29 diciembre, 2014

Fuego griego

La Unión Europea está expectante. Cabe la posibilidad de que hoy no haya acuerdo en el parlamento griego y se convoquen elecciones. Los «mercados» ya tienen temblores; manifiestan el miedo con descensos de sus índices. Pero por qué. Por qué un pequeño país que representa solo el 1,5% de la economía europea puede aterrorizar de ese modo al sector financiero europeo, y por extensión mundial.

Grecia es una economía pequeña, su PIB tiene un valor aproximado de un 20% del de España y de un 6% del de Alemania. Pero el PIB griego tiene desequilibrios: demasiado peso del sector servicios respecto al sector industrial. Grecia produce poco, y esto la llevó, y la lleva, a una difícil ecuación para sostener el estado de bienestar, o lo que les queda de él. Grecia debe el 170% de su PIB, o lo que es lo mismo: cada griego tiene una deuda acumulada de unos 30.000 €.

Cuando se miran los datos en frío, resulta sorprendente que hace unos 20 años, la deuda por habitante en Grecia era de 8.000 €. Qué puede haber pasado. Pues debe ser cosa de brujas, o de algún poder oscuro, porque algo parecido pasó en España: nuestra deuda por habitante pasó de ser de unos 7.000 € en 1995 a los 20.000 € de hoy... Sí, sí, usted que lee este blog. Qué sepa que debe veinte mil eurazos. A que no tenía ni idea. Y, no solo somos los de la cola, no... En la parte de arriba de la tabla es parecido: cada alemán debía hace 20 años 12.500 € y ahora debe 25.000; cada francés debía 10.000 y debe 30.000. Vamos, que, por alguna razón desconocida, toda Europa empezó hace 20 años una orgía de pedir prestado para gastar en no se sabe qué que nos trajo hasta el desastre actual.

Si miramos todo esto con el microscopio de la lógica, el griego multiplicó por 4 su deuda, el español y el francés por 3 y el alemán por 2. Pero, claro, el alemán puede asumirlo, y pagará, porque tiene una economía con un fuerte sector productivo e industrial; el francés, casi como el alemán, aunque con más problemas; el español, por contra, tendrá serias dificultades porque no tiene una economía productiva como la alemana, más cuando en los últimos años se despreció la industria en favor de la construcción; y el griego..., el griego, directamente no podrá pagar. Grecia no pagará porque lo que gasta para mantenerse viva es más que los bienes y servicios que es capaz de producir. Y esto mismo pasa en España, menos, pero pasa.

A la Troika, y compañía, le aterroriza que haya un riesgo respecto al pago de la deuda porque de este modo se les acabaría el beneficio de la parte de los intereses. Lo que deben Grecia genera pingues intereses a los prestamistas. Y si Grecia declara ilegítima una parte de su deuda, alguien dejaría de percibir beneficios por rascarse la barriga (léase bancos y especuladores que obtenían dinero a bajo interés para meterlo en deuda de países en dificultades). Por eso tiemblan los mercados. Porque si en Grecia gana las elecciones algún partido «radical» puede declarar como ilegítima una parte de la deuda, además con toda la razón. Y esto, claro, causa terror..., el mismo terror que causaba el fuego griego en las guerras en la antigüedad.

Los intentos de Bruselas para que se reduzca el gasto en Grecia son vanos. Aún estos días se pedía que se bajasen las pensiones y que se subiese el IVA. Una gilipollez teniendo en cuenta que eso generaría una reducción inmediata del consumo y, lógicamente de la recaudación. Así que los cerebros económicos del Eurogrupo van a tener que pensar en otra cosa, y si no lo hacen, los griegos, sencillamente no pagarán porque no tienen con qué. Grecia es un epítome de cómo la política equivocada puede llevar a un pueblo a una situación de desesperación.

Y lo peor es que una decisión griega en estos términos podría tener el mismo efecto que el fuego griego, que ardía con más fuerza cuando se intentaba apagar con agua, ardía incluso debajo del agua. El fuego griego hundió flotas enteras. Y si se produce un efecto contagio y se empieza a declarar ilegítima la deuda emitida en términos de usura, la flota de los prestamistas puede quedar hundida, quemada, barrida, cuando España, Portugal, Italia, etc., decidan hacer lo mismo para reajustar y sanear sus economías. El mundo entonces se moverá de otro modo, porque ya nadie querrá prestar dinero al dejar de ser un negocio fácil y lucrativo.

