20 diciembre, 2015

El voto desesperado

Hoy es jornada electoral. Desde ayer no se puede pedir el voto. Hay una estúpida ley que lo impide: un candidato no puede acercarse a usted a la entrada del colegio a pedirle que le favorezca. Ah, coño, se me olvidaba que aquí no hay candidatos en sí. Aquí tendría que venir la lista del partido... Esa que hacen los jefes políticos sin contar con los electores y que esperan que estos voten como gilipollas. Y, lo malo es que allá van todos, pensando que tienen una bonita democracia. Es tanta la desesperación por arreglar nuestros males que se vota a nadie: a una lista.

Ninguno  de los que allí van nos representa de verdad. Pero les confiamos el poder. Los partidos interpretan nuestro voto como un mandato. Dicen que de las urnas sale una especie de orden, que se deduce del resultado. Una orden tal como «haz lo que te salga de los cojones», que fue el caso del PP en 2011; o «a pactar tocan, amigos» como previsiblemente saldrá de estas. El caso es que España tiene hurtada la democracia en favor de la partitocracia. Que no vale la pena ir a votar... No obstante, esta vez, además de una emergencia nacional, hay una pequeña luz de esperanza.

Muchos de los que estuvimos en la abstención, posiblemente tengamos un motivo para abandonar momentaneamente nuestras convicciones en esta ocasión, o mejor dos; sí, dos motivos: el primero que hay algunos partidos que llevan en su programa un cambio parcial de la ley electoral en el sentido bueno de la representatividad, y hay que apoyar esto; el segundo motivo para votar es el patriotismo. Sí. Este país no merece ser gobernado por personas indecentes y con nuestro voto podemos ayudar a desalojarlos. Basta con votar a otros.

Así que, amigos y compañeros en la abstención militante, hagamos esta vez una excepción por las dos razones explicadas. Traguemos  el sapo y buen voto. Aunque no pasa nada tampoco si ignoramos  a esa cosa viscosa llamada Senado.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Ahí estas tu con toda la razón del mundo. enhorabuena por este articulo, Jesus. Y aprovecho por desearos mucha paz y salud par el próximo año.

José María Rozada Martínez dijo...

¡Qué radical eres (o te pones) Jesús! Si no fuera tan mayor te daría la razón. Es verdad que la partitocracia es uno de nuestros males, pero el sistema mayoritario solamente sería una pequeñísima corrección. Fíjate lo que ahora pasa con las candidaturas al Senado: la mayoría pone la cruz sin conocer al candidato, solo atendiendo a las siglas. Pienso que debemos asumir que La Democracia es un ideal, una idea fuerza, un modelo de referencia, o como se quiera expresar, pero en la vida política real tenemos que asumir que siempre será imperfecta: que si hay que conjugar el peso de los individuos con la representación territorial; que si los medios manipulan y los encuestadores tanto o más; que los partidos, como organizaciones, son imprescindibles pero se pasan controlándolo todo.. En fin, que no se puede ser radial porque no hay manera de eliminar el mal de raíz, dado que esta no es pivotante sino fasciculada y al tirar sin contemplaciones se corre el riesgo de arrancar el "tapín", y no estamos para perder la poca tierra de cultivo que tenemos, que debajo está la roca madre y esa sí que nun da ná.

Jesús Arribas dijo...

José María:

El Senado es un voto secundario, que además no funciona según un sistema mayoritario. Un sistema mayoritario democrático de verdad es el británico o el francés. Los ciudadanos votan por circunscripciones a un único candidato, y sale el que más votos obtenga. Los ingleses lo hacen a una vuelta y los franceses a dos, que es más representativo. Lo que tenemos aquí es «bastante poco democrático». Pero, es lo que hay. Así de tramposa es la ley electoral. Así se hizo para favorecer a quien tenía el poder. El PSOE y el PP deberían haberla mejorado, por salud democrática. Pero no lo hicieron porque no están interesados en la democracia, solo en el poder. ¿Es justo que los dos escaños de IU cuesten cada uno casi medio millón de votos y los del PP, o el PSOE, apenas 50.000? Claramente, no.

José María Rozada Martínez dijo...

Claro,claro, tienes toda la razón. El sistema es injusto. Yo creo que está vez sí se acometerá su reforma. A ver ...