
La derecha, el PP, rehusó pasar por una investidura simplemente porque nadie estaba dispuesto a abstenerse para que siguiera gobernando. Una posición absurda por parte de toda la oposición, que deja ver la mediocridad de los líderes y de los partidos, especialmente de los del ala izquierda. Estos ni tan siquiera valoraron la posibilidad de que el PP se estrellase con sus propios presupuestos. No siquiera pensaron en que no podía el PP pasar ni una sola iniciativa legislativa. Tampoco pensaron en que, con mayoría en la cámara se podían derogar, o modificar seriamente, leyes impuestas por el gobierno anterior.

Una vez que Rajoy declina formar gobierno y empieza el obsceno baile entre las diferentes siglas para lograr un pacto de investidura, todo empieza a clarificarse. Al PP le interesan nuevas elecciones y Rajoy, que de tonto no tiene nada más que la cara en algunas fotos, se da cuenta de que si desgasta a un PSOE fraccionado y con un líder débil, soportado por la militancia, pero maniatado por el aparato, la caída electoral socialista está cantada. Más cuando aparece la figura del tonto útil, representada en esta ocasión por Podemos, que cataliza la reacción al culpabilizar al grupo socialista de que no se formase gobierno. Una pinza perfecta que, sin duda, puede derribar al PSOE.


Es verdad que el PSOE no estaba jugando limpio tampoco. Su alianza con Ciudadanos era de simple conveniencia porque Sánchez tenía las manos totalmente atadas para ceder ante Podemos y tenía que presentar algo ante su sanedrín, pero también era un intento sincero de evacuar al PP del poder. Es curioso curioso es que la militancia aceptó el pacto con los liberales, algo que indica que el perfil del militante socialista se está escorando hacia el centro.
Todo este espectáculo continuará en la izquierda durante este mes para la confección de las listas. Después llegará el clímax con la campaña electoral. Y la consecuencia será que el elector socialdemócrata, e incluso menos moderado, pero crítico, optará por posiciones de rebeldía y no otorgará su voto a nadie. La abstención aumentará, el voto en blanco también, y el PP gobernará, esta vez, probablemente, apoyado por Ciudadanos, aunque esto está por ver... Estas serán las consecuencias del empeño de Podemos en eliminar al PSOE. Eso sí. Iglesias habrá cubierto sus objetivos y será el Jefe de la Oposición. De este modo podrá lucir toda su arrogancia en el parlamento. Pero habremos pagado un alto precio por ello: una gran oportunidad de progresar en este país. Esto es lo que hay en política en España. ¿No resulta deprimente?