Unas elecciones consisten en la exposición de la mercancía por parte de los partidos. Si esta interesa al elector la compra, y si no, no. ¿Cuál es la razón para que nadie esté obligado a adquirir un género que no le atrae? Lo mismo que un mercado. Si lo que se ofrece no es del interés del cliente, no se compra. Más, si como en la lonja de la política española, las mercaderías ofrecidas no son demasiado atractivas, o el comprador tiene la sospecha de que se le va a engañar.
Supongamos que en el mismo ferial dos comerciantes ofrecen alubias blancas, uno más azuladas y el otro más rojizas; otro tiene expuestas alubias rojas y un cuarto, alubias pintas. El cliente no siente especial atracción por las dos últimas, luego, no va a adquirirlas, además se da cuenta de que las blancas tienen «bicho». Toma, por tanto, la decisión de marcharse. Pero cuando ya se iba, alguien se acerca y le dice que debería comprar alubias blancas de las rojizas, aunque estén medio podridas. Al preguntar por qué, la respuesta que se le da es que las alubias azuladas están todavía en peor estado. Insiste el potencial cliente en que el no compra género defectuoso, y su interlocutor le explica que si no compra alubia rojiza, el que vende las azuladas las va a vender, a pesar de su estado y va a ser más rico que el que vende las rojizas.

En el País Vasco y Galicia se juegan hoy cosas algo diferentes de las que se juegan en elecciones generales. Los vascos y los gallegos pueden tener razones para ir a votar que no van a jugar en unos comicios estatales. No obstante, el índice de participación, si es bajo, puede ser un indicador bastante preciso de qué pueda suceder en diciembre si se llega, como todo parece indicar, a terceras elecciones.
Una muy alta abstención tampoco va a determinar mayorías pero será un toque de atención importante si se produce, porque los únicos responsables de ella habrán sido los propios comparecientes en la contienda.
1 comentario:
Muy bueno lo de las alubias de colorinos
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