
Un par de cosas ocurridas estos días muestran esos efectos de nuestro peculiar sistema electoral. Una de ellas de gran calado, la salida a la luz del sumario de la trama Púnica en el que de nuevo se retrata al PP como ese partido ramplón y corrupto en el que los militantes y simpatizantes parecen estar alelados por no darse cuenta del personal que tienen al cargo. Gente como Granados, Marjaliza y otros muchos no pasan precisamente desapercibidos (los caraduras casi nunca lo hacen), y de esto en el PP hay por toneladas sin que, insisto, los militantes se enteren.
Lo que no puede entenderse es cómo no se produce una salida en masa de esa militancia que se dice seria y honrada. De los cuadros nada que decir, porque viven de ello y, claro, viven muy bien. Pero es difícil de digerir que concejales de este partido que ejercen su cargo con honestidad, a la vista de las informaciones que salen, y no dependiendo su manutención de la política, no pidan la baja de inmediato. La transcripción de las conversaciones entre esa gentuza son de tal bajeza y producen tanta vergüenza ajena que, o se tiene un estómago especial para seguir en el partido, o se está en el mismo carro que ella. Así de simple.

Y a partir de aquí podemos plantearnos la gran cuestión. ¿Hasta dónde los votantes son responsables de que lleguen a la política ectoplasmas de este estilo? Pues, puestos a repartir cargas, podría decirse que, mucho. Con la experiencia que ya se tiene de lo esperpéntico del mundo de los Partidos Políticos en España no hay duda de que estos son los principales responsables. Pero los electores lo son también, y mucho, porque saben perfectamente lo que hay y no tomamos medidas de ningún tipo. ¿Que qué medidas? Pues desde quedarse en casa el día de elecciones hasta acercarse hasta las sedes a ponerlos a parir, pasando por campañas de estar hasta el gorro de ellos en las redes sociales. De no hacerse, lo que sea de este país en el futuro será tanta culpa de la incapacidad de quienes están al mando como de la inacción de quienes los pusieron en la poltrona.
1 comentario:
Desde la caída del muro de Berlín el capitalismo neoliberal lideró las pautas económicas de los países. Ello llevó a que cada vez se endeudasen más y más, para con ello conseguir que los Mercados Financieros fuesen los acreedores y, con ello, los que usurparan el poder político a los Estados en favor de la economía.
Italia en plena crisis de deuda soberana se vio obligada a sustituir un primer ministro electo democráticamente por un tecnócrata.
Hoy los políticos deciden poco y mucho menos los votantes.
Lo cierto es que la democracia actualmente no existe en España (ni en Grecia, ni en Portugal, ni en Irlanda, etc.) por haber sido sustituida por la denominada Troika que exige actuaciones económicas que socavan el estado de bienestar de esos paises por petición expresa de esos Mercados Financieros. Hoy el dinero no está para procurar la felicidad del ser humano, sino que se ha constituido como objetivo último a conseguir, aún a expensas de destruir vidas humanas. A. Sierra
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