10 octubre, 2015

¿Dignidad, sensatez, seriedad y sentido común?

En algunas ocasiones, no pocas, tengo la impresión de que este país tuvo poca suerte con la mayor parte de los gobiernos que tuvo en democracia. Pero la verdad es que con este que le tocó ahora la tuvo verdaderamente mala, o muy mala. Y no mala por lo que el presidente Rajoy señaló como objetivos: salir de la crisis y culpar al PSOE de todas las desgracias. La mala suerte para todos nosotros fue que el Gobierno, a imagen y semejanza de Rajoy, se ha limitado todos estos años a dejar morir los problemas de inanición y que todo siguiera un curso lógico para que la apariencia de los indicadores de la economía española cambiase. Aparte de esto, nada que no fuera eliminar derechos y hacer pagar el pato a las clases medias y bajas.

La verdadera perversión de todo ello estriba en cómo unas cosas se unen con las otras. Rajoy intenta hacer tragar al electorado que los indicadores mejoran por chapuzas tan burdas como la reforma laboral o decisiones económicas tan nefastas, como el rescate bancario. Y claro, también por los recortes en educación, sanidad, etc... Vamos que el hecho de que las agencias de calificación mejoren nuestra nota se debe a todo lo anterior, lo cual no solo es falso, sino que, para cualquiera que lo analice con un poco de detenimiento, resulta un insulto a la inteligencia de las personas, incluso para las de cociente intelectual similar al del propio Rajoy.

El presidente habló estos días en foros diferentes. En uno de ellos dijo que se había gobernado con dignidad, sensatez, seriedad y sentido común. Qué barbaridad... Este hombre que maneja las riendas del estado es un verdadero peligro. Para llegar al poder no dudó en oponerse a todas las reformas que se le impusieron a Zapatero y en asegurar que el nunca haría cosas semejantes, para después, con una caradura digna de un estafador profesional, asegurar que no le quedó otro remedio que hacerlas. Así, sin ninguna explicación. Pues a mi me parece que no necesitábamos cambiar de partido para hacer lo que irremediablemente iba a tener que hacerse: sacrificios. Pero cambiamos, los votos hablaron, y cambiamos a peor, claro.

Cambiamos a peor porque, ya que el PP es de derechas, aprovechó que tenía el poder al completo para dar una mano de caspa a todo. Claro que había que recortar gastos. Pero no era necesario una ley laboral que precarizara el empleo e hiciera aparecer la figura del pobre con trabajo. A eso debía referirse Mariano con «dignidad».

Cuando decía  «sensatez» seguro que pensaba en la decisión de rescatar a Bankia. Digo yo que lo sensato hubiera sido dejarla quebrar, y listo. No sé que había que salvar en Bankia. La ley del mercado se hubiera impuesto. Los depósitos se hubieran reintegrado y solo quedaría arreglar lo de la estafa de las preferentes devolviendo el principal a quienes las tuvieran. Solo nos habría costado unos cuantos miles de trabajadores más en el paro. Como si quiebra cualquier empresa. Pero aquí había que estafar más, y nos estafó a todos. Si señor, eso es sensatez.

Seriedad y sentido común son fáciles de definir en este individuo. «Seriedad» es decir que el «hace lo que tiene que hacer», lo cual es un pensamiento de gran profundidad; y «sentido común», haber nombrado a Bárcenas tesorero y decirle que sea fuerte y que resista en la cárcel. Esto le encantó a Luis, que cualquier día lo «apuñalará» en el hígado con algún papel de esos y retorcerá el cuchillo sacándolo poco antes de las elecciones generales.

Pues este es el presidente de un país como España, la duodécima economía mundial, a pesar de todo. El mejor país del mundo sin duda, pues resiste todos los intentos de hundirlo desde hace cientos de años, además de saqueos, y otras cuantas artes del bandolerismo y la piratería. Una delicia oiga, tener estos gobernantes.

1 comentario:

Alberto Sierra dijo...

Fantástico artículo. El cinismo del Sr Rajoy no tiene límites. Qué se puede esperar de quien obtiene una mayoría absoluta parlamentaria con un programa electoral para nada má hacerse cargo del gobierno realizar todo lo contrario? A. Sierra