Vaya con el fuego griego...

27 diciembre, 2014

La España paralela de Rajoy

Uno no puede dejar de asombrarse al ver cuál es la percepción de la realidad del gobierno. Rajoy hizo una presentación de la misma y, por mucho que lo intenté, no pude reconocer en ella al país en el que vivo. Por eso, llego a la conclusión de que van a tener razón los que están predican que existen universos paralelos. Bueno, universos completos, no sé, pero Españas, sí, porque Rajoy las ve. Y no es de broma. Basta con escuchar con un poco de atención su rueda de prensa de ayer, 26 de diciembre de 2014. Personalmente me sentí como un estúpido, porque yo no veo lo que él ve. Claro que Rajoy es presidente de un gobierno y yo un simple ciudadano, eso sí: bastante cabreado.

Lo que nos vino a decir esta suerte de oráculo es que España es un país altamente competitivo, con una gran capacidad exportadora, con baja inflación, o nula, que favorece nuestra competitividad, y en el que las pensiones y salarios, al no subir los precios, ganan poder adquisitivo. También nos dice que en tres años los españoles, sí, sí, con un par, los españoles, consiguieron dar la vuelta a la situación: un país en el que antes se tenía desconfianza, ahora se tiene seguridad; donde antes se destruía empleo, ahora se crea de manera sistemática y continuada; donde antes la economía se contraía, ahora crece... En resumen, España crece más que nuestros socios europeos y es el país que más empleo crea en Europa. ¿Qué...! ¿Alguien se atreve a negar que existe una España paralela, aunque algunos incapaces no alcancemos a verla?

Quién, me pregunto, le puede aportar a Rajoy tal cantidad de datos positivos. Y, cómo, un político, que no sea un desalmado, puede tratar de engañar con ellos a todo un país. El mensaje insano que intenta trasladar, además de hacerse propaganda para seguir en el poder, es que solo él u otra alternativa parecida, puede hacer algo bueno por España. Tengo que decir que fue cerca de una hora de alucinación completa. No me podía creer como alguien que dirige un país puede cometer la inmoralidad de llevar a cabo esa especie de intento de «sofronización» de un electorado al completo.

El desprecio por cualquier alternativa a su modo de hacer está presente a lo largo de toda la intervención. Esto es algo que a Rajoy le va a costar caro. Y vuelvo a Ortega: En épocas críticas puede una generación condenarse a histórica esterilidad por no haber tenido el valor de licenciar las palabras recibidas, los credos agónicos, y hacer en su lugar la enérgica afirmación de sus propios, nuevos sentimientos. Como cada individuo, cada generación, si quiere ser útil a la humanidad, ha de comenzar por ser fiel a sí misma.

Rajoy debería tener cuidado. Muchos pertenecemos a una generación que puso los pilares de lo que hoy debería ser España: un país bastante democrático y con bastante estado de bienestar. Estábamos hartos de algo y lo eliminamos, o casi... Ahora viene otra generación que está también harta de este modo tramposo e inmoral de hacer política. Atención al pensamiento de Ortega. De un modo u otro, Rajoy será desalojado por su arrogancia, y sobre todo por su capacidad de ver, como los locos, mundos, Españas, paralelas.

25 diciembre, 2014

El discurso del rey... Felipe

Sí. Se puede decir que tocó todos los asuntos importantes que preocupan a los ciudadanos. Bien. Y qué. De qué sirve que el rey haga un buen discurso, como no sea para que la gente se sienta reconfortada al saber que hay alguien que parece entenderla. De qué sirve el reconocimiento de los problemas sin aportar ninguna solución... Claro, el rey no puede: reina pero no gobierna. Entonces, para qué cada nochebuena nos da un cuarto de hora de perorata si, diga lo que diga, nada va a cambiar. Casi podría ahorrárselo si es por el pueblo, porque en realidad lo que dice sirve para poco, o para nada, que no sea para llenar unos cuantos titulares con opiniones de los dirigentes políticos de guardia... En fin... Humo.

