
Cosificar, es lo que tanto Mas como Rajoy están haciendo con el pueblo, con el electorado. Su único fin, no salir de su urna institucional protectora. Mas alimenta el sentimiento independentista visceral, y parte de los electores, convertidos en cosas, se nutren de ello. En consecuencia, sostienen a Mas y le acompañan en su intento de viaje a una República Catalana, donde no valdrían las leyes españolas y por tanto no iría a la cárcel. Mas no quiere ir preso. Por eso se pone al frente del carro independentista, y únicamente por eso.
Mas está sentado en un barril de pólvora llamado 3%, y si esto estalla, pasará, con seguridad, una temporada a la sombra o se le condenará al ostracismo. Mas utiliza al pueblo catalán solo para conseguir su fin: protegerse. A Mas le importa una mierda cómo le vaya a Cataluña. Mas no anima a su pueblo a la opción separatista porque crea que le va a ir mejor. Ni porque sea el deseo mayoritario de la sociedad catalana. De hecho, solo un 45% votó la opción que les planteó. Un 45% que hubiera sido muy inferior de no estar otro gran cosificador, Rajoy, al frente del gobierno Central. Rajoy fue todo este tiempo un perfectamente programado centro de producción de independentistas. Mas sabe esto perfectamente y le importa un rábano. A Arturo, solo le importa Arturo.

Rajoy también podría ir a la cárcel si sale del poder y le empiezan a llover acusaciones por mirar para otro lado o por alentar el sistema de mordidas del PP. Y su jugada para seguir protegido es similar a la de su homólogo catalán: enajenar a unos cuantos millones de votantes para que le reconozcan como el gran anticatalán, como el garante de la unidad de España. Lo mismito que Franco, lo mismito que Mas. Tres personajes idénticos en sus maneras políticas. El pueblo no cuenta, solo es una cosa para conseguir fines. Pero no todo el pueblo es tan incauto. Además tiene los cuchillos afilados para exigir que se haga justicia a tanto corrupto indeseable. Al tiempo.