11 abril, 2014

Desvergüenza

Hoy son noticia, en especial en los medios no afines al Gobierno, los contenidos de la declaración, la enésima, de Bárcenas ante el juez Ruz. Estos medios intentan, con poco éxito, resaltar e infiltrar en la sociedad la idea de que el PP es un nido de ladrones que durante años y años sacaron dinero de mordidas a cambio de favores derivados de las decisiones políticas, en especial de las que tenían que ver con la obra pública y la calificación de terrenos.

El PP es un partido básicamente corrupto porque la célula cancerosa de la dirección nacional, especializada en flirtear con el dinero negro y las comisiones, hizo metástasis y el mal aparece en todas las sedes, en todas las agrupaciones... El PP está corrupto en todas partes y hasta en mi pueblo tienen, casi seguro, caja B de la que se nutren los caciques locales. Y sin embargo el PP entusiasma; tienen ochocientos mil militantes y un suelo electoral sólido y fiel que les mantiene. El porqué habrá que preguntárselo a esos votantes que son capaces de ir como ovejas estúpidas a respaldar a verdaderos saqueadores.

Cuando uno mira los papeles del Bárcenas este, se queda estupefacto. En el año 1990, el insigne Aznar, el ínclito Cascos y unos cuantos secuaces se metían en el bolsillo, aparte de su sueldo, que ya era considerable, 500.000 pesetas en concepto de gastos de representación. En el año 1990 ganar 100.000 pesetas era ya un salario medio decente. Pero estos golfos apandadores ganaban 10 veces más como mínimo. Claro que, esto no se sabía en aquellos años. En aquel momento el PSOE estaba inmerso en su chapuza particular de financiación y el PP se ocupaba de que se hablara de ello. Me imagino las risotadas en el sanedrín pepero: "estos rojos incautos no saben ni robar".

Bueno, pues que se anden con ojo en el PP porque el electorado de derechas, aunque menos despierto, tonto del todo no es y está tomando buena nota de todas estas trampas. La mayor parte de los ochocientos mil militantes se darán cuenta de que son unos imbéciles por no sacar tajada como los que se arriman a la cúpula o van en las listas. Vamos, que la gente del PP, sin dejar de ser de derechas, va a ir dejando de ser mema y de ir con el voto en la boca a entregarlo cuando sean llamados.

La gente progresista ya se dio cuenta de que, con el sistema electoral actual, la clase política no es más que una clase extractiva de recursos monetarios y absolutamente improductiva. Los electores más conservadores lo están empezando a ver y responderán, lo mismo que los primeros, con la abstención. Las elecciones europeas, apuesto algo a que serán un desastre de participación. Y si nadie hace nada con la ley electoral, aunque sea solo un proyecto de cambio hacia un sistema más parecido al mayoritario, en el que los electos respondan ante los electores en lugar de ante su partido, la abstención masiva empezará a notarse también el municipales y generales. Tiempo al tiempo.


2 comentarios:

Anónimo dijo...


Ojalá la previsible abstención fuera fruto de una seria reflexión sobre los aspectos que comentas. Me temo que la abstención en estas próximas elecciones vendrá, más bien determinada por otros aspectos.
Saludos, Luis

Luis dijo...

Señor autor, tanto el tema escrito dice usted, “tiempo al tiempo” con tranquilidad. Prepárese entonces esperar que regresen las vacas soltadas dentro de una aldea inmoral, que tendrá de espera. La inmoralidad ha vencido y es aceptable a los votantes. Las ovejas de que usted habla son las de siempre. Solo buscan bastón que las guie, ya que si no, se piensan perdidas y esto porque teman pensar por si mismo. El miedo bate todo, señor.

Las razones porque uno es militante (que curioso uso de la palabra para los quienes siguen ciegamente) son muchas, y no menos porque uno necesita sentirse parte de algo más grande que uno mismo. Si esta necesidad se alterna dentro del campo de la política en este país y uno quiere también sentirse triunfante de vez en cuando, solo hay dos opciones, así que la disculpa – si es que se piensa – es que “los otros son peores.”

La respuesta ante el problema que usted tan atentamente nos presenta, no es la abstención. Esto sería lo peor de todo, es decir, silencio. Nos prescribe usted algo parecido “al silencio de los corderos” como el título de la película. El resultado sería la liberación del protagonista maldivo patrullar los campos altos y bajos y todo rincón de la tierra. Eso no se puede aceptar. A lo malo, señor, se le corta el cuello.

Luis de Agustin