abstención, que es una opción como otra cualquiera, sino por no hacer explícitos los porqués.

Unas elecciones consisten en la exposición de la mercancía por parte de los partidos. Si esta interesa al elector la compra, y si no, no. ¿Cuál es la razón para que nadie esté obligado a adquirir un género que no le atrae? Lo mismo que un mercado. Si lo que se ofrece no es del interés del cliente, no se compra. Más, si como en la lonja de la política española, las mercaderías ofrecidas no son demasiado atractivas, o el comprador tiene la sospecha de que se le va a engañar.

Supongamos que en el mismo ferial dos comerciantes ofrecen alubias blancas, uno más azuladas y el otro más rojizas; otro tiene expuestas alubias rojas y un cuarto, alubias pintas. El cliente no siente especial atracción por las dos últimas, luego, no va a adquirirlas, además se da cuenta de que las blancas tienen «bicho». Toma, por tanto, la decisión de marcharse. Pero cuando ya se iba, alguien se acerca y le dice que debería comprar alubias blancas de las rojizas, aunque estén medio podridas. Al preguntar por qué, la respuesta que se le da es que las alubias azuladas están todavía en peor estado. Insiste el potencial cliente en que el no compra género defectuoso, y su interlocutor le explica que si no compra alubia rojiza, el que vende las azuladas las va a vender, a pesar de su estado y va a ser más rico que el que vende las rojizas.

Lógicamente, el argumento de votar para contrarrestar los votos de otro es de poco peso. Sin embargo es lo que mantiene la abstención en los niveles actuales. De no ser por ello, probablemente el abstencionismo de base, sobre el 20%, como mínimo se duplicaría. Este estallido abstencionista, que puede darse en unas hipotéticas terceras elecciones, tras un año sin gobierno, no será desde luego culpa del elector, que ya habló en dos ocasiones, sino de la incapacidad de los partidos, los mercaderes, mercachifles en este caso, que son incapaces de llegar a acuerdos para exponer y despachar legunbres, como mínimo, en buen estado y no llenas de gorgojos.

En el País Vasco y Galicia se juegan hoy cosas algo diferentes de las que se juegan en elecciones generales. Los vascos y los gallegos pueden tener razones para ir a votar que no van a jugar en unos comicios estatales. No obstante, el índice de participación, si es bajo, puede ser un indicador bastante preciso de qué pueda suceder en diciembre si se llega, como todo parece indicar, a terceras elecciones.

Una muy alta abstención tampoco va a determinar mayorías pero será un toque de atención importante si se produce, porque los únicos responsables de ella habrán sido los propios comparecientes en la contienda.

20 septiembre, 2016

Respeto, por favor

Este raro país tiene unas clases dirigentes, de todo tipo, no solo políticos, cuyo respeto por los ciudadanos es mínimo, cuando no inexistente. Estos imbéciles (permítaseme, puesto que ellos piensan que justamente eso, imbéciles, somos nosotros) solo preocupados por su estómago y por su bienestar, están dispuestos a hacer cualquier cosa, la que sea, sin importarles las consecuencias que nos puede traer a los demás. Algo que no es nada nuevo, que viene ya de muy atrás, y cada año se acrecienta, como se incrementa la nómina de mentacatos entre los que toman decisiones.
La gente, en España, se acostumbró tanto a ser maltratada que todo le parece normal, es más, a algunos, hasta creen que está bien, algo lamentable y que indica que entre los viandantes también hay quien se las trae. Veamos algunos ejemplos que deberían hacernos, al menos, reflexionar sobre si no debemos hacer algo para apartar del poder a tanto necio cuyo corto intelecto solo le da para imaginar que los demás son tan palurdos como él.

Saltó hace nada la noticia de que los tribunales europeos dicen que la legislación española respecto a las indemnizaciones por despido son, no solo injustas, sino estúpidas. Si a uno le despiden, lo que cuenta para el cálculo de la reparación por el daño no es el tiempo trabajado, sino el tipo de contrato: los indefinidos, más; los eventuales, menos; y los interinos, nada, cero matacero. Estamos tan acostumbrados a la estupidez que algo tan evidente, y que no es de ahora, no lo vieron ni los jueces y magistrados de lo laboral en esta «madrastra» patria nuestra, sino que, para su vergüenza (bastante poca) tampoco lo notaron los sindicatos, más empeñados en asuntos de más enjundia, y más vergonzantes. Y nosotros, El Pueblo, tragando.

