18 abril, 2012

Disculpa real

Así como me apresuré a censurar el comportamiento del Jefe del Estado por su inapropiado viaje a África a realizar una inapropiada actividad (matar elefantes, nada menos) en un inapropiado momento (crisis y sufrimiento de la población), quiero también, con la misma celeridad, aceptar sus Reales Disculpas.

El Rey siempre ha sido para mí un ciudadano particular. A pesar de su lejanía social: palacio, protocolo, servicios de seguridad, etc... Mediante sus gestos o su particular, pero sencilla, manera de hablar estuvo más cercano a la gente que los políticos de turno, salidos directamente de la propia ciudadanía.

Un rey no se elige, y eso es lo que menos me gusta. Ni se puede, ni se debe. Pero si hago un esfuerzo casi me da igual, con tal de que sepa estar en su sitio y, quien lo suceda esté bien entrenado para hacer lo mismo. Al fin y al cabo es más un símbolo que un poder real. Por esto no pienso demasiado en ello.

No cometeré el error de plantearme si monarquía es algo que conjuga, o no, con democracia, porque entonces estaría dudando sobre países como Suecia, Noruega, Dinamarca u Holanda, a todas luces más adelantados que nosotros en cualquier terreno y donde los ciudadanos disfrutan de prestaciones y libertades que aquí ni podríamos soñar.

En otras palabras. El Rey, el Jefe del Estado, no es el problema en España. Se equivocó, de acuerdo, metió la pata hasta el corvejón. Pero sus primeras palabras en cuanto le pusieron un micrófono cerca fueron para pedir disculpas. El ciudadano, y rey, Juan Carlos de Borbón pide humildemente disculpas a sus conciudadanos y asegura que algo semejante no volverá a ocurrir.

Yo le creo. Y si no cumple se lo recordaré desde este u otro foro. Pero además sus disculpas sinceras sientan un precedente extraordinario y que abre la puerta a que todo aquel que ejerce el poder y se equivoca, en lugar de persistir en su error, sin vergüenza, puede pedir disculpas rápidamente y ahorrarse, a lo mejor, una dimisión forzada.

No soy muy monárquico, pero invito a nuestros mandamases a mirar, aunque sea de reojo, al Rey para entender el significado de dar la cara ante una equivocación. ¿Ejemplos y oportunidades? Gonzalez y los GAL, Aznar y la guerra en Iraq, Zapatero y la negación de la crisis, Rajoy y los recortes que no iba a hacer. Hay miles y miles: Fabra en Castellón, Camps en Valencia, Barreda en La Mancha, Cascos en Asturias, etc... Miren al Jefe del Estado y aprendan.

No soy monárquico, repito. Nunca he bajado mi mirada ante nadie y considero a Juan Carlos de Borbón como una persona igual a mí, o al mendigo que pide en mi calle. Los hombres, las personas, nacemos iguales y por una oquedad similar. Ser rey, o mendigo es algo que depende tan solo del azar y que es circunstancial.

No obstante, gracias, Majestad, de verdad, me inclino (ligeramente) ante vos por vuestro gesto. Este ciudadano acepta vuestras Reales Disculpas.


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