26 noviembre, 2015

Vergüenza obligada

La actuación del Gobierno en el asunto de ayudar a Francia en su lucha contra el yihadismo es verdaderamente bochornosa. Rajoy intenta, como siempre, ponerse de perfil y dejar morir los problemas de inanición. Pero en este caso le resulta imposible porque él no marca los tiempos. Sin embargo, persiste en ello por puro miedo, por puro egoísmo. Rajoy pretende parapetarse detrás de la inacción por si hacer algo pudiera resultar negativo para sus intereses electorales.

Se me permitirá decir que esta actitud de Rajoy me produce verdadero asco. Más cuando su ministro de Exteriores, ya el primer día después de los atentados le marcó el camino más fácil, y el más lógico:   remplazar a Francia en el control del Sahel. Pero Rajoy, en un acto de cobardía indigno de alguien que está a la cabeza de una nación como España, paró en seco algo tan razonable. Haber tomado esta decisión en el primer momento nos habría puesto en primer plano de la escena internacional y nos hubiera dignificado como país. Pero este infausto presidente que nos tocó en suerte dijo no.

A nadie se le puede olvidar que si Francia no hubiera puesto mucho de su parte ETA seguramente seguiría poniendo bombas y pegando tiros en la nuca a policías y militares. Es verdad que Francia pudo haber reaccionado primero, que pasó de nosotros al principio..., tal vez por desconfianza en una nueva y descafeinada democracia. Pero cuando decidió ayudar lo hizo con seriedad y con contundencia. Así, Francia fue la clave para que el mayor problema que había tenido nuestro país en décadas quedase resuelto.

Por eso la táctica del avestruz de Rajoy produce nauseas; igual que la actitud del líder del PSOE, que no dice ni pío y que está encantado de no estar en la piel de Rajoy y así no tener que tomar decisiones. Sánchez no parece darse cuenta de que a Francia no solo hay que ayudarla porque lo necesita sino porque se lo debemos. Nadie en el espectro político nacional, salvo Rivera, tiene una postura clara en este asunto. Nadie, con la excepción mencionada, quiere tomar partido. ¿Tan importante es el poder que se entrega incluso la dignidad? ¿Es que no saben que se trata de la dignidad de una nación? ¿Es que nadie se da cuenta de que se pierde de un plumazo la posibilidad de pedir a Francia colaboración en el futuro? Eso sí, todos van corriendo a firmar un pacto antiyihadismo completamente inútil salvo para salir en una foto.

España no se merece políticos de tan baja estofa. Francia fue atacada por el terrorismo islámico desde dentro. Hay jóvenes franceses que por alguna razón caen el las redes del islamismo radical, y este es un problema interno que Francia tiene que resolver. Pero Francia entiende que el problema está en el Estado Islámico, y decidió responder al ataque movilizando a su ejército en un acto legítimo, más cuando el EI tiene declarada la guerra a Francia (y a España, no debemos olvidarlo). Pero los recursos de nuestros aliados y vecinos no son ilimitados ni en material ni en efectivos. Por eso piden ayuda. Ayuda que nosotros le negamos por pura cobardía de nuestro presidente. Un presidente que quiere que se le vote de nuevo. Inaudito. Y habrá gente que vote a un cobarde.

Si en estos días tengo la oportunidad de hablar con algún amigo o conocido francés, lo primero que haré será pedirle perdón en nombre de la gente de bien que hay España, que es casi toda. También le pediré excusas por esta rara habilidad que tiene el electorado español de poner al frente del país a verdaderos estúpidos.

