
Pero la dignidad no existe en política, y no existe porque, a pesar de haber montones de personas honestas que la ejercen, estas no se plantan, no ejercen la desobediencia activa ante las consignas de sus mayores en las organizaciones. La lucha por el poder en ellos se hace evidente hasta en niveles locales. Hay verdaderas puñaladas por tomar el control del aparato, por pequeño que sea. Y nadie dice nada, ni cargos electos ni militantes, nadie, o al menos no se oye ruido alguno que no sea el de los cuchillos entrechocándose.

Dicho lo anterior, cualquiera que esté en política sabe que el PP es una organización cuasi mafiosa. Pues bien. Tras las primeras elecciones de diciembre de 2016, hubo una oportunidad, bien de dejarlo gobernar en minoría vergonzante con su presupuesto, para plantearle después una moción de censura y expulsarlo (esta oportunidad la tuvo el PSOE y todo el mundo podría entenderlo), o bien descabalgarlo de Moncloa después de el acuerdo PSOE - Cs (esta la tuvo Podemos). Pero en todos los casos se pensó para adentro: el PSOE quería gobernar, aunque a Sánchez se le prohibía hacerlo con Podemos, y Iglesias vio en su no al pacto anterior la oportunidad de destruir al PSOE, que era su verdadero objetivo.

La indignidad en la política hizo que el PP se recompusiese y se reforzase en las elecciones del 26 J. Y ahora vamos a ser testigos de una indignidad mayor aún. El PSOE va a facilitar el gobierno del PP, y lo va a hacer tras un golpe de mano indecente. Lo va a hacer a pesar de que en el juicio de la Gürtel se están sabiendo cosas que harían vomitar a un forense. Lo va a hacer en contra del criterio de sus militantes, que huyen en masa de ese nido de víboras. Lo mismo que Ciudadanos, que va a facilitar un gobierno ya de antemano corrupto. ¿Cómo Rivera puede caer tan bajo tras declararse paladín de la limpieza? ¿Qué le están ofreciendo? Porque lo del PSOE es claro, al PSOE le ofrecen la cuota de poder que permite seguir engordando los ya gordos culos de sus elefantes oficialistas.
No es digno, y a la vista de los testimonios de Correa y compañía, menos, abstenerse ni votar sí a la continuidad del PP. Ni el PSOE ni Ciudadanos, pero en especial el PSOE, pueden permitirse tal inmoralidad. Es igual ir a terceras elecciones, a cuartas o a quintas, mientras Rajoy sea candidato al menos. Si lo ponen los electores y gana por mayoría suficiente, nada que decir, allá ellos con su voto. Pero los partidos deben conservar su integridad. De no ser así, algún día nadie creerá en ellos, y a día de hoy ya somos muchos.
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