Lo único sincero del discurso fue, tal vez, la felicitación de las fiestas en todos los idiomas oficiales. Lo demás fue vago y difuso: corrupción, sobre todo, y crisis económica; un poco de Cataluña, con mensaje conciliador; otro poco de motivación para que no se pierda la autoestima de país, recordándonos el reconocimiento internacional de España como nación seria y fiable; también hubo algo, cómo no, del proyecto europeo; y de la recuperación de las magnitudes macroeconómicas (orden directa de Rajoy, supongo). Todo muy profesional y muy bien comunicado, eso sí. Este rey es sin duda un tipo preparado. Ya podían la mayor parte de los dirigentes políticos estar la mitad de preparados que él. Pero, aparte de esto, nada

Está bien que el rey comprenda al pueblo. Pero, ¿dice Felipe lo que le da la real gana, o el texto pasa previamente por la garlopa del Gobierno? Si es así, vaya porquería de país que no respeta ni la libertad de expresión del jefe del estado. La real alocución es en realidad poca cosa más que algo de propaganda de los logros del gobierno y un poco de comprensión paternal para el vulgo: «españoles, ya sé que pasáis hambre, pero para que os sea más llevadero, que sepáis que yo os comprendo». Ya imagino a quienes lo pasan mal de verdad satisfechos: «qué bien, el Rey es nuestro amigo, el Rey nos comprende, ¿ves?, dice que hay que acabar con la corrupción y con el paro... qué bueno es nuestro rey». ¿Pero es que piensan el gobierno y el rey que somos imbéciles y que se nos puede hablar como a adolescentes? Porque realmente eso es lo que parece.

Y una última cosa. Por que el Rey nos trata de tú. El que suscribe tiene claro que si un día tuviese ocasión de conocerlo haría, con toda seguridad dos cosas. Una, tratarlo de usted, como a cualquier persona adulta que acaban de presentarle, la otra darle la mano para saludarlo educadamente, pero eso sí, sin esa ridícula inclinación de cabeza que hacen los que se acercan a él. Los reyes son residuos de la tradición, todos, y estoy dispuesto a respetarlos como tal. Pero los reyes ya no tienen súbditos y deben dirigirse a los ciudadanos con el debido respeto. No es de recibo que el Rey nos trate de tú, ni que espere que se baje la cerviz ante él. Y si no se lo dijo ninguno de sus asesores pelotas, se lo digo yo, y gratis.

20 diciembre, 2014

Una lección de comunicación

El Presidente Obama dejó hace unos días para la posteridad, además de una decisión histórica sobre cuba, una lección de competencia en algo tan básico como la comunicación. Escuchar a Obama dirigirse a la nación sin titubeos, con gesto tranquilo, con movimientos naturales de las manos, entonando y vocalizando cada frase, enfatizando en los contenidos clave, con lenguaje llano, entendible hasta para los niños que lo estuviesen siguiendo... En verdad, me hizo sentir que vivimos en un país de segunda o tercera fila. Resumen del discurso con subtítulos en español.

Al escuchar a Obama, casi de inmediato, empecé a pensar en Rajoy, pero también en Zapatero y en Aznar, y sentí un vacío que no puedo describir con palabras. Salvo Suarez y González durante la transición, los presidentes españoles resultaron ser unos auténticos zoquetes en lo que se refiere a su capacidad comunicación. Rajoy es nefasto, horrible. Sus discursos son infumables, como lo eran los de Zapatero, o los de Aznar. Carentes de empatía, llenos de palabras huecas, poco claros, con ese desagradable siseo, faltos de estructura... Por qué pasa esto. ¿Es tan difícil comunicar de manera clara? No, la respuesta es no. Comunicar bien es fácil. Y si no se hace es sencillamente porque se intenta engañar al destinatario, o porque no se tiene nada que decir realmente.

Pero no solo pensé en el Presidente. Hice un repaso por los líderes de la oposición, por los portavoces en la cámara y encontré el mismo vacío. Acaban de nombrar portavoz del PP a Hernando. Un tipo con entonación de chulo (no es él solo, hay muchos casos de entonación chulesca en la política española) que deja ver a las claras qué va a pasar en los futuros debates parlamentarios. El portavoz del PSOE, o el mismo Pedro Sánchez son mediocres, siendo magnánimo, cuando hablan; el portavoz de Izquierda Plural es desastroso; Duran, tiene días buenos, pero por lo general está desacertado. El parlamento en general es un desierto en este aspecto tan esencial.