Fútbol, fútbol, fútbol...
En este raro país hubo unas elecciones hace nueve meses, que hubo que repetir hace tres porque aquí todo el mundo tiene un lápiz de carpintero rojo y se dedica a la infantil tarea de trazar líneas de las que no se mueve. Los límites de unos se cruzan con los de otros, de tal modo que aquí no se entiende ni dios, porque, además de no escucharse unos a otros, que no sea para responderse, en lugar de para comprenderse, se niegan a hablar de según que cosas. Así que hubo que repetir elecciones. Salió casi lo mismo (el puto Pueblo erre que erre), y siguen sin entender nada. Así que, con toda probabilidad, nos preguntarán otra vez. Algunos tienen la esperanza e que salga su opción, no por convicción del electorado, sino por aburrimiento. Claro que, nosotros, El Pueblo, siempre podremos optar por plantarles sin importarnos si se favorece o se perjudica a alguien. En román paladino, mandarles a la mierda, vamos.

Hoy escuché a un periodista deportivo (aquí) que, para mi extrañeza, se manifiesta perplejo de que en nuestra liga de fútbol ocurra que, cuando coincide que hay que jugar también entre semana para cumplir el calendario, hay ONCE días seguidos, ONCE, de partidos a diferentes horarios, que son: viernes, sábado, domingo y lunes (jornada anterior) martes (hoy), miércoles y jueves (jornada actual), viernes, sábado, domingo y lunes, jornada siguiente. ONCE días. El comentarista añadía que esto no ocurre en ninguna liga del mundo. Pero aquí, sí, porque, aquí gusta tanto el fútbol que no nos importa mirar la tele como alelados durante todo este tiempo. Cosas veredes.

Y hay más cosas, muchas más. Pero vamos a terminar solo con dos. La primera: en España le pides un crédito al banco para comprar una casa y si no lo puedes pagar porque las cosas te salieron mal, le devuelves la casa al banco, pero sigues pagando el crédito un montón de años más. ¿Una estupidez? No, España. La segunda: los catalanes promotores de la Diada hablaron de una asistencia de casi un millón de personas, 950.000. Por otra parte, el gobierno central, de interés contrapuesto, hablaba de 350.000. La cuestión es que hay medios muy precisos de contar la gente en estas concentraciones, por lo tanto, el grado de ñoñería de quien se empeña en dar cifras irreales es un asunto no menor. Una agrupación catalana SCC (Sociedad Civil Catalana), para saber de qué hablaba, encargó a la universidad de La Florida (EE UU) realizar un recuento preciso por métodos fiables. ¿El resultado? 292.000. O sea, ni el mismo gobierno central dio la buena cifra, simplemente, y a bulto, rebajó la cifra de los independentistas, estimada a bulto igualmente.

Estos pocos ejemplos permiten concluir que la gente no es merecedora de respeto alguno por parte  de las cúpulas dirigentes. Qué habremos hecho para merecer a tanto lerdo colocado en ellas.

15 septiembre, 2016

Proteger el culo

Rita Barberá está preocupada por su culo y lo protege. Rita Barberá, piedra angular del PP en Valencia desde que se fundó, toma la decisión de dejar el partido, dice, aunque, en realidad fue expulsada. Pero, Rita, no fue expulsada porque el PP no consienta las prácticas de las que será con toda probabilidad acusada, estas son habituales en el partido también desde su fundación, Rita fue expulsada porque estamos en periodo preelectoral y hay que tomar acciones con el objetivo de proteger culos, los culos de los candidatos a diputados en Galicia y País Vasco y el culo del propio Rajoy si quiere intentar otra investidura. El culo de Rita Barberá está bien asentado en su escaño, al que no renuncia y seguirá engordando por mor del jugoso sueldo y la inactividad, y por supuesto por ese anacronismo del aforamiento.

