10 marzo, 2017

Violencia machista: el fracaso de la política

Cada año mueren en España decenas de mujeres a manos de hombres. De sus maridos, parejas o ex parejas. Esto es no solo una vergüenza sino un fracaso general de la política. Los partidos están utilizando un problema social de extrema gravedad como arma arrojadiza contra el gobierno de turno y, en periodo electoral, como medio para obtener votos. El éxito de la política es prácticamente nulo frente a una lacra social como esta.

Con los datos en la mano, nada de lo acometido hasta ahora parece haber dado resultado. Produciría risa, de no ser un verdadero drama, escuchar las declaraciones de todos en estos años de los responsables de los distintos gobiernos. Bien, ahí está el resultado, la fuente es fidedigna: Instituto de la Mujer. Se pueden consultar. Son datos oficiales. La acción política ha sido, y es, un verdadero fracaso. El asunto está completamente fuera de control. Años «buenos» son sucedidos por años «malos». Y nadie parece haberse parado a mirar el problema desde arriba, en su conjunto y tomar decisiones respecto a la estrategia.
Todo lo hecho hasta la fecha no son más que artificios para tranquilizar a la sociedad y para salir en los medios: fundaciones, observatorios, mesas, comisiones y demás pesebres inútiles...¿El resultado? Ninguno. Mírese el gráfico con detenimiento. Desde 1 999 hasta 2 016 murieron más de 1 000 mujeres. Pero el cortoplacismo es lo que impera. En 2 016 «solo» murieron 44 mujeres. Hubo titulares triunfales de los voceros de turno. Pero 2017 pinta mal. Hasta la fecha van 17 asesinadas. La calle echa humo y las organizaciones feministas piden soluciones. Y la oposición reprocha al gobierno los famosos recortes realizados. A pesar de que, a la vista de los datos, los años de la crisis no fueron los peores, más bien al contrario.

Claro que podrían aplicarse más recursos, desde luego. Es ridículo, e insultante, que el gobierno subvencione a fundaciones de partidos u otras, civiles, de corte ultraderechista o con objetivos ridículos; o sostenga instituciones inútiles que cuestan miles de millones de euros, y no emplee toda la fuerza en aminorar todo lo posible un problema como el machismo violento: más policía dedicada a ello, psicólogos, más jueces y fiscales, más rapidez en las sentencias, más leyes que lo castiguen con contundencia y una buena infraestructura de protección de las víctimas. Pueden tener razón las organizaciones feministas, y hagan falta más recursos, pero, sobre todo, hace falta que estos sean bien empleados.

Ha de decirse también que la violencia machista es un problema de índole mundial, y que España es una de las naciones con índices menores tanto de muertes como de actos violentos. En la tabla (origen de datos) puede verse que solo Austria tiene un índice de asesinatos menor que España. Sorprende la tasa de Reino Unido, 2,25 veces superior a la española, o la de Estados unidos, o las de los países Bálticos. Pero sobre todo llama la atención la de Finlandia, casi 3 veces superior a la nuestra. Finlandia es un país con un sistema educativo de alta calidad y en el que la igualdad de género es norma básica, como en todos los países nórdicos. Lo que lleva a pensar que la violencia machista puede tener una componente educacional, pero bastante escondida y, desde luego, no en el sistema educativo.

La violencia machista es un asunto controvertido y delicado y conviene no frivolizar con ella en ningún sentido. Está claro que una sola muerte ya es mucho, pero el problema español es, en comparación con el de otros países, de más fácil solución. Solo desde la política se puede resolver este grave problema. Desde esa política que es un fracaso absoluto tanto a nivel de nuestro país como, a nivel general en el mundo. Los políticos deben dejarse agarrar el rábano por las hojas y atacar el problema de raíz. Este es un problema más de voluntad y de querer que de dinero.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Parece que el núcleo de la violencia machista reside en que el hombre considera suya a la mujer con la que tiene una relación sentimental. Así la "cosifica" y en su mente subyace "o mía o de nadie" y si ella comparte amores con otro hombre aplica lo de "la maté porque era mía".
Lo más preocupante es que algunos jóvenes actuales ejercen acoso y control cibernético (redes sociales, móviles) sobre muchachas que no parecen percibirlo como tal sino como una manera de cariño por lo preocupados que están por ellas.
¿Habrá que plantearlo desde un abordaje educativo hacia toda la sociedad? Es que de seguir sin hacer nada, el número de mujeres muertas será pavoroso año tras año. AG SIERRA.