28 septiembre, 2015

La trampa de la Ley Electoral

La Ley Electoral. La maldita Ley Electoral Española. Esa chapuza integral, hecha para que los sectores más más conservadores y los partidos más pudientes tuvieran siempre la parte del león del poder en juego, permitió una cómoda mayoría absoluta, e incontestable, de la opción independentista. No hay más que hablar. Los ganadores puede empezar a preparar su impedimenta para el viaje que pretenden emprender. Y quién diga lo contrario pierde el tiempo.

Las decisiones, tanto a nivel general como de las Comunidades Autónomas, se toman en las cámaras de representación, no se pregunta a la gente. Si se quiere cambiar algo en la Constitución, por ejemplo, según lo que sea, no hace falta consultar al Pueblo, basta con la mayoría de votos exigida para ello en el Congreso. Pues, por el mismo argumento, el Gobierno que salga de estas elecciones catalanas está facultado para iniciar su calendario independentista. Los votos de los parlamentarios afines se lo permiten, y la Ley es la Ley. Punto.

Da igual que la prensa española se desgañite diciendo que ganó el no. Es lo mismo. Los votos no cuentan, cuentan los escaños. ¡Claro que parece una estupidez. Por supuesto! Pero, merced a la legalidad vigente, se va a dar la circunstancia de que los representantes del 47% de la población van a imponer su voluntad a los del 53% restante porque, paradójicamente, son más. Tienen mayoría absoluta en la cámara de representantes. ¿No es terriblemente divertido esto de España?

Los partidos catalanes llevan decenios intentando ponerse de acuerdo para tener una Ley Electoral Catalana. Pero, ca, no hay acuerdo posible. Los convergentes dicen que no hace falta, que en eso no quieren ser singulares, que está muy bien la ley Española, que es perfecta, absolutamente perfecta para sus intereses. Ellos, CDC, son un partido bien implantado en las zonas poco pobladas del País Catalán. El voto de un campesino del Priorato tiene el doble de valor que el de un comerciante de La Gran Vía de Barcelona. Y eso, ya puede ser justo o injusto, pero, eso, no se toca. Faltaría más.

Desde que en España tenemos esta especie de democracia tan peculiar, los sucesivos gobiernos saben de esta particularidad legal de nuestra Ley Electoral y que Cataluña se rige por la misma. Nunca se le quiso meter mano esta ley tan injusta porque ni PP ni PSOE quieren, les va de miedo tal y como está, para qué cambiarla. Está bien eso de que el voto de un Soriano valga el doble que el de un señor de Vallecas, qué coño. La falta de perspicacia les impidió ver que en Cataluña podía salirles el tiro por la culata. Y les salió. Ahora que lo arreglen.

Ahora llegarán las declaraciones y las valoraciones. Rajoy saldrá diciendo cualquier estupidez sobre la legitimidad, o que si habían dicho que era un plebiscito, y algo parecido dirán el resto de líderes. Pero no son más que palabras. Lo que valen son los escaños, los votos no importan. Los grandes partidos cometieron pecado de avaricia al no cambiar la Ley cuando debían. Bien, aquí tienen, aquí tenemos la penitencia. Una penitencia dura para más de la mitad de los catalanes.

Es lo que tiene acomodarse y ser cobarde. ¿A que ahora parece que fue equivocado no dejar que se hiciera un referéndum en Cataluña? Se hubiera ganado y problema resuelto. Más penitencia, esta por pecado de cobardía.

6 comentarios:

Bond dijo...

La dichosa y puñetra Ley Electoral que llevamos denunciando tanto tiempo, y que no tien visos de ser cambiada mientras siga favoreciendo a los que favorece ahora

Anónimo dijo...

Disculpe Sr Arribas pero discrepo totalmente con Vd. Por encima de cualquier ley electoral autonómica o central está la Carta Magna (la Constitución de 1978) en la que se explicita que España está conformada por un conjunto de Comunidades Autónomas que no pueden independizarse por iniciativa propia a excepción de que aquella se modifique y lo contemple. El artículo 155 de la misma lo expresa claramente cuando pone en su Apartado 1 lo siguiente: "Si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad Autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general". Así que de que en Cataluña los independentista tienen los suficientes escaños para iniciar el viaje hacia la misma, es una falacia. Siento discrepar pero la ley es la ley, al menos la que actualmente rige en España. A. Sierra

Jesús Arribas dijo...

