24 julio, 2013

Griñan, Rajoy, Matas...

La política en España es ese oscuro mundo en el que en lugar de trabajar para el progreso social y económico del país se trabaja para la perpetuar en el tiempo del partido. Nuestra política es ese desierto de ideas (y eso que hay hasta laboratorios) sobre caminos a andar en el futuro. Todo ello debido a este especial sistema que favorece el florecimiento de los leales, en lugar de el de los valiosos, por obra de el peculiar sistema de hacer las listas electorales: a dedo puro.

El sistema de premio a la lealtad selecciona incapaces en las cúpulas de los partidos y por tanto en los gobiernos. La mayor muestra de incapacidad en política es no comprender que hay algo que no se puede hacer nunca: coger dinero o mirar para otro lado cuando lo coge otro. Griñan, Matas, Rajoy, Mas, Durán... El número de personajes de la política involucrados en manejos turbios de capital se agranda día a día. Es que estos jueces están viciados...

De todos modos, lo más doloroso para una sociedad hastiada y asqueada es la impunidad. Matas evita la cárcel porque el Supremo le rebaja una pena inicial de 6 años a 9 meses. Griñan no pasará por la garlopa de la jueza porque va a continuar siendo aforado como senador y sólo deberá responder si el caso llega más arriba. Y Rajoy, que decir del Capo. A Mariano no lo pillan ni con Eliot Ness reencarnado. Igual que Capone, todo el mundo sabe que Rajoy dirigió el PP en la época oscura, pero a este no lo desalojan de la Moncloa ni los geos.

Es una simple cuestión de dignidad: Rajoy es completamente indigno; Matas parecido, pero a menor nivel, y Griñan con un poquito, solo un poquito de dignidad. En fin con poca dignidad, Griñan marca un camino para el que quiera verlo, que no es poco.

Tarea tienen en los partidos para convencer a los ciudadanos de que con esta atmósfera vayan a las urnas a participar en un sistema electoral que claramente, a la vista de lo que hay, les perjudica. Su única posibilidad es poner en sus programas, en todos los casos, la promesa de cambiarlo a un sistema de elección directa que destile "democracia". Si no, en España, pasará como con la religión: somos un país católico, pero ni dios va a misa; España es un país democrático, pero solo votan cuatro. En manos de los partidos está avanzar o ir al pozo.

2 comentarios:

Bond dijo...

Difícil tesitura para el cambio aquella en la que son los menos interesados en el mismo los que tienen que realizarlo

Anónimo dijo...

España, de país católico y democrático tan solo queda el nombre nunca las actitudes. A. Sierra.