Me pregunto cuál puede ser la causa de esta sequía y solo se me ocurre una. La clase política tiene la percepción de que solo importa el partido. No sé por qué al final siempre llego a esto, pero es que no hay otra razón, o yo, al menos, no la encuentro. Un aspirante a diputado no tiene que batirse el cobre ante los electores porque va en una lista confeccionada por el partido. Ni siquiera los más importantes tienen que comunicar bien. Los electores españoles no sabemos lo que es que se dirijan a nosotros en nuestra circunscripción para pedir nuestro voto, nos lo dan todo hecho. Esta es la única causa de la baja calidad de la clase política española, y mientras no se ataque seriamente vamos a seguir igual. Una pena. Claro, que siempre nos quedará gente como Obama.

12 diciembre, 2014

No nos toman en serio

Este es el problema. No se nos toma en serio. La política, esa actividad que consiste en hacer funcionar la cosa pública en beneficio de todos, deja de tener sentido cuando quienes la practican dejan de tener como objetivo el bien de todos y pasan a ocuparse exclusivamente de sus intereses. Cuando los partidos, todos, incluidos los de reciente aparición, no toman en serio al ciudadano, la política deja de tener sentido. Un país así, está perdido. No tiene solución.

No es que hoy me haya levantado deprimido ni que sea un pesimista recalcitrante, qué va, al contrario. Creo en la gente, en la capacidad de la sociedad para acometer cualquier acción para crecer, para mejorar, para vivir mejor. El problema es que «ellos», los que están en la cúpula del poder, los Partidos, en definitiva, no hacen lo necesario para que «nosotros», la gente, trabajemos para mejorar las cosas. Solo hace falta que nos tomen en serio y nos digan que nos necesitan para echar a andar de nuevo a esta sociedad martirizada por la falta de respeto desde la política y sus áreas de influencia.

Los partidos hacen continuamente actividades de desplazamiento, es decir, para no atacar el problema central, se inventan otros periféricos y les otorgan importancia que no tienen para, de este modo, no ocuparse de lo que haría que las cosas realmente cambiasen. ¡No puede ser!, me dirá alguien. Pues ahí va un ejemplo. Rajoy, que es listo, aunque parezca tonto, pone en funcionamiento una web en la que se puede ver de todo: sueldos de altos cargos, contratos, organigramas... Vamos, un montón de cosas de esas que le permiten decir lo transparente que es el Gobierno. Inmediatamente todos los tertulianos todólogos, que además son siempre los mismos, les va a dar algo, empiezan a gritarse y a insultarse. ¿El motivo? Pues que 250 altos cargos ganan más que el presidente. Y se organiza el debate nacional dejando de lado el problema central. Y a esta actividad de desplazamiento se unen todos los demás partidos, que, lógicamente están más interesados en estar en los debates que en explicar el problema y promover soluciones.

A ver si me explico. Lo que no nos quieren decir es que no tienen ni la menor idea de cómo salir de la crisis. ¿Por qué? Fácil. Porque ninguno sabe cómo hacer para que España produzca más bienes y servicios y aumente su PIB. Porque nuestro gran problema es que debemos el equivalente al 100 % de nuestro PIB. O dicho de otro modo, en términos de economía doméstica: España es un hogar donde todo lo que sus miembros son capaces de generar tiene que ser empleado en pagar lo que se debe. A que se entiende bien. Pues claro que sí. Y a que a cualquier ciudadano normal, si se le pregunta, respondería que lo que hay que hacer es aumentar la generación de bienes para que sea mayor lo que se mete en la caja que lo que se saca de ella. O sea, España tiene que generar más bienes y servicios de lo que genera ahora para aumentar PIB y así la deuda vaya bajando.