24 noviembre, 2015

Campaña electoral y guerra

En una entrada anterior intentaba explicar que estas próximas elecciones eran un buen momento para ejercer como votante racional, o sea ver los hechos de manera imparcial, mirarse las líneas básicas de los programas y decidir en función de ello. Prometí una ayudita mediante una tabla de decisión simple, y lo mantengo, lo haré en unos días. Pero es que ahora hay un nuevo elemento a considerar: la actitud de cada partido, de cada líder, con respecto a una hipotética guerra contra el islamismo radical. Y esto puede cambiarlo todo, porque la percepción de una actitud no es un hecho evaluable, es algo subjetivo que, además tiene una fuerte influencia en la decisión de cada individuo en función de su propio temperamento más belicista, más pacifista, más diplomático... En fin una complicación más para los electores. Porque, además, los candidatos tienen miedo. Miedo a meter la pata.
El miedo en Rajoy

Puede que la gente se de cuenta de que Rajoy no hizo realmente nada en este mandato. Es posible que  los votantes acaben por ver que realmente no aumentó al trabajo en España, a pesar de haber disminuido el paro,  vamos, que la actividad es la misma; que la mejora de los números tiene más que ver con artificios financieros y con los precios de las materias primas (petróleo) que con una recuperación sólida en base a la producción industrial, por ejemplo; o que la deuda no para de crecer.  Pues todo esto, que haría perder unas elecciones a cualquiera, ahora va a tener menos importancia, y así, la victoria pírrica que le auguran las encuestas puede terminar en catástrofe (perderlas con claridad) , o convertirse en victoria contundente. Todo depende de lo mal o bien que juegue sus cartas y de sus decisiones respecto al conflicto con el EI. Rajoy debe estar sufriendo horrores, porque en esto no puede ponerse de perfil; querría ponerse, pero no le van a dejar Y, además, estar callado tal vez juegue en su contra.
El miedo en Sánchez

El amigo Sánchez tiene el mismo problema. El PSOE abanderó el «no a la guerra» durante la segunda invasión de Irak. Pero esto no es lo mismo, y la gente lo sabe; y Sánchez y el PSOE saben que la gente lo sabe. Lo que se hizo en la invasión de Irak fue un crimen premeditado entre Bush, Blair y el gran Aznar (que además creía que era el líder de aquello, qué tipo más simple). Irak no hacía nada, solo estaba allí y alguien se inventó razones para invadir y masacrar. Aquí, por lo tanto la postura estaba clara: «no a la guerra rotundo». Pero, ¿y ahora? Ahora la situación es diferente... A cuenta de aquella guerra, resulta que, en aquel territorio se implantó un grupo radical perfectamente organizado, con un ejército entrenado, con capacidad para manejar armas, con capacidad para actuar en cualquier punto del planeta y que además nos declaró abiertamente la guerra. Menuda patata caliente para Sánchez decir ahora «no a la guerra». Así que, como Rajoy, a ponerse de perfil toca... Pero tampoco le vale.

El miedo en Iglesias
Podemos ya puso claro que ellos se oponen directamente y en cualquier circunstancia a nada que tenga que ver con una confrontación... ¿Y Ciudadanos? Pues parece que Rivera no quiere ponerse de perfil, lo cual es de agradecer. Se le ve nervioso, con ganas de mojarse. Dice que no le dejan entrar en el pacto antiyihadista ese... Pero, poco más. Claro, quiere que muevan ficha primero otros. Si él dice a una intervención, por la izquierda le van a masacrar, y por la derecha parecido. Los unos le tacharían de belicista derechoso y los otros de político poco maduro, o de joven advenedizo que cree que es listo. Rivera también tiene una patata caliente de buen tamaño.

El miedo en Rivera
Es decir que, se complicó la cosa y lo que parecía tan hermoso, que era votar en base a hechos, datos y programas (la parte creíble), se convirtió en una tensa espera hasta ver la actitud final sobre la guerra al EI de estos muchachos que se presentan para liderarnos. Yo apuesto por una tremenda decepción con todos ellos y apuesto también a que ninguno toma una actitud seria de decir sí, o no, y se lo explica con claridad a la población. O mucho me equivoco o aquí no hay ningún Churchill, o ningún Gandhi, para equilibrar. Aquellos, claro, eran políticos, no títeres. Aquí todos tienen miedo a definirse.

17 noviembre, 2015

París atacada por sus hijos

Algo falla en la sociedad occidental. No es normal que franceses de segunda o tercera generación se involucren en los ideales del islamismo más extremo. Pero sucede: los terroristas del EIIL(*) son reclutados entre gente que nació y recibió educación en Europa; educación que, al menos en lo que respecta a los valores vigentes aquí, fracasó estrepitosamente. Y este fallo es más llamativo aún en Francia, paradigma de país libre, laico y abierto en el que millones de musulmanes encontraron un lugar donde vivir.

