15 abril, 2012

Permitidme, Majestad...

Que me dirija a vos para haceros partícipe de mi opinión respecto a vuestras actividades. Sé que no es buen momento, os encontráis postrado tras una operación de cadera y no estaréis de muy buen humor. Pero, qué le vamos a hacer, vais a tener que hacer de tripas corazón, porque, al igual que yo, supongo que mucha gente insistirá en expresaros, además de deseos de pronta recuperación, su particular punto de vista respecto a vuestras escapadas.

Veréis... La vida privada de un rey, a mí personalmente, me despreocupa, igual que la de cualquier ciudadano de este país sobre el que ejercéis vuestra regia autoridad. Pero el maquillaje es importante, Majestad, y vos lo sabéis. Sabéis que habéis cometido un grave descuido que, sin duda, va a erosionar los cimientos del "juancarlismo". No podéis decirle a vuestro pueblo que este es un momento de crisis y de sacrificios, y algún tiempo después, romper la cadera durante un safari. No, Señor. Aunque hayáis pagado el capricho de vuestro bolsillo, lo cual no dudo, comprenderéis que está feo.

Vos sois también ciudadano español, y como tal, tenéis libertad de movimientos, pero también sois el Jefe del Estado y eso os obliga a una serie de normas, como dejar dicho por dónde vais a andar. Claro que si, con la que está cayendo, se hace público que el Rey se va de caza al Africa unos días, a cobrarse algunas piezas exóticas para su colección de cadáveres, se puede liar parda. Por eso, podéis pensar que de algunas cosas es mejor no informar, que no tiene por qué pasar nada, o que sería poco probable.

Pero, héteme aquí que el tiro salió por la culata y sufrís un resbalón que da con vuestras reales posaderas en el botsuano suelo.  Tenéis un problema serio, Majestad, y difícil de explicar. Vuestra corte va a tener trabajo para recomponer vuestra, hasta la fecha, bien ganada imagen. Y ya sabéis lo que es España, qué os voy a contar. Uno trabaja y trabaja durante años y acaban por despedirle por un error cometido a última hora sin tener en cuenta todo lo que lleva años aportando. Yo, personalmente, reconozco vuestras aportaciones, pero esto del safari, perdonadme, no me pareció ni medio bien.

No os merecéis el despido, no hay para tanto, pero si una sanción que conlleve suspensión temporal de empleo y sueldo, acorde con la falta cometida de abandono de puesto de trabajo. Así podéis aprovechar la inactividad para pensar en qué y cómo debe ser una institución como la Monarquía en un estado como España. Como pista, os diré que lo más adecuado es la ejemplaridad. La observación por parte de vuestro entorno de esta virtud, sin duda ayudará a que sea comprendida una institución que, aunque respetada por la mayoría de los ciudadanos, llegó hasta nosotros, no lo olvidéis, de una manera un tanto irregular.

Bien, Majestad, os deseo una pronta recuperación. Mis respetos para vos, y para la Reina cuando regrese a casa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Nada mejor que la ironía y la inteligencia para hacerse oír ante tan regias alturas. Muy bien, señor.
Inés Iglesias.

Anónimo dijo...

Tanta razón le asiste, que en otros foros se habla que lo mejor es que el Rey abdique. No se puede tener el don de la ubicuidad. No es posible ser el Jefe del Estado español, y menos aún en estos momentos de crisis económica, y gastarse la friolera de casi 40.000 euros por elefante abatido en tierras africanas de botsuana. Nadie puede, de manera responsable, dejar su puesto de trabajo y que no le suceda nada. No se si es el momento de suspenderle de empleo y sueldo, pero sí de reconocer que uno ya no está para los trotes que conlleva el cargo de Jefe del Estado, máxime cuando su egregia esposa, siempre ella muy digna con el protocolo, está también fuera de España. Creo que debería Vd. abdicar y esperar que el pueblo español decida si su hijo, el Príncipe D. Felipe, está a la altura de las circunstancias como para seguir con una Monarquía, por muy parlamentaria que sea, como forma de gobierno. Temo que su estado de salud no sea todo lo adecuado que debiera desde hace muchos años. Corre el rumor que padece de un cáncer, motivo por el que Vd. no reúne unas condiciones físicas adecuadas para sobrellevar las tareas propias de un Jefe de Estado. Si así es, pásele el testigo a su hijo D. Felipe, que con su inestimable ayuda y la de su madre, la actual reina, es posible que el pueblo español que nada gusta de experimentos constitucionales, los considere, tanto a él como a su esposa Dª Letizia, preparados para el cargo que Vd. ocupa actualmente junto a Dª Sofía. Es cierto que Dª Letizia puede venirle grande el cargo por nacer plebeya, pero a buen seguro que Dª Sofía, mientras viva, sabrá pulirla lo suficiente para que sea una digna consorte de un Rey. Mis mayores deseos de recuperación, sobre todo en aquellos que se refieren a que no se haya roto su cadera por afectación ósea de un cáncer nacido en su momento en otro lugar del organismo. Alberto Sierra.