Pues bien, como ni estos ni los otros ni los de más allá tienen ni repajolera de como resolver las cuestiones centrales como la anterior (hay más, la corrupción, la separación de poderes, la ley electoral...), entonces intoxican la opinión pública con debates estúpidos que no conducen absolutamente a nada. Para no entrar, por ejemplo en cuestiones espinosas como que la industria en España se cae a pedazos. La trampa, o estafa, que se hizo a este país con el asunto de la energía eléctrica expulsa a las empresas dependientes del kilovatio para producir. Si, además, la reforma laboral permite despedir a la gente con cuatro euros, pues es fácil adivinar qué va a pasar con la industria en este país. Pues bien, la industria genera PIB del bueno, como lo generan las exportaciones y la investigación científica y técnica. Y de estas cosas, nadie habla ni partidos ni plañideras en las tertulias (en el Parlamento, ni se menciona, claro).

No hay salida de la crisis si no se aumenta PIB. Diga lo que diga Rajoy en los foros que quiera. Solo está mintiendo para intentar mantenerse en el poder. A Rajoy el país le importa un rábano, como a Sánchez o a Iglesias. Lo que les importa es obtener el poder para jugar a los políticos. Porque eso es lo que hacen, jugar. La gente que maneja los hilos de la política en España no es gente seria, como no lo son los partidos en ningún caso. Si lo fueran, la cosa sería otra. Si lo fueran, en lugar de hacer actividades de desplazamiento, nos tomarían en serio y tratarían de hacer funcionar el país con la ayuda de los ciudadanos.




08 diciembre, 2014

El crecimiento económico que viene

El Gobierno de España, con Rajoy a la cabeza está empeñado en hacer calar en la población el mensaje de que estamos en franca mejoría económica. Ya no habla de brotes verdes, sino de «raíces vigorosas» que sustentarían un crecimiento real y sostenido. Más aún, en la Cumbre Latinoamericana de jefes de estado y de gobierno, asegura sin vergüenza que España crecerá en 2015 por encima del 2% y que será el país que más lo hará del entorno europeo.

A mi lo que me gustaría que Rajoy dijera es por qué vamos a crecer y si crecimiento significa una reducción del déficit o una real y efectiva expansión del PIB. Que se nos explique en base a qué vamos a crecer. Una familia sabe que su economía crece porque el padre tiene un trabajo mejor, porque la madre también trabaja y le subieron el salario. Entra más dinero en casa. Hay una base sólida. Una economía de familia con los padres en paro no crece porque el casero les baje el alquiler o porque les haya tocado un premio de energía gratis por un año en un concurso. En este caso, sigue completamente estancada y sin futuro.

España es un país mágico. En realidad somos pobres, pero no se sabe cómo, tenemos el dinero suficiente para mantener esta farsa político financiera; para rescatar cajas sin ningún sentido; para pagar intereses (ilegítimos) de la deuda, en la mayoría de los casos a bancos del propio país que obtuvieron el dinero al 1% y se les devuelve al 7% (siempre me pregunté por qué puede hacerlo un banco y no un ciudadano cualquiera..., lo de pedir dinero al BCE). También tenemos dinero para mantener a parlamentarios viajeros, a expresidentes autonómicos chorizos, a familias reales o del rey, a tribunales de cuentas y constitucionales sin criterio... En fin, a toda una serie de elementos parasitarios que, sin saber cómo, sobreviven en una economía poco o nada productiva.

Rajoy es un tipo peligroso, pero muy inteligente en todo aquello que esté realacionado con su propia perpetuación, basta ver su trayectoria política. Es un tipo peligroso porque no le importa que la sociedad llegue a colapsar. El rescate de los bancos salió de la eliminación de derechos, de la subida de impuestos, del adelgazamiento del gasto sanitario, de los millones de parados sin prestación, de que las familias vivan de la pensión de los viejos. Además, todo el gasto del estado es mantenido a costa de limar pequeñas cantidades a los muchos millones que tienen poco sin tocar las grandes fortunas y patrimonios. Sí... Rajoy es un tipo peligroso.