Puede ocurrir que las políticas de integración hayan fallado. Los inmigrantes argelinos y de otros países árabes se suelen concentrar en las banlieue, o sea, en los suburbios de las afueras de las grandes ciudades; unos lugares que no dejan de ser guetos, o reductos con normas propias y con baja permeabilidad al cambio cultural que sería deseable. De estas banlieue no resulta fácil salir. Los niños están escolarizados, sí, pero conforme crecen nace en ellos la sensación, no irreal, de que en ese país en el que subsisten, no hay demasiadas oportunidades para ellos. De poco valen entonces los Valores Republicanos que la escuela intenta transmitirles.

Este tipo de guetos, además de focos de incultura y de pobreza, son también caldo de cultivo para la delincuencia callejera, para el inconformismo y para el odio hacia quienes viven en el mismo país, pero con otra suerte. Y el Estado Islámico supo canalizar ese inconformismo en los jóvenes y darles razones para no quedarse en el simple odio, sino actuar contra el sujeto del mismo.

Hasta aquí todo parece indicar que una buena parte de responsabilidad en este asunto recae sobre la propia sociedad europea, que acoge a toda esta gente y la utiliza, no nos engañemos, como mano de obra barata, a la que mantiene semiaislada, en «campamentos urbanos». Europa, Francia, tranquiliza su conciencia con un buen chorro de millones en forma de subsidios y gasto social; lo justo para mantenerlos donde están, sin más expectativas. Pero también es verdad que toda esta gente, en la mayoría de los casos, estaría en peor condición en sus países de origen; y que, de todos los millones que malviven aquí, solo unos pocos toman la dramática decisión de hacer suya la causa del fundamentalismo islámico. Europa, Francia, puede catalizar la transformación de estos jóvenes, sí, pero los culpables de delito de terrorismo no son más que ellos mismos, que son quienes toman la decisión. Puede parecer drástico pero, insisto, como ellos hay millones de chicos en las banlieue y no lo hacen. Caerán fácilmente en otro tipo de cosas, pero no en esas. En manos del EI solo caen determinados perfiles. Un dato muy a tener en cuenta por los gobernantes.

La cuestión es que estos barrios, casi plenamente musulmanes, son reflejo del mundo musulmán; un universo social en el que, por alguna razón, nunca se separó la religión de la política. La primavera árabe constituyó una hermosa oportunidad, pero hoy no es más que un recuerdo. Y en un entorno en el que la religión lo impregna todo, es fácil dirigir el odio hacia el infiel que, por otra parte, es causa evidente de sus desdichas: invasiones de Iraq, en especial la segunda, para la que no había motivo alguno; política seguida en Siria, en Palestina; etc...

No conviene engañarse. El mundo musulmán, al menos en el Oriente Medio no va a cambiar. Cualquier intento de democratización seria va a ser cortado en seco por quienes ostentan el poder. Estos invocarán a Dios para justificar la represión, y a la Ley Coránica. Pero no es más que una pantalla para tapar la realidad: dinero, influencia y negocios, con Occidente, naturalmente. Porque, de alguna manera a los grandes poderes del hemisferio occidental les interesa que Oriente Medio sea foco de permanente tensión.

Y aquí estamos. Los atentados van dejando ya miles de víctimas: Nueva York, Madrid, Londres, Paris... Y así seguiremos. Haremos concentraciones, cantaremos himnos, pondremos velas y lloraremos por nuestros muertos. Los afectados llevarán eternamente su odio y desearán que el EIIL desaparezca de la faz de la tierra, y con él todos sus adeptos, es lógico. Ahora, como respuesta, se emprenderán campañas militares.Pero los ejércitos son para lo que son: solo eliminan enemigos, pero no resuelven los problemas. Es lógico que se responda con la fuerza. Francia tiene derecho a hacerlo, claro. Pero la situación va a persistir y a empeorar: en más o menos tiempo surgirán nuevos exegetas que releerán el Corán a su modo y cargarán contra el infiel.

