24 junio, 2012

La sociedad quieta

La sociedad española permanece quieta mientras la tormenta a su alrededor persiste. Este comportamiento podría encajar en un artículo sobre sociobiología y evolución. La quietud extrema es la estrategia de muchos animales ante el peligro. No se mueven para no ser detectados por sus enemigos; no se mueven esperando que pase el peligro. Los humanos, como animales, hacemos lo mismo.

Suele ser esta la estrategia de los predestinados a ser presas,  la de los más desfavorecidos. Pero no es normal que toda una sociedad se quede quieta ante la tesitura actual de un país como España. La sociedad española es potente, puede plantar cara a los problemas. Lo ha demostrado muchas veces a lo largo de su historia.

El pueblo debe levantar la cabeza y convencerse  de que esto se ha terminado, de que el todo gratis ya no vale, de que evadir impuestos o pagar sin IVA no va a poder ser, de que los subsidios se terminan, de que el trabajo no aparece solo, de que a casa no van a buscar a nadie y de que si no hace algo por si misma, la sociedad irá empobreciéndose poco a poco hasta llegar incluso al hambre.

Ya sé que hay responsables de esta situación. Responsables con nombres y apellidos. Pero esto no sirve de nada. Aunque ahora viniera un rayo celestial y los aniquilara a todos, que no sería del todo malo, el estado de las cosas no cambiaría. El estado de las cosas solo puede ser cambiado si desde lo mas profundo de la sociedad se pasa de la estática a la dinámica, de la quietud al movimiento, del abrir el pico esperando comida a atreverse a volar y salir a buscarla.

Lamentablemente la sociedad española no puede contar con los políticos, ni con los jueces, ni con los sindicatos (al menos con los que tenemos). El impulso debe venir de ella misma, de sus individualidades o equipos de individualidades, pero sin que se canalice por otros medios, sin ser prostituido por las clases parásitas actuales. Esta es la única manera de salir de esta: reinventarse.

Detrás de una sociedad reinventada vendrá una representación reinventada. Quienes estén interesados en ser representantes de ella deberán tener cualidades distintas a los actuales. La primera la de ser respetuosos. El político, el juez, el sindicalista deberán estar a la vez dentro de la sociedad, conocerla y respetarla, es decir, sentirla, y no dentro de un aparato que le distorsione los mensajes. Si no se consigue esto, la cosa va a pintar mal,... muy mal.

Trabajo duro tenemos, conciudadanos. Pero no nos queda otra.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Aunque la unión hace la fuerza, dudo que el impulso para que España salga de esta situación económica tan catastrófica deba venir de individualidades o equipos de individualidades. Y lo dudo porque no se me ocurre cuál sería el mecanismo vertebrador para que tales individualidades eclosionaran en una solución para todos los españoles. En cuanto a reinventar la representación a los cargos públicos del estado: políticos, jueces, sindicalistas, siento decir que será imposible que lo lleguemos a ver mientras existan las actuales estructuras piramidales de las instituciones actuales.Y lo digo porque las mismas se comportan como Empresas generadoras de dinero y productoras de poder para crear las condiciones sociales necesarias para autoperpetuarse. Mi escepticismo es mayúsculo. Siento ser tan negativo. A. SI