Sin embargo las cosas van a acabar por salirle bien. El precio del petróleo bajó un 40%. Eso significa una enorme cantidad de dinero que no se va a gastar. Y ahora viene este genio y nos dice que la economía va a ir mejor. Pero, a quién le va a ir mejor. Los carburantes y la energía seguirán igual de caras, o casi. Les va a ir mejor a las grandes empresas y corporaciones que controlan el cotarro. Pero no a la gente de a pie. Este gobierno no hizo nada para que la economía cogiera solidez. No hay más industria, es más la industria huye por causa del coste de la electricidad; el gobierno decidió darles la pasta a las eléctricas. Tampoco hay más exportaciones, que no sea la de jóvenes que no quieren pudrirse en esta ciénaga. O sea, el país sigue siendo lo que era: un erial dependiente de la especulación: una mierda. Ahora una carambola en el mercado de materias primas hace que la cosa nos sea favorable. Y Rajoy se pone una medalla...Fantástico.

Lo malo es que la gente va a creer a este individuo. Un elemento que va de serio por la vida y que dice que hace lo que tiene que hacer, y se queda tan ancho. Pobre España. No solo estamos jodidos por la crisis. Tenemos a este señor como presidente. Antes tuvimos que sufrir a Aznar y a Zapatero. Ya parece demasiado. Nos merecemos un descanso. ¿Es que no hay alguien decente y capaz que se dedique a la política?

02 diciembre, 2014

Fútbol: el mundo viscoso

Se me ocurren otros calificativos, además de viscoso, para describir el submundo del fútbol: amorfo, amoral, inanimado... Ninguno de ellos positivo. Esta viscosidad empieza ya cuando se observa a los padres de chiquillos que juegan en el equipo de la escuela. Algunos de ellos se comportan como verdaderos zoquetes sin cerebro. El mundo del fútbol está repleto de zoquetes sin cerebro, empezando por dirigentes federativos y de clubes y terminando por todos aquellos aficionados a los que no les importa nada con tal de que su equipo gane, o que su equipo enemigo pierda.

Naturalmente hay una gran mayoría de aficionados normales, como la hay de políticos no corrompidos por el sistema. Sin embargo, ambos, con su permisividad, apuntalan una manera de hacer que sobrepasa todas las barreras de la irracionalidad. No es de recibo no borrarse de socio de un club que mantiene y alienta elementos ultra, no se sabe con qué fin, capaces de hacer cualquier tipo de salvajada en nombre de su equipo.

Es el segundo muerto que se produce alrededor del estadio del Atleti. Según parece la hinchada ultra todavía grita consignas y soflamas vanagloriándose del apuñalamiento hace años de un hincha vasco, en este caso de la Real. Los dirigentes del Atleti oyen los cánticos y saben perfectamente que la forofada ultra tiene peligro y que, a veces, la violencia es excesiva y ¡zas! Alguien muere, como sucedió la mañana del pasado domingo: esta vez un ultra del Depor que habían tirado al río.

A pesar de todo el partido se jugó, lo que define la catadura moral de los dirigentes de ambos clubes. Un muerto en el depósito y ellos en el palco. No tuvieron el valor de anunciar por megafonía que el partido no se jugaría. Se dijo que no fue encontrado el responsable federativo que debía tomar la decisión. Que me perdonen, pero si el presidente de un equipo decide que sus chicos no salen al campo, se acabó la historia. No lo hicieron y eso se llama cobardía, insensibilidad y connivencia, o de cualquier otra manera más fuerte.

Otra cosa que me alucina es que a los partidos se les ponga una nota de riesgo y que ello determine un mayor o menor dispositivo policial. Es decir, que es la policía quien tiene que poner orden entre hinchadas proclives al enfrentamiento. Bien, eso está bien. Pero, ¿quién paga el dispositivo ese, los clubes o el contribuyente? Me disculparan si me pongo insensible y digo que si no lo pagan los clubes no debería ponerse ni un efectivo de más que lo estrictamente necesario para una aglomeración normal.

Está claro que la solución la tienen los clubes: algunos no tienen ultras porque sencillamente no los alimentan. De cualquier manera, otra solución es la de hacer leyes contundentes. Me pregunto si habría ultras si, el Manzanares, después de los altercados del domingo en los alrededores, fuera clausurado, por ejemplo por dos años. A mi entender sería una medicina muy efectiva. En Inglaterra se endurecieron las leyes e ir al fútbol es una actividad lúdica, apasionada, pero sin peligro. Pero claro, esto es España.