Estamos ante algo que tiene solución. Una solución larga y difícil. Muy difícil porque hay gente en ambos lados que está ganando mucho con esta situación. Lo difícil es identificar quienes son y, más difícil aún, hacer que dejen de mover las marionetas. Me pregunto cómo serían hoy las cosas si los países árabes fueran democráticos... Tal vez un día...

(*) EIIL (Estado Islámico de Iraq y Levante). Prefiero estas siglas a las de ISIS, que son lo mismo, pero en inglés (Islamic State of Iraq and Syria). Levante es el nombre enpañol de la región de la Siria histórica.

12 noviembre, 2015

El voto racional

«La democracia española es, sin duda, de baja calidad, por no decir que es directamente una porquería». Mi vecino me tachó de exagerado. «Pero, Jesús, si vamos a votar cada cuatro años». No me costó mucho trabajo hacerle entender que ninguno de los que están cómodamente sentados en el Congreso fue realmente elegido por los votantes, sino puesto de manera arbitraria en una lista por la mano de alguien en un partido. «Eligen otros, nosotros solo asentimos, y así nos luce el pelo: vagos, corruptos, mequetrefes, incompetentes... Sí, y algunos buenos, joyas invisibles entre tanta quincalla». Resopló... «Ostras, pues visto así, apetece no votar... Pero es que, joder, nos costó tanto».

Esa es la razón principal por la que la gente va a votar, aunque le apetecería quedarse en casa: Qué costó mucho recuperar ese derecho. Pero la cuestión es que, tras casi cuarenta años de ejercerlo, uno se da cuenta de que, sí, el país avanzó mucho. Pero solo al principio: derechos, sanidad y educación gratuitas, entrada en la Unión Europea... Y para. Ahí se terminó la historia. Desde el noventa y poco hasta hoy, nada. La clase política dejó de aportar cosas. Si acaso algo en derechos, Zapatero (Dependencia y Matrimonio entre personas del mismo sexo). Pero poco más.

El adocenamiento de los políticos es simple de explicar. La Ley Electoral y la Ley de Partidos, crea un vórtice del que es imposible salir y que genera corrupción y selección deficiente de representantes. Ambas leyes deben ser modificadas de manera urgente. Debe impedirse que los partidos sean agujeros negros llenos de dinero del mismo color, especialmente los de la parte derecha del espectro. Pero la parte izquierda, si bien no puede ser acusada de mordidas, si que pueden echársele en cara las vergonzosas puertas giratorias o la malversación de fondos públicos en beneficio de amiguetes... en fin, lo conocido por todos.

O sea, que se nos fueron cayendo los palos del sombrajo. Los de derechas tenían al PP, los de izquierdas al PSOE, los del centro, a los dos, a elegir según les diera, y los muy izquierdosos a IU, pero este partido no cuenta, tiene bastante con sus propios líos (una lástima). ¿Qué pasa entonces de aquí en adelante? La gente cabal de derechas, se dirá que a un PP metido en mil pleitos por corrupción, que lo vote su padre. La de izquierdas que a un PSOE medio groggy por los ERE, y después de dónde nos metió Zapatero, que lo vote también su padre. Es decir que el electorado está huérfano de referentes y de ideales.

Bueno. Pues por fin estamos en un buen sitio. No hay mal que por bien no venga. Tenemos un elector que probablemente va a votar sin ideales. Un elector que va a comportarse con racionalidad, desapasionadamente. Tenemos un elector al que le cayeron bofetadas por todos lados y al que la gente del 15 M, y luego Podemos, abrió los ojos: hay una casta que lo está desangrando. Y por la parte central aparece, desde Cataluña, Ciudadanos. Sí. Al menos se termina, o lo parece, el aburrido bipartidismo.

PSOE y PP tendrán que ser muy concretos en sus promesas. La gente ya no cree todo lo que se le dice. Han mentido demasiado los dos. Las promesas tienen que ir soportadas por bases tangibles. Podemos y Ciudadanos ofrecen cambios profundos en las leyes problemáticas: Electoral y de Partidos. PSOE y PP no quieren tocar aquí, porque perderían poder. Pero, claro, si no tocan, a lo mejor la gente no les vota, entonces tendrán que proponer algo en este sentido. A ver que dicen.