En el PSOE todos protegen su culo. El PSOE está hecho añicos, y no fue Pedro Sánchez quien lo rompió. Sánchez es secretario general votado en elección limpia por los militantes. Nadie nunca estuvo más legitimado para ejercer el poder en el partido. Sin embargo, unos estatutos «particulares» otorgan tal capacidad de acción al Comité Federal que el paso de Sánchez por su cargo fue, y es, un martirio. Como consecuencia de ello, Sánchez protege su culo: quiere seguir en su cargo por reelección y se dice NO a Rajoy porque intuye que es lo que quieren las bases que tienen que votarlo. Y lo mismo pasa en el otro lado: Susana Díaz, la lideresa trepa que escaló desde las juventudes hasta la cúpula en Andalucía, asegura la protección de su trasero oponiéndose a Sánchez y azuzando a sus perros (casi el resto de Barones) para seguir al mando del partido. Aunque Sánchez consiga seguir en la secretaría general, ella ganará (piensa) el Congreso por celebrarse. Y esto le permitirá seguir haciéndole la vida imposible a Sánchez resguardar su pompis. Y esto es lo que hay en el PSOE, una descarada confrontación que solo tiene que ver con proteger su salario, su estatus, su pandero. Así de simple.

Iglesias y Rivera, los nuevos profesionales de la buena vida, están no solo encantados de conocerse sino que también practican lo de resguardar las cachas. Iglesias, en plan Stalin, hace purgas o condena al ostracismo a cuanto adversario le mira a los ojos. Ahora mismo se está «encargando» de los levantiscos madrileños afines a su «amigo» Errejón. Naturalmente no hay nada ideológico el ello, tan solo hay un objetivo fácil de comprender: proteger su propio culo y el de sus adláteres, como en todos los casos anteriores. Rivera también preserva de todo daño sus atléticas nalgas, se une a quién sea en un muy loable intento de que se forme gobierno. Pero no hay altruismo detrás de ello, solo hay un marcado instinto de conservación de sus posaderas y de las de sus acólitos.

¿De verdad alguien se cree que todos estos están aquí para representarnos y resolver nuestros problemas?

10 septiembre, 2016

Tortura

El electorado español llevará diez meses sometido a suplicio. Fue llamado el pasado 20 de diciembre de 2015 a las urnas y manifestó su voluntad. La voluntad del pueblo es, o debe ser, entendida como el resultado del recuento de votos. En aquel caso dio un fuerte palo al bipartidismo. aparecieron cuatro actores de mayor o menor relevancia para la representación, pero cuatro. Sin embargo, unos y otros interpretaron su papel equivocadamente. No es cuestión aquí de incidir en qué se equivocaron porque ya está muy dicho y los análisis son tan variados como los analistas. Pero el resultado de sus errores fue que se tuvieron que convocar segundas elecciones.

El 26 J, tal como se preveía las cosas siguieron igual, con cuatro actores y solo un no muy significativo baile de escaños hacia el PP, fruto de la «amenaza» por la absorción de IU por parte de Podemos. Pero, en esencia, todo igual, el mismo reparto, y los mismos problemas, el más importante: ni derechas ni izquierdas suman mayoría suficiente. Bueno, en realidad, si consideramos a Ciudadanos derechas, si suman. Pero las derechas nacionalistas no se llevan bien con las españolistas: una simple cuestión de intereses, porque, los objetivos son los mismos.

A todo esto, los ciudadanos, que habían resistido los primeros momentos del suplicio bastante bien, ya empezaron a quejarse al ver que pasaba el verano y aquí todo seguía igual: la gente trabajando, los que tienen trabajo, y los políticos tocando el violón y cobrando su salario, a pesar de no hacer su trabajo, un asunto este para pensárselo, lo de no pagarles hasta que no ofrezcan resultados. El dolor infligido ya empezaba a ser difícilmente soportable. entonces llegó el alivio con el intento de investidura de Rajoy, apoyado por Ciudadanos. Pero la cosa falló.

Ahora parece que hay movimientos en el otro sentido: el PSOE lo quiere intentar y Podemos, ofrece su mano (garra) tendida. Pero hace falta convencer a Ciudadanos para que, al menos, se abstenga. Pero Iglesias y Rivera, como Rajoy y Sánchez, tienen poca o nula afinidad personal, se les ve, más que adversarios parecen enemigos, y eso es un grave error. No obstante, si nace una alianza entre PSOE y Podemos, el partido de Rivera debería abstenerse, como debió haberlo hecho el de Iglesias en su momento. Así demostraría esa responsabilidad para con el país que dice tener, al contrario que otros. Será una buena ocasión de demostrarlo.

