
El discurso de Sánchez tras su aplastante victoria de ayer fue muy de líder en progresión. Sereno y conciliador. Él sí nombró a sus rivales y les dio las gracias por sus aportaciones, algo que Susana Díaz fue incapaz de hacer desde su soberbia. Esta mujer no parecía saber que el PSOE no es solo Andalucía. Y su equipo tampoco parece haber notado que todas las señales indicaban un unánime rechazo popular hacia ella en todo el resto del país. Patxi López, al contrario, aceptó la derrota con deportividad y ofreció su apoyo al Secretario General electo.

Los apoltronados del PSOE echaron la culpa a Sánchez de todos los males del partido. Le acusaron de perder dos veces y de obtener los peores resultados de la «historia». Creían que con esto iba a ser más que suficiente. Pero los militantes saben más cosas. Saben que la gran debacle vino por los desaciertos de Zapatero y el mal hacer de Rubalcaba. De 2008 a 2011 pierde el PSOE casi 4,5 millones de votos. Y Podemos no había hecho acto de presencia reclamando el voto de un electorado de izquierdas agazapado en la abstención.
Pedro Sánchez pierde 1,5 millones de sufragios en una nueva situación en la que Podemos irrumpe por la parte izquierda de los socialistas y se queda con «nada más» que 5 millones de votos, y Ciudadanos por la parte derecha, y obtiene «solo» 3,5 millones. Que alguien me explique por qué fue mala la gestión de Pedro Sánchez y con qué argumentos los susanistas lo pintan como un perdedor. Se excusa a Rubalcaba por perder 70 diputados y se condena a Sánchez por perder 20 en un escenario mucho más complejo. ¿No es kafkiano?

Ahora queda en manos del Secretario General ser generoso. Personalmente opino que debe serlo, en especial con los que fueron sus oponentes. Todos tienen el derecho a elegir una opción, y eso no merece represalia alguna. Sin embargo, creo que debe ser contundente con quienes le traicionaron e intentaron eliminarlo, o contra los que cambiaron de opción y se subieron a un caballo que apreciaban ganador con el único fin de conservar sus cargos. Con estos no tiene por qué ser generoso. No lo merecen.
Haría bien Sánchez en dejar tranquila a Susana Díaz. Ahora se siente humillada. Pero se le pasará. Debe dejar que Andalucía siga siendo su feudo y que en la ejecutiva haya miembros destacados de su equipo, pero en número no suficiente para poder ser traicionado de nuevo. A cambio debe exigirle lealtad absoluta. Lo mismo que a Patxi López, a quien debería tratar como a un elemento positivo, aunque alguna gente de su equipo está entre los traidores. También haría bien Sánchez en tomar a Borrell como su más cercano consejero. Borrell es impagable. Nunca en el PSOE hubo una cabeza como la de Josep Borrell. Y también sabe lo que es ser traicionado por sus «fieles compañeros». Ojalá Sánchez tenga la fuerza y el ánimo necesario para abrir puertas y ventanas y dejar entrar el aire en un partido tan necesario para este país.