04 marzo, 2014

Formación de los trabajadores: el gran fracaso

A partidos políticos, sindicatos y empresarios se les llena la boca cuando hablan de formación. Babean de orgullo y felicidad cuando exponen las estadísticas. Presumen del número de actos formativos emprendidos y del número de asistentes; del dinero invertido y de lo bueno que es para todos que la gente se forme... Los trabajadores formados desarrollan mejor su cometido, es verdad. Pero, ¿es adecuada la formación que se da a las necesidades de las empresas y de los propios trabajadores?

Mucho me temo que la respuesta a la pregunta anterior sea un contundente NO. La formación que se da, en la mayor parte de los casos, ni es adecuada ni está bien orientada. Y el problema está en que la mayoría de los actos formativos están en manos de empresarios y sindicatos. Estos agentes sociales reciben un dinero para impartir formación y esta acaba siendo cualquier cosa, cuando se imparte, que hay veces, ni se da. Eso sí, el dinero se cobra.

El Estado invirtió en formación en los últimos 30 años miles de millones de euros. El objetivo era elevar el nivel general de la mano de obra en España. Pero el mismo Estado no supo controlar ni cómo se gestionaban los fondos puestos en manos de los agentes sociales ni ejerció una evaluación de los resultados obtenidos. Durante estos 30 años todo ese dinero fue gastado casi para nada. De hecho seguimos siendo uno de los países con mano de obra peor formada y menos cualificada de Europa.

Hay una parte de la formación que sí está bien, y es la específica para el puesto de trabajo que se da en las empresas. Por ejemplo, si un operario tiene que aprender el manejo de una máquina, se le pone al lado de otro operario experto para que le traspase la competencia. No sé si eso está subvencionado, creo que no. Pero está claro que ese es el camino: la formación interna y específica.

Se emplearon miles de millones en impartir formación durante el desempleo. ¿Para qué? ¿Es que el INEM sabe en que se va a emplear de nuevo el parado? ¿De qué le sirve a un albañil recibir formación en informática si su futuro nuevo trabajo puede estar en una carpintería, por ejemplo? La formación inespecífica es una gran pérdida de tiempo y dinero, más cuando el receptor va obligado y carece de motivación.

Por lo que se está viendo, el asunto de la formación es simplemente un chollo para sindicatos, especialmente, y para empresarios. La cantidad de dinero que manejan es incalculable. Este dinero es de todos y se está malgastando, cuando no robando directamente. Lo que está pasando con la formación en España denota que somos un país tremendamente rico que puede tirar el dinero tranquilamente. Aquí no necesitamos ni reformas laborales ni de la Seguridad social ni de la Administración. Este país tendría superávit si se eliminara de un plumazo el Estado del Descontrol, que es lo que siempre tuvimos en España... Claro que unos cuantos dejarían de meterse un buen dinero público en sus bolsillos particulares.

2 comentarios:

Inés Iglesias dijo...

Sindicatos y patronal a pachas...

Luis dijo...

Es agradable de vez en cuando conocer de problemas que tienen fácil solución. La situación que usted critica aquí se soluciona fácilmente aunque no la especifique – tal vez por ser tan obvia. Si me permite, déjeme enunciarla. Pero antes de ello, temo que no estará usted de acuerdo con la propuesta, ya que seguro le parecerá demasiado dura y probablemente prefiere una solución basada en “mejorar” y no en eliminar. No obstante, como los canceres, en algunos casos la mejor solución es la eliminación.

Como dice usted que el dinero gastado en la formación indicada durante los últimos treinta años fue gastado casi para nada, pues lo mejor es que se elimine totalmente gastar más dinero en ello. Eso es fácil. Eso es lógico. Pero como tanto otro que tiene solución, no se hará. La razón bien la sabrá usted; no la desean los intereses creados (que usted menciona). Es así. Se seguirá tirando dinero porque dentro de la imagen beneficiosa existente, “algo puede ayudar” aunque a quienes ayuda es a los recipientes de ese dinero público y no al público. Además, ¿se enfrentaría nadie ante los millares de ejemplos de individuos que jurarían que esa ayuda les “salvo la vida? Yo si que no. Esa imagen sería imposible desafiar con éxito usando mera estadística o lógica.

Ese dinero se seguirá gastando sean los resultados que sean, porque en la cabeza publica esta establecido su genuino bien. Sería más fácil quitar que España continúe siendo una monarquía constitucional, que cortar esos fondos que tienen la apariencia de ser tan necesarios y bondadosos. La apariencia, señor columnista, lo es siempre todo.

Luis de Agustin