No obstante todo lo anterior, el riesgo de elecciones sigue ahí. Nadie parece haber entendido que a los electores se les está sometiendo a tortura, y que llamarlos una tercera vez, aparte de un fracaso rotundo de todos y cada uno de los partidos nacionales (los nacionalistas van a lo suyo) sería como hacerlos tragar su propio vómito.

Es por lo tanto urgente hacer un gobierno, de la forma que sea; no importa demasiado porque el poder lo tiene en todos los casos el Parlamento. Pero es necesario estabilizar las cosas para que el estado funcione y para que la Unión Europea se normalice (España es la 3ª o 4ª economía de la zona Euro). La legislatura sería corta en cualquier caso, pero sería un respiro para que los partidos se regeneren (PP), se estabilicen (Ciudadanos) o reparen sus rotos internos (PSOE y Podemos) y la sociedad descanse. No se debe abusar del tormento para hacer hablar al reo; si muere, no dirá nada. No se puede llamar por tercera vez a elecciones, so pena de que una enorme masa de votantes decidan no acudir, transidos y hartos de tanto padecimiento.


02 septiembre, 2016

La pista de circo

El salón de plenos del Congreso no es muy grande. Según dice la información oficial mide solo 110 pies de diámetro, unos 30 metros. Es semicircular, como un teatro griego, y como teatro sirve. Pero no para grandes representaciones como las tragedias helénicas. En este teatro se representan esperpentos grotescos y desatinados interpretados por actores de baja estofa y más baja dignidad.

En el espantajo que no deja de ser la política española los ciudadanos no importamos. En realidad resulta difícil de entender qué es lo que importa para la caterva de impresentables que se sientan en los escaños. Sus partidos los pusieron en unas listas y nos los ofrecieron. Sus mayores hicieron campaña para vendernos una burra coja. Qué pueden llevar en las listas unos líderes absolutamente incapaces de hacer que este país tenga un gobierno.

La derecha es un petardo encabezado por un individuo cuya única virtud es una cierta socarronería en sus intervenciones parlamentarias cuando lo chinchan desde la parte contraria. Por lo demás un corrupto indecente que se sostiene en la punta de la pirámide de un partido todavía más corrupto e indecente que él. El centro, o derecha para algunos, una birria cuyo representante solo intenta mandar el mensaje de que con él se puede llegar a acuerdos. Uno se pregunta a qué acuerdos. Es fácil hacer acuerdos que sabes que no van a pasar de un mero papel firmado que no va a ninguna parte.

La izquierda es un detrito se mire por donde se mire. Un líder socialista incapaz de hacerse adulto y mandar a los barones a hacer puñetas y pactar con quien le venga en gana, que para eso lo pusieron ahí los militantes de manera abrumadora. Y en el otro lado una especie de mesías que, con el puño en alto y el sobaco sudado, se dedica a lanzar soflamas no demasiado ingeniosas para ponérselo a huevo al candidato, que lo destroza al recordarle que, ni él es el único demócrata allí presente, ni sus electores la única gente que hay en el país.

Tenemos un problema de partidos, unido a un problema de líderes (todo ello causado por la ley electoral en vigor). Los partidos no quieren ponerse de acuerdo porque lo que en realidad les importa es no poner en riesgo su cuota de poder, su teta nutricia, cuya leche sale del esfuerzo del resto de españoles, que, como gilipollas, dejamos que una parte de nuestros impuestos vaya a engordar el abyecto vientre de toda esta camada de parásitos.

Sí. Definitivamente el Congreso es una pista de circo en lugar de un teatro clásico. Una pista en la que, mayormente, actúan los payasos, unos payasos patéticos que solo tienen arte para faltarse al respeto, y faltarnos al respeto a todos los habitantes de este pobre y malaventurado país. Lástima que en este circo no haya fieras, leones, tigres, osos hambrientos, a ver si de una maldita vez los comen a todos.