Lo dicho bienvenido el voto racional. Se trata de elegir para la gestión. La ideología no cuenta. Va a ser entretenido, igual hasta salgo de la abstención esta vez. Eso sí. En una próxima entrada, más cerca de las elecciones, prepararé un modelo de tabla de decisión para escoger la opción de voto de manera desapasionada. Pero esto, en un par de semanas o tres.

05 noviembre, 2015

Albert Rivera, escucha... Franco es injustificable

Si se quiere ocupar el poder, en determinados asuntos sensibles, hay que tener una posición previa clara. De no ser así nadie te respeta. A Rajoy, por ejemplo no se le respeta porque es indefinido, porque su posición ante lo esencial no es clara y porque en lugar de afrontar los problemas, los elude hasta que ya no queda más remedio. Por eso no le respetan ni en su partido. Tampoco se respeta a Pedro Sánchez por lo mismo, ponerse de perfil ante algo que hay que afrontar: el «affaire» de los ERE. Los políticos fuertes tienen que tomar posiciones fuertes y llevar a su partido a hacer lo mismo.

Por eso fue una mala decisión de Ciudadanos de abstenerse en una votación para la retirada de la medalla de oro de la ciudad que un ayuntamiento había otorgado a Franco. La dictadura franquista es uno de esos asuntos sensibles en los que los partidos en España no pueden ser neutros. Se diga lo que se diga, lo del franquismo es algo simple: o se le condena, y se es demócrata y normal, o se mira para otro lado alegando estupideces, en cuyo caso se participa de la democracia, pero no se es necesariamente demócrata (esto se llama instrumentalizar un sistema).


Verás, Albert. Por si no lo sabías, te lo voy a decir yo. Franco fue solo un golpista y un dictador que causó un enorme daño provocando una guerra, que ganó, y tras la que millones de personas sufrieron una más, o menos, brutal represión. Así de simple. Por eso, en las cosas del franquismo no puede uno ponerse de perfil, como hicieron tus concejales. Y mucho menos tú. Tú no puedes justificar este grueso error aludiendo a que, no es bueno abrir un debate sobre la «memoria histórica».

El problema de Ciudadanos, Albert, es que está plagado de gente muy de derechas que actúan como submarinos del PP, que es en realidad a quien quieren, que se apuntaron corriendo para coger sitio. Gente que solo está en Ciudadanos porque en al PP no pudieron, o no tuvieron oportunidad de hacer carrera, y que, en realidad, son elementos del más rancio nacional catolicismo. Gente que en ese ayuntamiento no votó con el PP para no retratarse ante la dirección de su propio partido. Gente cobarde, que se escondió en una abstención para mantener su estatus.

Cuidado con estas cosas, Albert, porque mucha gente que te votaría por lo interesante de tus propuestas y por los mensajes claros que mandas, se va a inhibir. En política, además de propuestas y planes, hay que tomar posiciones. Ciudadanos es un partido con posibilidades y pretende luchar por el poder en España. Pues en España es necesario tener una posición clara con el franquismo. Tú, como Albert Rivera, ya te manifestaste claramente contra él. Pero tus concejales se abstienen y tienes que hacer mil piruetas para justificarlos.

Permíteme un consejo, pequeño saltamontes. Extirpa este furúnculo que tienes en tu surco interglúteo antes de que te afecte de verdad. Expulsa del partido a todo aquel que no sea un verdadero demócrata. Y pon orden en esto de Franco, porque te van a atacar por ahí, ahora que vieron que tienes un punto débil. Este error te va a abrir un agujero gordo por el que se te pueden marchar cientos de miles, sino millones de votos si no actúas rápido. Así que limpia ya. Porque si, así y todo llegas al poder, si no pones orden ahora, no te quiero ni contar el tipo de personal que se te va a colar en los cargos que vas a tener que repartir.

Hazme caso, no seas gil. A no ser que tú seas también un submarino del PP, que espero que no.