26 marzo, 2013

¿Acoso?

La prensa utiliza el término lunfardo escrache, tal vez con el significado de delatar, aunque escrachar también significa romper la cara a golpes o retratar. Prefiero acoso, en todo caso, en el sentido de apremiar o importunar a alguien. ¿Requieren nuestros amigos los políticos ser apremiados? No es una pregunta retórica, me pa planteo seriamente y, tras reflexionar, pienso que sí, que no solo se les debe apremiar, sino que al apremio debería ser generalizado. Los políticos deben sentir la presión popular para hacer su trabajo, que no es ir al parlamento o al ayuntamiento a votar, sino propiciar el bienestar a su pueblo. Los políticos son elegidos para trabajar por sus representados, y no lo hacen.

En teoría, un político debe ocuparse, además del quehacer diario de parlamento o pleno municipal, de las necesidades de sus electores. ¿Se ocupan los políticos de nuestras necesidades? No, la respuesta es rotundamente no. Durante todos estos años tan solo se ocuparon de hacer prosperar a sus partidos, especialmente a los grandes. El PP mediante afiliación en masa y captación de lealtades y el PSOE tratando de aglutinar en torno a sí a toda la izquierda, hasta el punto de casi hacer desaparecer en algún momento a IU. Pero, ¿algo real en favor del ciudadano? Nada: aeropuertos sin aviones, Aves a ninguna parte, autovías fantasmas, esculturas gigantescas, y poco más. Objetivo: votos.

La burbuja creada en torno a la construcción y a los productos financieros "para expertos", o sea llenos de trampas para incautos, hizo que todo el mundo pensara que el consumo y el gasto era la norma. Los políticos estaban encantados de sí mismos. No hacían su trabajo, que era advertir de los posibles riesgos que tenía vivir a aquel ritmo y detener, si fuese necesario, el crecimiento del país para evitar males mayores. Se sumaron a la fiesta y decidieron disfrutar del vuelo de aquella caída libre sin paracaídas. ¿Es eso hacer su trabajo? No, claro que no. Lo tenían en su mano, Zapatero especialmente, pero no, qué va; si lo hacían perdían las elecciones. Bien, pues aquí estamos.

La consecuencia de aquella orgía es un país endeudado, lleno de parados y sin actividad visible. El drama de las hipotecas impagadas o de la gente que pasa hambre; la humillación de negociar el salario a la baja para reconvertirnos otra vez en mano de obra barata, que al final es lo que somos; y la depresión social motivada por la falta de autoestima como pueblo, como país, es el resultado de la gestión de la clase política en la que el electorado había delegado los poderes para hacer y deshacer. ¿Por qué nos extrañamos de que ahora se les acose? Lo extraño es que el pueblo haya tenido tanto aguante. El acoso es el mal menor. ¿Qué otro modo tiene la gente de manifestar su descontento?

Es verdad que a veces, cuando se les importuna, alguien se pasa. Pero, una pregunta fácil: ¿nunca se pasan de vueltas los políticos; ¿no se pasó Fabra con aquel qué se jodan? Y como eso miles de cosas tanto del PSOE como del PP en miles de sitios. Por qué se intenta criminalizar apersonas que están realmente al borde del abismo y que luchan por sus necesidades básicas. ¿Porque les huele el aliento cuando les gritan? Déjense de pamplinas, por favor.

El político no es respetado porque no se lo merece. Primero; no fue elegido por el pueblo; la lista en la que iba fue confeccionada por no se sabe quién y va en ella no se sabe por qué: primer elemento para minusvalorarlo. Segundo; los electores no les conocen; los políticos no están cerca ni conocen los problemas de sus votantes. Tercero; responden, o así lo aparentan, a intereses ajenos al bien de la comunidad, están en otra onda... Habría miles de razones para despreciarles, pero bastan estas tres para justificar que se les pidan cuentas y que la gente cabreada les retrate, que es otro de los significados de escrachar.

Bien, pues escrachados quedan.




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