Si hubiera una ley electoral normal, no habría una mayoría falsa en el parlamento. Eso está claro. Y sí, tiene usted razón sobre la Constitución. Pero esa es una ley que los independenteistas no quieren cumpiir, lo mismo que los no franquistas nos pasábamos las leyes fundamentales del reino por el arco del triunfo. Personalmente no creo en el independentismo, pero si un pueblo quiere algo, esgrimir una ley en su contra solo hará que quieren cumplirla menos aún. Es muy complicado. La constitución la incumple el gobierno a diario: vivienda digna, derecho al trabajo y aconfesionalidad son algunos ejemplos simples. Por eso, Sr. Sierra no creo que sea La Constitución lo que haya que esgrimir en contra del independentismo, lo mismo que no se puede apagar fuego con gasolina.

Anónimo dijo...

No se trata de oponer la Constitución a la ideología independentista, sino que en ella no se contempla. Y si no lo hace, mientras no se modifique, ninguna Comunidad Autónoma puede plantear tal posibilidad. Si hay que cambiar la Constitución, que se haga y punto. Si vascos, catalanes, etc. no desean pertenecer a una nación llamada España, por mí que se vayan aunque soy consciente que nos irá mal a todos. Después de casi cuarenta años que murió el General Franco creo llegado el momento de definitir de forma definitiva dónde están las fronteras de la nación española. La única pena que me produce que el país vasco o cataluña se idependicen es por aquellos ciudadanos de esos lugares que además de vascos o catalanes se sienten españoles. Ahora bien, nunca olvidar que la indepencia es una ruina para todos aunque el independentismo sea un negocio para unos pocos. A. Sierra

Santi Ochoa dijo...

CatalunYA. La trampa del 47 - 53

El primer paso para la manipulación de unos resultados electorales es olvidar las cifras del número de votos, que enseguida desaparecen en la mayoría de las informaciones o análisis de los resultados, en las que los datos originales son sustituidos por porcentajes abstractos.
Una vez más, así ha pasado en las elecciones en Catalunya, que tras las pasadas elecciones al Parlament 2015, se ha repetido como un mantra que los resultados electorales demuestran que hay una mayoría de catalanes que no están por la independencia pues el porcentaje de votos independentistas (JxS + CUP) son el 47 %, o sea menos de la mitad del censo electoral y sin embargo la opción españolista suponen el resto, el 53 %.
La trampa consiste en interpretar que el casi un millón de personas (988.400) que se han abstenido de votar o que han votado en blanco o nulo, son también contrarios a la independencia de España, cuando por su naturaleza esos comportamientos no se pueden interpretar a favor o en contra de ninguna opción.
La realidad es bien distinta. El total de votos independentistas son casi dos millones (1.957.348 =JxS 1.620.973 + CUP 336.375) y los votos españolistas, o sea el resto de las candidaturas, son un millón y pico (1.192.060). Por lo que si estos votos se comparan con el censo electoral (4.115.807), la horquilla de % de votos independentistas - españolistas, es de 47,55% frente al 28.96 % y si se comparan con el total de votos válidos (3.149.408), que es lo correcto, la horquilla resulta de 62,15% frente al 37,85 %. Dicho de otra forma, estas elecciones han revelado que hoy por hoy, por cada 100 que han votado españolistas hay 164 que han votado por la República Catalana; nada que ver con las cantidades que dan título a este artículo.

Jesús Arribas dijo...

Sr. Ochoa:

Gracias por su comentario. Efectivamente es simplista suponer que la realidad es que en Cataluña hay más españolista que independentistas. No es lo que yo supongo, pero puede ser una hipótesis válida. Lo que señalo es que la ley electoral hace que la unión de grupos que preconizan la independencia como objetivo principal tuvo menos votos que los que no lo hacen. No hay manipulación en eso, es un hecho. Luego se puede desgranar si la gente que votó a opciones de Podemos, para entendernos, votaría, o no, independencia; esta es la cuestión más difícil de analizar. Y sobre la abstención, lo más justo es suponer que el comportamiento electoral sería equivalente al tenido por el grupo que votó; estadísticamente es lo más correcto.
Yo creo que lo más sensato habría sido hacer, ya hace mucho un referéndum. Y se habría terminado de una vez con el asunto.
De nuevo muchas gracias por el comentario.