Es curioso que prácticamente nadie haya hecho mención de las redes al hecho de que circulan por Europa millones de huevos contaminados con un pesticida, fipronil.
Es verdad que no existe prácticamente riesgo por comerse un par de huevos contaminados, que haría falta comerse cien para notar algún síntoma como vómitos o mareos. Pero esta no es la madre del cordero. Este pesticida está prohibido en cualquier aplicación dentro se la industria de producción de alimentos. Por lo tanto los alimentos deben estar libres del mismo.
Las autoridades quieren alimentos seguros y solo permiten el uso de sustancias inocuas. El fipronil se utiliza entre otras cosas para fumigar cultivos, controlar parásitos en el ganado. Pero siempre tiene que haber la seguridad de que no pasa a los alimentos.
Sin embargo esta vez, algún listo en alguna empresa que comercializa los pesticidas para uso en granjas de gallinas ponedoras introdujo fipronil para lograr mayor efectividad insecticida. Las gallinas tienen piojos, y otros parásitos que reducen su capacidad productiva. Pero claro, la molécula esta pasa a los huevos.

Bélgica y Holanda, donde nació el problema, lo saben desde hace un año y no habían notificado nada hasta hace unas semanas. No nos podemos imaginar mos millones y millones de huevos y, peor aún, huevo líquido para uso en hostelería habrán pasado a la cadena alimentaria. No quisiera imaginarme que la sustancia fuera peligrosa de verdad.
En fin, que no hay riesgo mayor, pero los holandeses y los belgas, tan perfectos ellos para otras cosas organizaron un tinglado de mucho cuidado.
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